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'Después de Kim' confirma la salud de los rodajes en la Comunitat Valenciana con un thriller ambientado en Benidorm
En la modesta pero completa biblioteca del Instituto San Vicente Ferrer de Valencia, en l’Eixample, hoy no hay préstamos, ni un autor presentando su libro, ni consultas en Internet. Por no haber, no hay ni alumnos, que terminaron el curso hace semanas. En las sillas que hace nada servían a los estudiantes se sientan ahora Adriana Ozores y Darío Grandinetti, dos de los rostros y voces más reconocibles del audiovisual actual en castellano. Una veintena de profesionales, en su mayoría valencianos, les rodean, enfocan, graban, iluminan. Todos ellos ruedan una escena clave de ‘Después de Kim’, la nueva película de Ángeles González-Sinde.
Están a punto de terminar el rodaje, después de haber pasado por Buenos Aires y Benidorm. Algunas personas del equipo llevan camisetas de la empresa GRIP Valencia, trabajadores del audiovisual valenciano que hace escasas semanas terminaban otro rodaje muy distinto: ‘En l’eixam’, del director Óscar Bernàcer, rodada en Bejís y alrededores. Y dos días después del rodaje de ‘Después de Kim’ en Valencia, el director Alejandro Amenábar asistía a un pase privado en los Cines Lys de su nueva película ‘El cautivo’, rodada el año pasado en varias localidades de la provincia de Alicante.
Según los números, solo en lo que llevamos de año, València ha acogido 74 rodajes audiovisuales. El año pasado fueron 120 rodajes hasta julio. Series y películas de todos los tamaños, desde una superproducción de Star Wars como ‘Andor’, hasta series como la nueva temporada de La Ruta de Atresmedia con Caballo Films o ‘La viuda negra’ de Bamboo, hitazo de fin de semana en Netflix, pasando por ‘Bodegón con fantasmas’, de Enrique Buleo o ‘La invasión de los bárbaros’, de Vicent Monsonís producida por Stanbrook.
Benidorm como escenario singular y caótico
“Creativamente vivimos un momento muy bueno”, explica a los medios invitados al rodaje de Después de Kim su directora, Ángeles González-Sinde. “Las películas españolas y producidas en España se distribuyen muy bien, en festivales tienen mucho reconocimiento. Creo que habría que animar a las televisiones y a las plataformas a que inviertan aún más en cine, porque luego revierte en espectadores en la televisión y otros muchos dispositivos. La inversión pública siempre tiene retorno, y creo que es ahí donde se puede redoblar la apuesta”.
Cuando habla, González-Sinde adopta por momentos, se diría que involuntariamente, su papel como reconocida gestora cultural. Aunque nunca ha dejado ni de dirigir películas ni de escribir novelas –quedó finalista del Planeta en 2013 con ‘El buen hijo’–, actualmente es presidenta del Real Patronato del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Fue ministra de Cultura del Gobierno de España en la última legislatura de Zapatero, y presidenta de la Academia de Cine entre 2006 y 2009. Por eso no esconde su mirada orgullosa sobre la industria actual: “Ha cambiado mucho, en los últimos diez años ha dado un vuelco sobre todo en lo que respecta a las mujeres en el cine. Cuando yo empecé no había casi directoras y ahora, aunque no se alcance aún la paridad, somos muchas más”.
¿Pero, por qué rodar en la Comunitat Valenciana? En su caso no tiene nada que ver con exenciones fiscales, ni gestiones con la València Film Office, ni escenarios únicos como fue el caso de la serie galáctica de ‘Andor’, pues el Museu de les Ciències era un edificio clave del ficticio planeta Coruscant en la serie. ‘Después de Kim’ se rueda aquí porque no podría acontecer en otro sitio.
La directora de cine cuenta que es el escenario natural de su historia: “Yo paso mucho tiempo en la Comunidad Valenciana, y de hecho tengo mi casa en Altea. Hace unos años, leyendo las noticias, vi una sobre una mujer hallada muerta en Alfàs del Pi. Inmediatamente pensé en cómo reaccionaría su familia, como procesaría aquello”. Por otra parte, “siempre me ha llamado mucho la atención ese entorno que hay en Benidorm, donde comunidades muy distintas viven juntas, a veces pared con pared, pero en universos paralelos.Y con ese detonante imaginé cómo sería aterrizar en Benidorm, con ese ambiente amable de vacaciones, viniendo de otro país a gestionar una noticia tan terrible como la muerte de una hija”.
En la ciudad de Valencia el equipo de González-Sinde han rodado especialmente interiores. Los exteriores corresponden casi todos a Benidorm. También en determinadas calas de la Costa Blanca y en el Parque Natural de la Serra Gelada, donde transcurre el final de la cinta. “Pensábamos que iba a ser mucho más complicado de lo que ha sido rodar en Benidorm en verano, con tanta gente por la calle, o por la noche en sitios con un montón de pubs ingleses que es una locura… pero la verdad que la gente ha sido muy colaboradora”, cuenta la directora. “En el fondo hemos tenido las dificultades que pensábamos que íbamos a tener: si ruedas en el paseo marítimo a las doce del mediodía, pues es difícil”, describe, “había un reto logístico en el hecho de rodar en las calles de Benidorm. Tú no puedes interrumpir la vida de Benidorm porque estés haciendo una película. Y a la vez queríamos reproducir esa vida de la ciudad, tan particular que en cuanto lo fuerzas un poco ya se ve como algo construido”.
Adaptarse a uno mismo
‘Después de Kim’ fue primero una novela escrita por la propia González-Sinde, publicada en Duomo ediciones en 2019. La película, que dirige supone el reto de adaptarse a sí misma. “En una novela tienes más tiempo y más profundidad para contar una historia. A mí me interesaba contar la historia de un matrimonio en el momento presente, pero también poder saltar al pasado. Eso es la diferencia fundamental con respecto a la novela: que tú allí les conoces cuando eran novios en la facultad. Y aquí no”, explica la autora y directora.
La historia narra el reencuentro de Juan y Gloria, los personajes de Adriana Ozores y Darío Grandinetti, que viajan de Buenos Aires a Benidorm tras conocer el asesinato de su hija Kim. Ninguno de los dos mantenía contacto con ella desde hacía años, pero tampoco entre ellos: se divorciaron dos décadas atrás y desde entonces han evitado cualquier acercamiento. Esas dos personas, ya desconocidos, deben tratar de averigüar qué le pasó a su hija al tiempo que tratar de reconstruir por lo menos cierto trato el uno con el otro.
“Lo más impresionante que hemos vivido”, cuenta la actriz Adriana Ozores, “es que Benidorm es una ciudad en la que te puedes sentir aplastado, recorrido por la ciudad. Y eso encaja con el estado de los personajes”. Según la ganadora del Goya, a los protagonistas “les están pasando cosas muy por encima del escenario: estan viviendo un duelo, y no un duelo normal sino el de un asesinato. Y además el de una hija a la que no ven desde hace diez años. Es una especie de tsunami emocional”.
Darío Grandinetti, por su parte, cuenta que Benidorm es “un marco para el espectador”. Y que lo que trasciende es “contar esta historia rodeados de gente divirtiéndose porque genera un gran contraste”, tanto en sus interpretaciones como en los espectadores. “La historia es trágica: una investigación a partir de una tragedia durante la cual aparecen los conflictos personales de ellos dos. Y, a veces, uno se pregunta si las rencillas entre los dos personajes están por encima del drama. Pero es que, a veces, lo están porque la mente extraña y cuesta mucho hacer los duelos”.
“Es una historia de afectos sobre si se pueden reconstruir los afectos”, resume Ángeles González-Sinde. “Qué tipo de afectos queda en este mundo en el que cambiamos de pareja constantemente, es difícil tener estabilidad, los vínculos se deshacen, las circunstancias económicas te hacen emigrar… La película reflexiona sobre si sirve para algo esa inversión en afecto que hicimos en el pasado. Si hay algo que nos sigue uniendo o no”.