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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Podemos, un espacio político propio en Catalunya

Asamblea constituyente de Podemos en Rubí (Barcelona)

Jordi Molina

Barcelona —

Podemos ha llegado a Catalunya para quedarse. Los resultados obtenidos en las europeas, sumados a la tendencia que señalan algunas encuestas –la última de El Periódico le da hasta 9-10 escaños en el Parlament–, hacen pensar que la formación de Pablo Iglesias tendría un espacio político propio en Catalunya. Fuentes del grupo impulsor en tierras catalanas se muestran prudentes de cara a su irrupción formal en el mapa político catalán, una incógnita que no se resolverá hasta el otoño. Ahora bien, hay una hipótesis inicial de salida bastante compartida entre los círculos que vertebran la formación. Como dice Beatriz Rilova, una de las portavoces, “creemos que hay gente en Catalunya que en unas elecciones autonómicas no acudiría a las urnas a no ser que nos presentáramos nosotros”.

Esta declaración nos lleva a pensar que Podemos se nutriría de un perfil de votante abstencionista, aunque desde un inicio, parecía que podía ser una competencia para la izquierda alternativa catalana. “No hemos venido a dividir la izquierda, en todo caso a contribuir a que se aglutine”, explica Rilova, que ve en la emergencia de su formación la oportunidad de construir un amplio bloque de las fuerzas que apuestan por un cambio social democrático y contrario a las políticas de austeridad.

De hecho, con los datos del voto de los pasados comicios al Parlamento Europeo en la mano, se puede deducir también que a pesar del inevitable pellizco a la izquierda alternativa catalana, el motín vendría de otros feudos. En Catalunya llamaba la atención el buen resultado de Podemos en zonas históricamente cubiertas por el PSC y, más recientemente, por Ciutadans. Es el caso de Torre Baró (donde Podemos aglutinó el 10,3% del voto), Hospitalet (10%), Canyelles (9,2%), El Prat (9%), Ciudad Meridiana (8,3%), Viladecans (8%), Sant Boi (7,8%) o Cornellà (7%); en comparación con otras zonas de tradición catalana, como Girona (2,4%) o Lleida (2,2%), con unos resultados mucho más discretos.

Los datos, según el profesor de sociología de la Universidad de Barcelona, Josep Maria Antentas, abren un escenario interesante. “El auge de Podemos no va en detrimento de formaciones como la CUP o ICV, por tanto, no estamos ante un escenario de competencia directa, sino más bien parece que Podemos podría ser un elemento complementario”.

Un electorado al margen del debate soberanista

Tal y como explica el profesor Antentas, el fenómeno de Podemos en Catalunya “abarca un electorado y una base social mayoritariamente joven y de barrios de mayoría castellanohablante”. Otro analista, el consultor político David Espinós, destaca el “lenguaje claro” de la formación, que ha sustituido el eje izquierda-derecha por uno “mucho más nítido y sin tanta carga ideológica: el eje de los de arriba contra los de abajo”. Una parte del votante de Podemos no se habría politizado a través del activismo político o de los movimientos sociales, sino que habría conectado con la formación a través de los medios de comunicación. “Hemos aprendido algo del 15-M y hemos jugado nuestras cartas asumiendo que, hoy por hoy, vivimos en una sociedad mediática que necesita perfiles y liderazgos claros”, admite Rilova.

De hecho, hay que tener en cuenta que en las zonas donde mejores resultados obtiene Podemos en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo son precisamente aquellas en las que más se tiene como referencia los medios de comunicación estatales. Esta base social, según Antentas, es “poco sensible al catalanismo” y está “poco integrada” en el debate en torno a la consulta. En este punto, hay quien cree que Podemos no hará ningún favor al proceso soberanista –sobre todo a raíz de la hostilidad que ha mostrado en esta cuestión Carlos Jiménez Villarejo–, pero fuentes del partido matizan la posición del exfiscal anticorrupción. “En la formación hay pluralidad de posiciones, pero lo que está aprobado por más de 1.245.000 personas es que somos partidarios del derecho a la autodeterminación de los pueblos”, explica Rilova.

El profesor Antentas introduce en este punto un factor interesante: “Podemos puede ser un actor que contribuya a ampliar la base social favorable al derecho a decidir en Catalunya conectando con sectores poco sensibles en esta cuestión”. Si así fuera, Podemos se erigiría para un sector de la población de raíz castellana en un polo alternativo a Ciutadans o, como destaca Antentas, incluso en un “freno”. Y es que más allá de los derechos nacionales, el partido de Iglesias ubica el debate sobre el derecho a decidir en una lógica de radicalidad democrática que, a pesar de no ser nueva, podría invitar a nuevos perfiles al bloque partidario de la consulta.

¿Quién lidera la confluencia?

Mientras llega la confirmación, o no, sobre la irrupción oficial de Podemos, la formación estudia todos los escenarios posibles. Uno de ellos pasa por uno de los términos que más está sonando en las últimas semanas: la confluencia. Rilova cree que es necesaria mucha “generosidad y humildad” para afrontar este reto y anima a los diferentes procesos de izquierdas a trabajar por “objetivos comunes”. En este sentido, el analista David Espinós pone sobre la mesa el papel “aglutinador del voto” que podría jugar Podemos, mientras que Antentas cree que “habría que articular un amplio bloque favorable a una ruptura democrática con el actual régimen”, si no se quiere correr el riesgo de “una creciente fragmentación” de la izquierda.

En este punto, está en juego quién lidera la confluencia. Desde Podemos, admiten que, de momento, los contactos sólo existen con Guanyem Barcelona y Procés Constituent. Este último movimiento, por su parte, ya se ha posicionado y propuesto como eje vertebrador de un hipotético bloque amplio. Aún así, Rilova admite que, como mínimo mediáticamente, parece que ICV-EUiA está en una posición amable en base a un proceso aglutinador.

Preguntados sobre esta cuestión, los ecosocialistas reivindican el papel estratégico que podrían jugar llegado el momento. “La pregunta no es tanto como nos condiciona a nosotros la irrupción de Podemos, sino más bien si la confluencia de estos espacios puede ser multiplicadora”, explica el responsable de comunicación del partido, Marc Rius, que pide, sin embargo, que la generosidad “sea recíproca”.

Desde las CUP no se ve a Podemos como una amenaza, aunque se hace difícil a estas alturas identificar cuál es el sentir mayoritario entre las bases de la izquierda independentista sobre una posible confluencia. Hace un mes, Jordi Salvia decía en este medio que si bien era cierto que “alguno de los votantes de la CUP les dio apoyo en las europeas, no existía un gran trasvase del voto”. De hecho, muchas encuestas sostienen que las CUP multiplicarían su resultado actual, lo que da a entender que Podemos no competiría directamente con ellos.

Desde Podemos, sin embargo, necesitan tiempo para profundizar sobre posibles confluencias, aunque admiten que de momento el concepto es “muy abstracto”. Sea como sea, y por más apasionante que sea el momento de ebullición y emergencia que viven determinados procesos de izquierdas, existe el riesgo de que el debate termine siendo demasiado circular. Las formaciones interpeladas a propósito de la confluencia saben que el objetivo final es el de cambiar los tres gobiernos de derechas –Ayuntamiento de Barcelona, Generalitat y Estado–, y para llegar a este escenario hará falta una dosis de flexibilidad política que no siempre ha reinado entre las izquierdas.

Y es que más allá de los derechos nacionales, el partido de Iglesias ubica el debate sobre el derecho a decidir en una lógica de radicalidad democrática que, a pesar de no ser nueva, podría invitar a nuevos perfiles al bloque partidario a la consulta.

Quien lidera la confluencia?

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