Nostalgia de derecha
“Germans de l’altra banda, jo sempre he amat la lluita,
mai he pogut dependre la vida sense versos.
Però, a vegades pense, la veritat exacta
és la vostra o la meua? Veurem de meditar-ho.“
Jaume Bru i Vidal. “Retrobament”, Sagunt,1961
Estos días de tensión pandémica y caos electoral en la Casa Blanca, Washington, se ha dejado caer en València, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado del ministro de Fomento, José Luís Ábalos, por la Comunitat Valenciana. Para anunciar – no la solución el estado de infrafinanciación del País Valenciano—que en el proyecto de Presupuestos para 2021, se subsanan algunas de las reivindicaciones de los valencianos. Al tiempo se han constituido conciliábulos para afrontar la restauración y la resiliencia del territorio y el Cap i Casal. La ciudad de València aprobó su comisión reparadora en julio por unanimidad. Un ejemplo de sinergia y compromiso para no perder tiempo. Lo importante de las comisiones es que sean eficaces. El consenso de las fuerzas políticas se ha concitado alrededor de los Presupuestos de la Generalitat Valenciana en estos tiempos de infección.
Añoranza
No estamos para bromas. Se ha editado en castellano el magnífico libro, “Melancolía de izquierda”, del historiador y eminente profesor italiano, Enzo Traverso. La “Malenconia de sinistra” del autor de “Las nuevas caras de la derecha”, parece más encuadrada en el concepto de nostalgia. El libro de Traverso es un recorrido por las secuencias que conformaron la izquierda en el continente europeo de posguerra, desde su visión sociológica, cultural, política y humana. El ensimismamiento de la izquierda, Traverso lo sitúa en su fase aguda coincidiendo con la caída del enjambre soviético en 1989. El derrumbe del Muro de Berlín y la reunificación de Alemania abrieron paso a una nueva etapa en la historia mundial. El disloque de la guerra fría llega hasta la caída de la Torres Gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2011. El glamour de la izquierda ideológica europea había sido desplazado por el islamismo y la Yihad, fenómeno que sigue amenazando en nuestros días. Atentados en Francia y Austria con la angustia permanente en Alemania y Reino Unido, de la que no se escapan el resto de países miembro de la Unión Europea. Un cuchillo o un camión son suficientes, además de las armas automáticas, para extender el pánico por el hemisferio occidental.
Tensiones
La guerra sorda prosigue su acción infernal. La pandemia de la Covid-19, en su segunda ola, es caldo de cultivo para exacerbar la tensión y golpear la estabilidad de las sociedades avanzadas. Nadie se escapa. El Reino de España y la Comunitat Valenciana no esquivan los efectos de la onda expansiva. La presencia española en virtud de su pertenencia a la Unión Europea y la participación valenciana en su encaje en el conjunto del Estado español, donde se ha puesto de moda el concepto inclusivo de la gobernanza. El Consell de PSOE- Compromís-U. Podemos, escenifica a modo de ejemplo a seguir para el resto de España. Buenos pero no tontos.En la Generalitat Valenciana, resultante del acuerdo del Botànic, todo no son flores y parabienes. Hay tensión entre los socios mayoritarios. Las escaramuzas se intensifican en la institución del Consell Jurídic Valenciá a raíz de la dimisión de su secretario, Joan Tamarit, vinculado a Compromís. Ximo Puig lo quiere sustituir por persona de su confianza, sin respetar el acuerdo que existía entre socios. Ya ha transcurrido más de un año desde las últimas elecciones autonómicas, el PSOE se siente fortalecido—hasta ahora—por la gestión de la pandemia y se crece de cara a los comicios de 2023.
Espíritu de Morella
El Espíritu de Morella, contemporizador y dócil, ha alumbrado su hijo más querido: la Vía Valenciana. Rememora la figura incontestable del mejor exministro de Sanidad de todos los tiempos, Ernest Lluch. Eminente político catalán asesinado por ETA en 2000. Vinculado a la corriente universitaria del conseller d’Hisenda, Vicent Soler. Lluch fue el máximo responsable de que el socialismo valenciano desembocara en el PSOE, tras pasar por los calabozos de la jefatura de Policia de Valencia. Por conspirar en la Casa de Ejercicios de los Jesuítas, con las fuerzas democráticas valencianas cuando empezaron a volar solas. La Vía Valenciana – que ideó Alfons Cucó—es la verbalización del Espíritu de Morella de Ximo Puig. Con marca y estilo que se jalea en Barcelona, desde la derecha con admiración. Ahora ha sido apadrinado por Pedro Sánchez, sin Pablo Iglesias, con el entente cordiale de José Luís Ábalos, contrafuerte de Puig en la Comunitat Valenciana. En este cuadro de la familia socialista reconciliada no asoman ni Compromís, ni U. Podemos.
Sin rumbo
Y mientras el espectro de la derecha sigue desnortada desde el rebote de Pablo Casado en la Moción de Censura a Sánchez, contra Santiago Abascal y Vox. Compañeros de viaje en tantos pactos de gobierno— en Madrid—y correligionarios en el PP, junto con los cuadros directivos de Vox. Todos militaron antaño en las filas populares. La derecha en España parece encontrarse en un callejón sin salida, víctima de sus contradicciones. A pesar de las incondicionales apoyaturas del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, inclemente en sus reprimendas plañideras al Gobierno en tono funerario.
Sin hueco
A la derecha dominante del PP no le queda espacio en la utópica aproximación al centro de la política española, ahora capitalizado por Pedro Sánchez, flanqueado con un Pablo Iglesias que, vestido con chaqueta y corbata, se dispone a la conquista de los cielos. No hay problema, porque, de momento, de conforma con la izquierda del olimpo. La derecha valenciana personificada en Isabel Bonig, María José Catalá, Fernando Giner y Toni Cantó padece el mal de la impaciencia precipitada sin calado. O se olvidan de Vox y buscan el talismán de la derecha liberal, hueco que queda para las próximas confrontaciones electorales, o se quedan sin espacio.
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