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La pérdida de aves acuáticas es otro indicador de que el Tajo es “un río enfermo”

Embalse de Castrejón | areasprotegidas.castillalamancha.es

Francisca Bravo Miranda

La contaminación del río Tajo no sólo se muestra en episodios puntuales como las polémicas espumas que se podían ver en el cauce en su paso por Toledo, o el de las algas verdes, más recientes en la capital autónoma. Las consecuencias de la calidad de las aguas se puede ver a través de bioindicadores como el de las aves acuáticas, punto central de la última conferencia dentro del ciclo 'Investigando el Tajo' impulsada por el grupo de estudio del río Tajo de la UCLM y celebrada en la sede de la Real Fundación de Toledo. Miguel Ángel Hernández, portavoz de Ecologistas en Acción, estudió la situación de la avifauna, especificamente en el Embalse de Castrejón, un “punto estratégico” del Tajo medio.

En 'Deterioro de la comunidad de aves acuáticas en el Tajo medio', Hernández trazó una relación directa entre la situación de esta fauna y los valores que se pueden encontrar en el río. El embalse de Castrejón se usa especialmente para la generación de electricidad, regadíos, pesca, si bien vedada en su mayor parte, la caza, la conservación y el ecoturismo. “La avifauna es uno de los indicadores de la calidad del río y el tramo medio servirá para saber si la salud del río es buena o mala”, explica. La conclusión también es clara: el río Tajo es un río “enfermo”, y así se ve tras la pérdida no sólo de ejemplares sino también de especies que se podían ver tradicionalmente en el embalse.

Castrejón es un espacio protegido: ha sido declarado como refugio de fauna, Zona de Especial Protección para las Aves, como Monumento Natural de las Barracas de Castrejón y Calaña y, finalmente, Zona de Especial Conservación.

Al estar aguas abajo de la ciudad de Toledo y haber recibido el agua de otros afluentes como del Jarama, funciona como un “recolector” de las aguas que se recogen por encima de su ubicación. “El hecho de recoger estas aguas que, hoy por hoy, están más que contaminadas conlleva un efecto muy directo sobre las aves acuáticas”, asevera el ecologista.

El hecho “incontestable” de la pérdida de avifauna en la zona se puede establecer gracias a censos que datan desde 1983, que han ido registrando especialmente la desaparición de aquellas especies más sensibles y más relacionadas en el agua. “Los censos han disminuido de manera muy notable y sobre todo aquellas buceadoras han ido prácticamente desapareciendo”, afirma. Hernández explica que es por esto que ya no se pueden ver patos colorados, o bandadas grandes de porrones comunes, u otras especies que son “muy comunes” y que ya no visitan la zona.

Sin medidas eficaces

“Las aves nos indican que el río es un río enfermo, muy dañado y por eso entre los elementos a considerar es importante que se fijen objetivos para la conservación de las aves acuáticas”, asegura el biólogo. Hernánez señala que la falta de agua en el río tiene incidencia en este fenómeno, pero que es especialmente la acumulación de contaminación la que ha forzado la situación.

Los niveles de cantidad de agua en Castrejón se mantienen estables gracias a su condición de embalse, pero es la calidad de las mismas las que se ha visto afectada. No sólo ha afectado a la avifauna, sino también a la vegetación acuática, de la que disponía de manera abundante pero que ha ido desapareciendo con el paso del tiempo, debido también a la calidad de las aguas. En el embalse, cuando las aguas estaban en mejor estado, la vegetación como macrófitos o algas eran “bien asimiladas” en la zona, pero ahora lo que se puede ver es una “capa de lodo”.

Las medidas para “atacar” la avifauna que va desapareciendo se ha ido quedando en “papel”, afirma Hernández. Y es que es cierto que los planes hidrológicos o de protección de la zona del embalse hablan de que la recuperación y protección de las aves es un objetivo “primordial” no se han tomado medidas verdaderamente eficaces. “Las pocas que hay, que también aplaudimos, son las de restricción de caza o pesca para que no se moleste a las especies, pero no es suficiente. Se necesita un hábitat de calidad y esto se tendrá cuando los niveles de calidad del río se recuperen”, concluye el ecologista.

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