“A una banda és la llei que el just delera;
a l’altra la cobdícia de qui creu
pot limitar-li el dret a l’energia,
–suor sembrada amb llur perllongament–.
M’escolte endins i sent sang agitada“.
Matilde Lloria, València-Almansa.’Per saber entendre’, 1960
La maniobra hostil para absorber al Banco de Sabadell desde el BBVA forma parte de una operación de mayor calado: cuanto más poder mejor, si es en pocas manos. Más poderío centralizado y menos periferia ¿Esta OPA será la última? ¿Se impondrá el poder económico sobre el poder político? ¿Si resulta contraria al interés general de la sociedad es legítima o es amoral? ¿Es amoral que Carlos Mazón siga al frente de la Generalitat Valenciana? ¿Quién apoya a Paco Camps para derribar a Carlos Mazón? ¿La cristiandad? ¿Quién paga la fiesta y con qué propósito? El concepto de Generalitat viene de la porfía en el interés mayoritario de los ciudadanos, que no súbditos. No se trata de que una facción socioeconómica e ideológica blinde su uso del poder pateando el sentido común y los principios éticos elementales. Imponer es sectario y quien sufre es la gente. Los políticos pasarán, los señores del dinero cambiarán, pero los ciudadanos y el País Valenciano seguirán estando ahí. Son y serán más allá de todos ellos.
Doblan las campanas
La OPA del BBVA al Banco Sabadell tiene sus claves. Desde tiempo atrás –2008 y sus consecuencias– los resortes financieros resultaron trastocados. A partir de la crisis provocada con proyección mundial por la agencia de inversión estadounidense– USA la gran nación que está consiguiendo el desbarajuste mundial a manos de Donald Trump en 2025– Lehman Brothers inició el derrumbamiento en serie del mercado internacional bancario. La mayor quiebra, nunca ocurrida en todo el mundo. Hasta aquel cataclismo, el sistema financiero hispano se distribuía a partes iguales entre Cajas y Bancos, a un 50%. Aquel desacato sectorial no se puede olvidar que costó a los españoles 78.833 millones de euros. Los que puso el erario público para sanear y salvar a un colectivo con nombres y accionistas. Quienes en 2025 alcanzan los más abultados beneficios de la historia en los recientes ejercicios.
Bancos contra cajas
Los beneficiados de la desaparición de las Cajas de Ahorro importantes fueron los Bancos, que pasaron de controlar la mitad del mercado a captar el 95% del ahorro de todos los españoles y su trasiego. Una tarta tentadora. Basada en un mito y otra verdad a medias, el sistema bancario español ha ido reduciendo sus marcas hacia la concentración. Con el consiguiente enriquecimiento de sus altos ejecutivos y seguramente de sus accionistas y propietarios. No es el caso de los clientes y de los ciudadanos que ven como el servicio, la consideración, el trato y las comisiones se modifican constantemente en su contra. En detrimento de sus intereses. Si la quimera que perseguía Miguel Hernández en sus versos era dilucidar, ‘en el alma’, de quien eran los olivos –si del aceitunero o del amo– queda claro que el dinero que mueven los Bancos es de sus clientes. Los que acaban poniendo el dinero, a través de su Estado, cuando los Bancos y Cajas naufragan por su mala cabeza o por su avaricia.
Oligopolio
El segundo mito a desmontar es la concentración bancaria en aras a la solidez de las entidades para competir en el mundo globalizado. El que Trump destroza también en contra de sus intereses y el de las empresas de los USA. En España, en este momento, de facto sólo quedan cuatro bancos y medio. Están bastante concentrados: CaixaBank, Santander, BBVA, Banco Sabadell – en la cuerda floja– y Bankinter, vinculado al Banco de Santander. Sólo hay que ver las cuentas de resultados y los cuantiosos beneficios, en su ambición desmedida, con respecto a los restantes del montón que van cayendo poco a poco.
Monopolio
En este contexto se mueven los últimos estertores de la OPA de BBVA al Sabadell y su repercusión para la geopolítica española, para los distintos territorios, para las empresas y los clientes. También para el futuro que les espera a los españoles. En los tiempos que corren disponer de una cuenta bancaria no es libre ni opcional. Son muchos los españoles que tienen más de una para alternar y escoger. ¿Qué pasará cuando de cuatro Bancos con implantación en el territorio español, sólo queden dos o uno? Los españoles – incluidos los independentistas– tendrán que caer en manos del Santander o de CaixaBank, de ser estos los vencedores o de uno de los dos, cuando llegue el pleno monopolio del sistema bancario español –hoy en oligopolio de hecho– en perjuicio de empresas, profesionales, autónomos y ciudadanos.
A por la periferia
Los valencianos han resultado duramente golpeados por la práctica desaparición de su sistema financiero autóctono: Bancaixa, CAM, Banco de València y las Cajas Rurales. Los veteranos del lugar aún recordamos cuando los Bancos más considerados y empáticos mandaban al País Valenciano una vez al año o dos a sus directivos. Alguna vez hasta a su presidente – Banco de Sabadell (Joan Corominas y su director general, Josep Oliu i Pich) o Banco Central– para dar cuentas de sus ejercicios y resultados. De la cuantía de sus depósitos captados en el territorio y de sus inversiones en la zona. Los valencianos han visto desaparecer sus Bancos y sobre todo sus Cajas, absorbidas o fusionadas en grandes corporaciones bancarias que, como se ve, no se sienten satisfechas con el botín que atesoran. La decisión sobre la OPA que pretende el BBVA es únicamente política y está sometida a excepcionales presiones. No sólo por parte del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, que es mucha, sino que está multiplicada desde el sector bancario en su conjunto para preservar su derecho a concentrarse, por parte de los accionistas decisorios, de los partidos políticos que se venden al mejor postor sobre todo contra el gobierno de Pedro Sánchez, del sistema establecido bajo premisas libertarias, de los organismos opinantes –Banco de España y CNMV-, los medios de comunicación (dependientes del mercado publicitario) que se mueven en la órbita del Banco pretendiente – la cadena de medios Vocento, está en sus manos– y otra prensa que tienen accionistas afines o deuda bancaria en manos de quienes controlan la Asociación Española de Banca. Si se analiza esta operación no se puede ignorar el componente geopolítico. Si de dos Bancos de origen e implantación catalana queda uno ¿quién se beneficia? El que quedaría: Caixabank. Sin embargo, La Caixa y sobre todo su cúspide, presidida por Isidro Fainé, saben que detrás de la OPA hay una operación política para restar resortes de poder a Catalunya. Si triunfa la OPA el BBVA pasa a ser el mayor Banco de España. Centralismo contra periferia. El PNV calla. En la que se alían el poder financiero, como instrumento del poder político, con los partidos españolistas que ostentan la mayoría: Partido Popular Español. Vox y el Partido Socialista Obrero Español aliado con Sumar y Podemos. Todos ellos partidarios o implicados en la centralización política y territorial que galopa sin freno por ‘España, España’.
Amoralidad
Los valencianos si se consuma la OPA- BBVA sobre Banc Sabadell, saldrán perdiendo porque una parte del Banco absorbible proviene de la CAM (Caja de Ahorros del Mediterráneo). La sede del Sabadell, hasta hace unos meses estaba en Alicante. Su implantación en el País Valenciano es bastante superior a la del resto de España. Este sería un daño moral que afectaría a los valencianos, sin mayores consecuencias. Hay asuntos amorales que afectan con peores augurios a los valencianos. La gravísima desfachatez del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón y del partido al que pertenece y lo sustenta, el Partido Popular, después de casi siete meses de la Dana que asoló varias poblaciones y polígonos industriales con 228 muertos y más de 600.000 afectados. Carlos Mazón cesó de hecho, por su incompetencia e incapacidad para gestionar la catástrofe, el 29 de octubre de 2024 y aún sigue aparentando que ejerce las responsabilidades de la máxima autoridad del País Valenciano. Lo apuntala el cinismo de su formación política, el PP, que se rige por los datos que le aportan las encuestas sobre intención de voto y el convencimiento de que las personas afectadas, por las avalanchas de agua y lodo, no son mayoritariamente votantes del PP y Vox. Maquiavelo era mucho más humano y ético que quienes se basan en estos criterios para evitar la salida–cese o dimisión– de un presidente inconveniente y tóxico de la Generalitat Valenciana. Institución que pierde con actuaciones como ésta y la de los restantes presidentes del Consell pertenecientes al PP que se han sucedido desde 1995. Los valencianos no se merecen semejante desprecio ni a su dignidad ni a la credibilidad de las instituciones autonómicas, cuya degradación sólo favorece a las tesis anti autonomistas y anti valencianas del PP y Vox. Van a saco para desvitalizar la lengua y la cultura de los valencianos.
Camps frente a Mazón
En la escalada de amoralidad que sucede en el País Valenciano, sus ciudadanos tienen que soportar la tentativa de recuperación de Francisco Camps, expresidente de la Generalitat. Tuvo que dejar indignamente el cargo presionado por Mariano Rajoy, presidente entonces del Partido Popular, por su implicación en varios casos delictivos que salpicaba y comprometía la honorabilidad de su formación política. Se dice que en política todo vale. Para arrebatar el poder, aunque sea con infamia. Los valencianos no necesitan la constatación de sentencias de culpabilidad penal para calificar las conductas indignas de quienes ejercen cargos públicos sin principios éticos. Algunos han pasado por la cárcel y otros están pendientes de entrar en prisión a pesar de sus artimañas judiciales (Eduardo Zaplana). Conviene recordar que Francisco Camps en una floritura procesal, no fue declarado inocente, para dejarlo en el eufemismo de ‘no culpable’. Por los mismos hechos que otros acusados habían reconocido la culpabilidad y cumplieron condena. Aunque la Justicia decidiera exculparlo, la opinión pública valenciana se siente mancillada por la actuación amoral de relanzar la figura de Francisco Camps, tan solo por las desavenencias internas en el Partido Popular. Grupo político desacreditado por sus vacilaciones cuando debía descabalgar a Carlos Mazón de la presidencia del PPCV y del Consell de la Generalitat. ¿Cómo puede seguir ocupando el cargo una persona que no se atreve a comparecer en público y rehúye su presencia ante los ciudadanos para que no lo insulten y pidan su dimisión? Los valencianos tampoco están dispuestos a soportar la afrenta de que el cargo de vicepresidente de la Generalidad lo ostente el teniente general en la reserva, Francisco José Gan Pàmpols, con pretensiones de independencia al ejercer un cargo público designado por un partido político. Hecho insólito en la historia de la democracia española para un cargo en el ejecutivo autonómico desde la promulgación de la Constitución de 1978.
La amoralidad a la hora de protagonizar y calificar las actuaciones políticas se extiende y contamina a las instituciones y entidades económico-empresariales (CEV, AVE, Cámaras de Comercio, Confederación de Cooperativas). Las que aceptan y aprueban con su silencio la ausencia de principios éticos y la permanencia de personajes que se encaraman al poder en base a estratagemas impropias de un Estado miembro de la Unión Europea y con medio siglo de trayectoria democrática. En la que hay que apartar la amoralidad del ansia desmedida de poder grupal a toda costa. En ningún caso mediante la afrenta continuada a la dignidad de los ciudadanos. Con ofensa a su autoestima y menosprecio a su inteligencia.