Diez remedios que no evitarán que te piquen los mosquitos

Mosquito de la especie 'Anopheles_stephensi' que se alimenta también de sangre humana

Jordi Sabaté

Ya están aquí y seguro que los has notado en tus brazos, tu nuca o tus piernas, incluso entre ceja y ceja puede que te hayan descerrajado una estocada de su molesto aguijón. Son los mosquitos, los amos de la noche. Salen de su escondite al caer el sol para forrarnos de agujeros e histaminas que nos provocarán incontables escozores.

En realidad solo son las hembras, que precisan de ciertas proteínas de nuestra sangre para que sus huevos fecundados se desarrollen adecuadamente. Y salen de noche porque, como los vampiros, rehuyen el sol y todo lo que sea claridad. Desde luego están más cerca ellos de el Conde Drácula que los inocentes murciélagos.

Su secular presencia en nuestros veranos nos ha generado no pocas molestias; hoy son solo picores y algún brote alérgico más o menos molesto, pero antaño transmitían numerosas enfermedades muchas veces mortales, como el paludismo, que hacía que en muchos sitios de la península a las zonas de marisma y aguas estancadas se las denominara 'fiebres'. Adicionalmente, en la actualidad se suma la amenaza de el mosquito tigre y la trasmisibilidad del virus del zika.

¿Qué podemos hacer para protegernos de ellos? Hace un mes ya te contamos nueve trucos para que no te piquen los mosquitos. Ahora queremos relatarte otros diez sistemas que no se han demostrado demasiado útiles, incluso algunos inútiles del todo, ya sea porque se exageran sus efectos, se aplican mal o directamente son un timo.

1. Comer menos dulces

Es famoso el mito de que “tener la sangre dulce hace que te piquen los mosquitos”. Aunque esto no es cierto, hay cierto fundamento en el malentendido, ya que los mosquitos detectan la cantidad de ácido láctico en el sudor, y este procede de la fermentación de los azúcares exudados a través de la piel por parte de las bacterias dérmicas. Incluso es cierto que estos azúcares proceden de la sangre.

Sin embargo, no es la carga glucémica la que determina el traspaso de azúcares a las células dérmicas para que los exuden, sino factores genéticos relacionados con el tipo de sangre. Al parecer, el tipo 0 les interesa más que el tipo A, y casualmente el primero traspasa más azúcares a la dermis. Es decir que la cantidad de azúcar les sirve para saber que hay sangre de su tipo favorito, pero esto nada tiene que ver con que comamos o no mucho dulce.

2. Usar pulseras antimosquitos

Las pulseras antimosquitos son un medio-timo, pues contienen sustancias repelentes que, en efecto liberan, pero su eficacia se limita a las zonas con las que están en contacto. Es decir que si la tenemos en una muñeca, no funcionará en la otra y mucho menos en el tobillo. Para ir bien protegidos deberíamos llevar más pulseras que Pocholo Martínez Bordiu en Formentera.

3. Los ultrasonidos

Los aparatos de ultrasonidos que se instalan en un enchufe en la pared de la habitación son directamente un timo, tal como demuestran cada vez más investigaciones, como esta realizada en 2011 en la Universidad de la Habana. Los sonidos de alta frecuencia, que nosotros no oímos pero supuestamente los mosquitos sí, no les afectan cuando van a la caza de nuestra sangre. Incluso Facua pidió en 2012 la retirada del mercado de estos aparatos.

4. Los repelentes

Los repelentes sí funcionan, pero un rato, hasta que se evapora la sustancia que nos hemos puesto en la piel. Y la duración del aroma variará según la temperatura, el sudor, el tipo de piel, la exposición al sol, etc. Puede durarnos un cuarto de hora, media hora o incluso una, pero si queremos estar bien protegidos deberemos aplicárnoslos continuamente y oler todo el rato a geranio y a salsa de pesto. Si a los mosquitos les gusta nuestra sangre, sabrán esperar.

5. Las aplicaciones de móvil antimosquitos

Son una derivación perversa de los aparatos de ultrasonidos, pero están presentes tanto en las tiendas de aplicaciones de iOS como de Android y en teoría hacen que el móvil emita ultrasonidos que espantan a los mosquitos. Otro timo.

6. Las barritas de incienso

Tradicionalmente se ha usado el humo para espantar a los mosquitos, pero el objetivo era más disimular el olor humano que no repelerlos. Ahora bien, los aromas del incienso clásico al parecer no molestan a los mosquitos. Eso sí, perfuman el ambiente para una cena romántica.

7. Las espirales de piretrina

Otro cantar es el llamado 'incienso para mosquitos' o piretrina, una sustancia vegetal que al quemarse actúa como humo repelente. Se vende en espirales que se queman encima de una mesa y evitan la presencia de mosquitos... de la mesa para arriba. Porque el humo sube y los mosquitos pueden volar bajo hacia nuestros tobillos, donde el humo de la piretrina tal vez no llegue, especialmente en exteriores y cuando pase la brisa. Por otro lado las espirales de piretrina pueden ser contraproducentes en interiores.

8. Las velas de citronella

Sucede exactamente lo mismo que con las espirales; la citronella es una esencia de algunos geranios con un gran efecto repelente de mosquitos, al igual que el aroma de la albahaca. Pero se emite en forma de humo y a no ser que quememos la vela debajo de la mesa y nos invada a todos la fragancia, no estaremos totalmente protegidos, especialmente si corre la brisa. Por otro lado, la brisa sí molesta a los mosquitos, pues no les permite identificar el olor con la posible victima que lo emite.

9. Rodearte de plantas aromáticas

Geranios, citronellas, albahaca, etc., son en efecto plantas con aromas que repelen a los mosquitos, pero a no ser que nos embadurnemos con sus hojas, los que estarán protegidos de los mosquitos serán las plantas, no nosotros. Su efecto no es tan potente como para no permitir que se acerquen a no ser que estemos en una habitación cerrada.

10. Los ajos

En algunas partes de España se cuelgan ajos y se dejan platos con vinagre en las habitaciones en verano para repeler a los mosquitos. Pero parece ser que a los mosquitos el olor a ajo no les molesta. Sí lo hace en cambio el de vinagre, aunque de paso también nos molesta a nosotros y nos puede hacer sentir como si estuviéramos durmiendo dentro de una gran ensalada.

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