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La falta de apoyo al programa 'Vacaciones en Paz' pone en jaque su continuidad en Cuenca

Munma, niña saharaui en Cuenca

C.I.P

Este año se ha tocado fondo. De los más de 400 niños con edades entre los 8 y 12 años procedentes de los campamentos de refugiados del Sáhara que han llegado este año a Castilla-La Mancha, solo cinco lo hacían a la provincia de Cuenca. Se trata de la cifra más baja de la historia. Pero es que además si se ha llegado a este número es gracias al apoyo de otras provincias para poder sufragar los billetes de avión (unos 600 euros por niño)  que ya el pasado año no pudo completar la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui. De continuar así, la llegada de niños y niñas desde los campamentos de Tinduf tiene los días contados en Cuenca.

Por ello, desde la Asociación ‘Amigos del Pueblo Saharaui’ llaman a las administraciones para  que no permitan que en una provincia que fue pionera en la implantación de un programa por el que los niños de los campamentos de refugiados del Sáhara pueden tener un respiro y escapar de las duras condiciones de vida que soportan, se quede en el olvido. 

Hace más de dos décadas que la provincia viene participando en el programa. La presidenta de la asociación, María Ruiz, recuerda que se ha llegando a acoger  a más de 150 niños, que se repartían por distintos municipios y por la capital. Pero la crisis económica pasó factura y “los ayuntamientos dejaron de colaborar”. El caso no es puntual, todas las provincias de Castilla-La Mancha han disminuido el número de niños, pero ninguna ha caído en los niveles que lo ha hecho la provincia de Cuenca.

A la capital ya no viene ningún niño (la única de la región ) y en la provincia cada vez se limita más el número de pueblos. Tanto es así, que María Ruiz señala que el pasado año solo el Ayuntamiento de Motilla del Palancar pagó los billetes, y el de Villescusa aportó una parte, 250 euros, mientras que en Villanueva de la Jara fue Cáritas quien corrió con los gastos.

“Los billetes de la niña de San Clemente y otro niño que teníamos en Castillejo de Romeral  se quedaron sin pagar, por eso este año no hemos podido traer más niños aunque había familias interesadas, pero no tenemos efectivo para los billetes y ninguna administración se hace cargo.  De hecho, este año el niño que ha venido a Castillejo del Romeral lo ha tenido que absorber Ciudad Real, por tanto, en teoría venía por esa provincia pero nos han querido hacer el favor para que no nos quedáramos sin niños”, señala María Ruiz, que cuenta que también en Villanueva de la Jara hay una niña saharaui pasando las vacaciones que viene por Albacete, donde actualmente trabaja su madre de acogida, pero en este caso no consta en la provincia. 

“De esta niña se ha hecho cargo el ayuntamiento albaceteño para que pudiera venir. Cáritas de Villanueva de la Jara sigue colaborando pero solo podía hacerse cargo de dos niños. Y así estamos. Hemos intentado hablar con la Diputación, y nada, no ha habido manera. Es una pena porque al final el programa Vacaciones en Paz va a desaparecer”. 

Tras el bajón en la colaboración de los ayuntamientos por los apuros económicos de los últimos años, en provincias como Ciudad Real es la Diputación quien costea los billetes de los niños saharauis, y también es la que más niños recibe. Este año 170, que se reparten por unas 40 localidades. En el resto la mayoría se quedan en la capital y son sus ayuntamientos quienes se  hace cargo. Toledo, con  132 niños es la segunda provincia con mayor acogimiento. Le siguen, Albacete con 70 y Guadalajara con 34.

Vacaciones en paz

Nayem Nohamed Salem Bani, tiene 10 años y forma parte del grupo niños saharauis procedentes de los campamentos de Refugiados del Sáhara que este año han venido ala provincia. Su destino: Villaescusa de Haro. Un pueblo con el que su familia tiene una larga relación. Es la tercera de las hermanas de una misma familia que ha encontrado en la solidaridad de la familia de Soledad una salida a la dureza de los veranos del desierto, con temperaturas por encima de los 50 grados, escasez de comida y dificultades de acceso al agua potable. Junto a ella, otros cuatro niños ( dos niños y dos niñas)  se reparten entre Villanueva de la Jara, Castillejo del Romeral y Fuentenava de Jábaga.

Su historia es la misma que la de miles de niños que viven en los campamentos del Tinduf, en Argelia, donde sus familias permanecen en el exilio desde hace cuarenta años a la espera de la resolución de un conflicto que no llega. A iniciativa del Frente Polisario e impulsado por la Federación de Asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui, cada año, desde hace 22, cientos de niños y niñas saharauis, como premio a su buen comportamiento, en la escuela y en los propios campamentos, tienen la oportunidad de tener una tregua en sus duras condiciones de vida y disfrutan dos meses en un entorno mucho más amable para ellos. Unas vacaciones que les permiten conocer otra cultura, mejorar las relaciones sociales y la práctica de su segundo idioma, pero que además les ofrecen la posibilidad de mejorar su alimentación y su salud.

“Nayem tiene 10 años y pesa 20 kilos, tiene una carencia importante de vitaminas que podrá recuperar en este tiempo, pero la revisión médica ha ido bien, por lo demás solo han tenido que quitarle los tapones de oídos que tenía por la arena”, señala  Soledad una madre de acogida desde hace más de veinte años  que señala que además de la anemia, que es muy común, o problemas de visión, muchos niños han podido recuperarse de enfermedades que se les han detectado gracias a las revisiones médicas que se les hace al llegar. Las familias hacen un gran esfuerzo, más de lo que pueden en muchos casos, como es el de Soledad, ya jubilada, con dos hijas que siguen estando a su cargo ante la falta de estabilidad laboral. 

Ha habido años en los que ella misma ha corrido con los gastos del billete de avión permitiendo de esta forma que la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui pudiera hacerse cargo de otros niños pero ya no puede seguir ese ritmo y por ello se plantea que de seguir así cambiará de provincia y hará su solicitud a través de la provincia de Ciudad Real, donde la Diputación paga los costes de desplazamiento de todos los niños que llegan.  Una de sus hijas vive en Socuéllamos, municipio donde también mantiene contacto con la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui y esa, dice, es de las pocas opciones que ve para seguir haciéndose cargo de la pequeña Nagla Nayem, la tercera de su saga que pasa por esta familia en la que ha encontrado un importante apoyo para subsistir en los campamentos.

Y es que la ayuda de las familias no se limita solo al acogimiento durante dos meses en verano, su relación con las familias de los pequeños continúa a lo largo de todo el año con el envío de ropa, medicinas, alimentos, dinero... y el compromiso se mantiene indefinidamente, mantengan o no la acogida. Hay familias como la de Soledad o Feli, de Villanueva de la Jara que llevan colaborando 20 años con más de una familia. Para Feli, Mumna es la  sexta niña que acoge. 

A pesar de las dificultades por la falta de colaboración de las administraciones en la provincia siguen incorporándose familias nuevas, como es el caso de la de Esther, de  Villanueva de la Jara, que este año acoge a Sukaina, una niña saharaui de 11 años. O la de Silvia, de Castillejo del Romeral, que se incorporaba el pasado año al programa y este verano recibía a Abderramán, de 12 años. Un niño  que hasta ahora había venido a la provincia de Ciudad Real. Allí, cada semana tenía la oportunidad de mantener contacto con otros compatriotas en las numerosas actividades de convivencia que se organizan. La situación en Cuenca es muy diferente. 

“En Ciudad Real hay casi 200 niños y hacen muchas actividades además de campamentos y  convivencias familiares en unas cabañas que les de la Diputación  para que las familias pasen un fin de semana Pero nosotros tenemos cinco niños y no tenemos presupuesto para nada, el poco que hay es para los billetes y decirle a las familias que sufraguen una excursión, no.... ya hacen bastante esfuerzo”, apostilla la presidenta de la asociación conquense.

Feria de San Julián

Este año, han  decidido aprovechar las fiestas de San Julián para organizar un encuentro de familias   en el que además quieren hacer una llamada a la solidaridad para recaudar dinero que permita a la asociación seguir adelante, pero sobre todo “queremos dar a conocer nuestro proyecto, y hacerlo en la capital para intentar revitalizar el  programa”, añade María Ruiz, que señala que se contará con la colaboración de la asociación de Ciudad Real. “Estarán con su presencia apoyándonos. La idea es poner una jaima pero aún no hemos concretado qué es lo que vamos a hacer, lo que tenemos claro es que tenemos que intentar que esto siga adelante y se revitalice”, concluye María Ruiz.

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