Las ventajas mentales de planificar tu deporte, tu comida y tu ocio

Darío Pescador

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“Me gusta cuando los planes salen bien”, decía el inefable John “Hannibal” Smith del Equipo A. Sin embargo, para que los planes salgan bien, es necesario tener un plan, y no todo el mundo lo tiene. 

Según las encuestas, solamente entre el 3 y el 20% de las personas hacen planes y se marcan objetivos. En el caso de los propósitos de año nuevo, un tercio los hace, pero solo el 8% los consigue llevar a cabo. A pesar de ello, hacer planes tiene muchas ventajas psicológicas, que con el tiempo se traducen en beneficios para nuestra vida. 

Investigaciones anteriores han comprobado que elaborar planes específicos y visualizar los objetivos estimulan las acciones y la mentalidad necesarias para conseguirlos. Planificar alivia la carga mental de las tareas u objetivos pendientes. Se ha comprobado en estudios que cuando no alcanzamos un objetivo o no completamos una tarea, se queda “activada” en nuestro cerebro y nos provoca pensamientos intrusivos. La sensación de estar lejos de la meta, tener demasiados objetivos al mismo tiempo y estar dando vueltas a pensamientos en lugar de actuar son los frenos más habituales.

Hasta hace un tiempo se pensaba que la única forma de librarse de esos pensamientos recurrentes, normalmente en forma de culpa, era, bueno, cumplir con el objetivo. Pero no es necesario. Nuevos estudios demostraron que hacer planes para conseguir un objetivo elimina por sí solo los pensamientos intrusivos. El cerebro se enfoca en el plan, y se olvida de lamentarse por no haber conseguido la meta. 

Quizá gracias a esta liberación de recursos mentales, planificar reduce la ansiedad, aumenta la confianza y nos vuelve más efectivos. Esto a su vez repercute en otros ámbitos de la vida: tenemos más tiempo para la familia y las relaciones sociales, limita la incertidumbre y facilita la concentración. Todo esto tiene un efecto secundario importante: planificar reduce el estrés, incluso cuando los planes no salen bien y no se alcanzan las metas.

Estas son algunas de las formas en las que tener un plan puede ayudarnos en nuestra vida fuera del trabajo:

Ejercicio

Para mejorar nuestra condición física son necesarios dos componentes: constancia y sobrecarga progresiva. Para correr más rápido o más lejos, levantar más peso, saltar más alto, o mejorar ese revés, es necesario llevar a nuestro cuerpo cerca del límite de lo que puede hacer, y hacerlo de forma repetida. Se ha podido comprobar que entrenar con un plan, cualquier plan, para alcanzar un objetivo, proporciona mejores resultados que no tener un plan. 

Esto no quiere decir ponerse objetivos poco realistas, algo que puede ser contraproducente, especialmente en personas que empiezan a hacer ejercicio. Por el contrario, tener un plan ayuda a ser constantes, previene las lesiones, y permite monitorizar los progresos, lo cual es motivador en sí mismo.  

Comida

Comer lo que nos apetece cuando nos apetece es una estrategia que puede salir muy mal, especialmente si somos propensos a la comida emocional, como forma de aliviar el estrés. Por el contrario, planificar las comidas tiene muchas ventajas. En un estudio en Francia se pudo comprobar que quienes tenían un plan de comidas consumían una mayor variedad de alimentos, seguían mejor las directrices para una dieta saludable y, además, estaba asociado a menores probabilidades de tener sobrepeso y obesidad.

Comer lo que sea fuera de casa está asociado a una mayor mortalidad general. Planificar las comidas permite ahorrar dinero, tiempo, reducir el desperdicio de comida y evitar los antojos. 

Tiempo libre

De forma instintiva sabemos que, si no planificamos el tiempo con nuestras amistades, o para nuestros hobbies, nunca tenemos tiempo que dedicarles, especialmente cuando requiere desplazamientos u organización. Sin embargo, los estudios han comprobado que nos resistimos a planificar nuestro ocio porque entonces percibimos que disfrutamos menos de ese tiempo. Planificar, en nuestra cabeza, convierte el ocio en trabajo.

Pero esto solo ocurre cuando planificamos hasta el último detalle, ya que eso nos produce la sensación de que el tiempo es limitado. Las restricciones de tiempo hacen que el tiempo que hemos pasado en una actividad placentera parezca más corto. Por el contrario, cuando la planificación consiste en proteger el tiempo que dedicamos a una actividad de ocio, y durante ese tiempo tenemos flexibilidad para dejarnos llevar, aumenta la satisfacción. 

 * Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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