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La naranja de González Pons se pudre

Una de las imágenes de la pasada campaña electoral para las elecciones europeas fue la del número 2 del PP a la eurocámara, el político valenciano Esteban González Pons, sosteniendo una naranja durante un acto como metáfora de su defensa de los intereses valencianos en Europa, y diciendo: “Me la llevo a Bruselas para recordar cada día cuáles son mis orígenes y mis obligaciones”.

Pues la metáfora se ha venido abajo a las primeras de cambio, precisamente ha sido la naranja el primer producto valenciano al que la Comisión no prestará su ayuda como uno de los afectados por el veto ruso al campo de los países europeos. De este modo Bruselas ha anunciado que destinará 125 millones de euros en ayudas para los tomates, zanahorias, repollo blanco, pimientos, coliflor, pepinos y pepinillos, setas, así como manzanas, peras, frutas rojas como las fresas, frambuesa y frutas del bosque, uvas de mesa y kiwis.

Aunque desde el colectivo agricultor se reconoce que Rusia no es uno de los principales importadores de los cítricos valencianos, sí que se ha lamentado que Rusia es un país que año a año incrementa sus compras, y el campo valenciano no está para perder ni un solo posible cliente en un entorno de desmoronamiento de precios.

Pero cabe recordar también que otro producto estrella del campo valenciano, el caqui, al que muchos han recurrido arrancando sus campos de naranjos (como el mismo presidente de las Corts, Juan Cotino), tampoco se verá beneficiado de las ayudas europeas. La cosecha del caqui llegará antes que la de la naranja, y en este campo se verán los primeros síntomas.

Desde AVA ya se pronosticaba que el veto ruso iba a suponer una pérdida de 140 millones de euros para los agricultores de la Comunitat Valenciana, y estos ya se arriman más a otros formaciones políticas desencantados con la gestión hecha por el PP valenciano. Muchos de ellos ya estarán pensando que parte de sus naranjas i caquis se pudrirán en los árboles, porque no vale la pena recogerlos, tras estar perdiendo un mercado prometedor como el ruso, sin ayudas que lo compensen.