Llega la primavera: 14 consejos para combatir la alergia al polen

Fotografía de archivo de una abeja buscando polen en un almendro. EFE/Salas

Jordi Sabaté

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Llegará la primavera en breve y con ella los días más largos, un aumento de la temperatura y también de la humedad ambiental, con mayores lluvias. Fruto de ello, el mundo vegetal que nos rodea despertará a la floración y reproducción, que en casi todos los casos implica la mediación de insectos o del viento.

De tal suerte, el aire se llenará de partículas de polen activas, así como de pequeñas semillas que viajarán gracias al viento para diseminarse. Y aquí es donde entran en juego, en una estación que para muchos es motivo de alborozo, las alergias primaverales, tortura para no pocas personas.

De acuerdo con la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), unas 8 millones de personas sufren de alergia al polen en nuestro país, cifra que equivale al 17% de la población.

Es una alergia que nos hace lagrimear, sorber, respirar con pitidos o tener los oídos tapados, enturbiando nuestra calidad no solo de vida sino también de sueño, convirtiendo, en definitiva, la primavera en una pesadilla. Hasta el punto que bien podríamos suscribir el verso de inicio del poema La tierra baldía de T. S. Eliot que reza: “Abril es el mes más cruel”.

Cada vez somos más personas alérgicas

Pero el de la alergia primaveral, y por extensión en todo el año, es un problema que no para de crecer. LA SEAIC estima que esa cifra podría aumentar hasta los doce millones dentro de una década.

Entre los motivos de este aumento están el cambio climático, que extiende cada vez más los periodos de floración hacia finales de invierno y primavera, así como la desaparición de la biodiversidad vegetal, con predominancia de los monocultivos, lo que da preponderancia en el aire al polen alergénico de especies como el olivo, el ciprés, el pino, el abedul, etc.

Además, el abandono de la dieta mediterránea también está afectando a nuestra flora intestinal, que es un gran punto de control de los procesos autoinmunes. Cuanto más pobre en diversidad es la flora intestinal, mayor número de proceso autoinmunes se desatan.

Entre ellos las alergias, que son el modo en que nuestras defensas atacan a los cuerpos extraños, en este caso el polen, responsable del 80% de las alergias primaverales, además de activar la sensibilidad a otro 20% de posibles procesos autoinmunes.

Según cuenta Alicia Armentia Medina, catedrática de Alergia en la Universidad de Valladolid, “gracias al desarrollo de la biotecnología los cultivos se han modificado para incorporar proteínas de resistencia a patógenos (virus, hongos, bacterias) que son un arma de doble filo, porque con nosotros se han comportado como los alérgenos más agresivos”.

Por otro lado, Ignacio Dávila González, médico alergólogo y actual presidente de la SEAIC, declaraba en este reportaje de ConsumoClaro que “se ha comprobado que, por ejemplo, algunas de las partículas derivadas de los motores de combustión, sobre todo los diésel, aumentan la respuesta del organismo a los pólenes”.

En esta misma línea, la SEAIC informa en un documento de que “los pólenes de zonas contaminadas generan nuevas proteínas denominadas 'proteínas de estrés' que tienen una mayor capacidad de estimular la respuesta alérgica de las personas”.

Lo cual explica la mayor prevalencia de alérgicos en grandes ciudades respecto a entornos rurales, donde paradójicamente el polen está muchos mas presente.

Es decir, que hoy son cada vez más los factores que desatan alergias y sensibilizan a nuevas personas que antes no eran alérgicas. No obstante, aunque no podemos evitar la alergia, sí que tenemos en nuestra mano minimizarla con ciertas estrategias para disminuir la carga de polen del aire que respiramos.

14 consejos para aminorar la alergia primaveral

  1. Evitar la naturaleza en épocas de polinización de la planta que nos afecta. En las web antes comentadas podemos conocer los niveles de polen y así evitar llevarnos un disgusto.
  2. Si tenemos alergia por contacto, algo no tan frecuente, evitemos cortar el césped o la hiedra, así como estar en jardines donde se pode.
  3. Los días de sol y viento no son idóneos para los alérgicos, pues la humedad es baja en el aire y ello favorece la dispersión del polen. Mejor quedarse en casa.
  4. En el hogar, sobre todo en las habitaciones y en contra de la norma, no ventilaremos o al menos evitaremos hacerlo en las horas de sol. Si acaso lo haremos al atardecer. Por la noche, aunque apriete el calor, cerraremos las ventanas. Además, no es mala idea humedecer la habitación con un spray antes de ir a dormir para hacer que el polen se precipite.
  5. Hay que aplicar la aspiradora con rigor en alfombras y moquetas, usando filtros HEPA antiácaros.
  6. Sacudiremos bien las cortinas, mantas o edredones de plumas y otros materiales que retengan polvo y los lavaremos con frecuencia.
  7. Los peluches, si tenemos hijos pequeños, también los lavaremos a menudo.
  8. Y nuestros familiares de cuatro patas -perros, gatos, conejos, etc.-, sobre todo si son de pelo largo, se abstendrán de entrar en las habitaciones durante la primavera, ya que en su pelaje es seguro que el polen se ha acumulado. No es mala idea en esta época lavarlos con algo más de frecuencia, dado que también frecuentan más la naturaleza.
  9. La ropa a la secadora y si no, en un tendedor dentro de casa; si la secamos fuera, será como un caballo de Troya: nos meterá el polen en casa.
  10. Si somos alérgicos nuestro aparato respiratorio estará más sensible y en consecuencia no debemos frecuentar ambientes contaminados de humo de tabaco.
  11. El dormitorio ha de estar una temperatura algo baja y seco, ya que los ácaros del polvo son muy persistentes -el polen puede aumentar la sensibilidad a ellos- y se multiplican mejor cuando hay una humedad del aire entre 75% y 80% y una temperatura de 21 °C o superior. Son escasos en lugares secos y mueren cuando la humedad del aire baja de entre el 40% y el 50%.
  12. No conduciremos con las ventanas abiertas y si vamos en moto lo haremos siempre con gafas de sol o la visera del casco bajada.
  13. En la calle, llevaremos unas gafas envolventes que nos eviten el contacto de los ojos con el polen, y si tenemos problemas respiratorios usaremos una mascarilla de pintor.
  14. No descartemos acudir a un alergólogo, ya que puede recetarnos un medicamento o vacuna que neutralice los efectos del polen y de paso haga que los pasos explicados anteriormente sean innecesarios.

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