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El museo de coches frustrado al borde del derribo en el que Chanel grabó 'Toke'

Captura del videoclip de 'Toke', la nueva canción de Chanel

Laura García Higueras

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Chanel aparece en el videoclip de su segundo single, Toke, caminando entre dos filas de coches en un desguace enorme. Al llegar al estribillo, la secuencia se traslada a una estructura cilíndrica flanqueada por muros de hormigón. Esta localización vuelve a aparecer más adelante, en el dance break en el que la cantante y su cuerpo de baile están rodeados por una rampa circular construida con el mismo material. Un escenario singular al que sacan partido con planos cenitales que permiten comprobar la imponente envergadura de la edificación. Si el nuevo tema de la representante eurovisiva llegó acompañado de polémica por ser la canción de la selección española de fútbol para el Mundial de Qatar 2022, el escenario elegido para la grabación de su vídeo tampoco está exento de controversia.

El particular lugar se corresponde con el inacabado Museo de Automoción Eduardo Barreiros, situado en Torrejón de la Calzada (Madrid) junto a Desguaces La Torre, propiedad de Luis Miguel Rodríguez, conocido como 'El Rey de la Chatarra'. Un espacio cuyos 240.000 metros cuadrados de superficie le erigen como el cementerio de automóviles más grande de Europa. Cada uno de los emplazamientos está ubicado a un lado de la Calle Real que conduce desde la Autovía de Toledo a la citada localidad.

Contemplar el desguace desde la vía no permite abarcar su gigantesca magnitud plagada de coches. Una perspectiva que sí concede acudir en autobús gracias a su correspondiente altura, desde la que se vislumbra que las filas de vehículos que se encuentran en su entrada son una ínfima representación de su total.

En frente, sin embargo, el paraje es más desangelado. Tres enormes grúas flanquean el edificio cilíndrico en el que Chanel rodó Toke. Visto desde su fría verja blanca, nada tiene que ver con lo que se contempla en pantalla. En la realidad impera una sensación de abandono, como si la propia estructura clamara para que se retomara el trabajo sobre ella. Es magnética porque las grabaciones -también fue usado por C. Tangana y Dellafuente en su tema Guerrera-, descubren un interior liderado por un hormigón y distintas alturas que permiten diseñar una puesta en escena lucida, original y solemne. Pero le falta algo. ¿Por qué se encuentra en este estado de desatención? La respuesta pasa por los tribunales.

Un intento de dignificar la chatarra

El que iba a haber sido el Museo de Automoción Eduardo Barreiros es obra de los laureados Luis M.G. Mansilla (1959-2012) y Emilio Tuñón (1958), fundadores del desaparecido estudio Mansilla + Tuñón Arquitectos cuya labor fue reconocida con la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes en 2014. Una de sus obras más aplaudidas es el MUSAC de León, que ganó en 2007 el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea. Suyos son también los diseños del Centro Internacional de Convenciones y la futura y controvertida Galería de las Colecciones Reales de Madrid; así como el restaurante Atrio de Cáceres, escenario de uno de los robos más mediáticos de los últimos tiempos. Eso sí, el que más se parece al localizado en Torrejón de la Calzada es el Ayuntamiento de Lalín (Pontevedra), en el que el cilindro es igualmente protagonista de su geometría arquitectónica.

El cabildo sí que fue finalizado, al contrario del museo. El motivo, como señala el arquitecto y urbanista Sergio Jaramillo a elDiario.es, es que la construcción del edificio madrileño es “ilegal, se halla abandonado y debería estar derribado”. Su puesta en marcha fue anunciada el 24 de mayo de 2006. El museo contaría con 31.600 metros cuadrados divididos en zonas de exposición, un auditorio con capacidad para 500 personas y espacios dedicados a la investigación. En su centro estaba planificado que hubiera una estructura en forma de cilindro con fachadas realizadas con coches prensados. Jaramillo compartió en Twitter los planos del proyecto, que muestran la estructura que se ve en el videoclip.

A su presentación acudieron figuras como Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, el alcalde de Torrejón de la Calzada José María Naranjo y la presidenta de la Fundación Eduardo Barreiros -promotora del proyecto- Mari Luz Barreiros. “Es un proyecto que dignifica la chatarra y la convierte en obra de arte”, reivindicó la responsable. Tampoco faltaron los creadores del diseño, Mansilla y Tuñón, ni Luis Miguel Rodríguez, que llevaría a cabo la obra.

Una obra marcada por la ilegalidad

Pese a que se había previsto la apertura del museo para 2008, esta no fue posible. El urbanista señala como razones que “las obras se iniciaron sin licencia y en suelos clasificados como no urbanizables de protección por su interés agrícola y edafológico”, es decir, por la composición del suelo. Una parte del bloque sí que se encuentra sobre suelo urbanizable, pero el arquitecto señala que aún así “no cualquier edificio u ordenación” puede levantarse sobre estos terrenos. “Requiere que se apruebe un plan parcial para que pueda desarrollarse, que determine dónde hay viarios, por dónde discurren en este caso el arroyo de Barahondo [la Confederación Hidrográfica del Tajo denunció que habían soterrado 170 metros sin permiso] y la carretera colindante; y qué protecciones necesitan”, añade. De hecho, al caminar alrededor de la estructura, no hay rastro del mencionado riachuelo, ni tampoco demasiada muestra de naturaleza.

A falta de la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana, que continúa en tramitación, las normas vigentes “determinaban las reservas de suelo para el arroyo y la autovía”, que no fueron respetadas. “Luis Miguel Rodríguez edificó lo que quiso y como quiso”, lamenta Jaramillo, que califica lo ocurrido como “extraño”. “Hay que creerse muy impune para hacerlo. Las edificaciones sin licencia las realiza normalmente alguien construyéndose un chalet en zona rústica. Aquí se trata de un empresario industrial ampliando una nave sin consentimiento”, añade.

Sobre los artífices del diseño, al urbanista le “sorprende” que los arquitectos ignoraran esta cuestión porque “es algo muy evidente. Cuando empiezas a redactar un proyecto de edificación, lo primero que hay que hacer es ver qué permite la norma que se haga ahí”. Teniendo en cuenta que Emilio Tuñón es catedrático en la Universidad Politécnica de Madrid donde él mismo estudió, asegura: “No creo que le diga a sus alumnos que pueden edificar sin licencia. Es una cosa inaudita”.

El empresario arrancó la obra pese a no haber contado nunca con la licencia municipal ni para el museo ni para la ampliación de los desguaces. Acción por la que tanto 'el rey de la Chatarra' como el que fuera alcalde de Torrejón de la Calzada desde 2011, Eusebio García, terminaron siendo imputados. El Gobierno de la Comunidad de Madrid ordenó al regidor en 2017 que ejecutara el derribo de las obras. Al eludir, como explica el arquitecto, “de manera reiterada las indicaciones de los técnicos municipales de la ilegalidad de las construcciones”, el juzgado número 1 de Valdemoro abrió una investigación contra él.

La Audiencia Provincial de Madrid le acabó condenando a 15 meses de prisión y un periodo de inhabilitación de ocho años en marzo de 2021, por un delito de prevaricación urbanística omisiva. No obstante, consiguió no entrar en la cárcel comprometiéndose a sufragar los daños causados. En marzo de 2022 le llegó la condena a Luis Miguel Rodríguez a nueve meses de prisión. En la sentencia, que ha podido examinar elDiario.es, se acordó la “demolición y restauración” del terreno, salvo en caso de que el Plan General de Ordenación Urbana sea aprobado y avale la legalidad de la edificación. El juzgado concedió un plazo de dos años para comprobarlo. Según lo que finalmente dicte el documento, se procederá al derribo o se concederá el permiso para finalizarlos.

La resolución contempla que dentro de las actividades que realizaba la empresa del acusado, Desguaces La Torre S.A., estuvo la compra de las citadas parcelas de Torrejón de la Calzada. Pese a que se le denegó una primera licencia de obra en 2010, comenzó a construir. Al año siguiente volvió a intentarlo, pero las autorizaciones fueron desestimadas de nuevo. “Perfectamente consciente de que estaba actuando sin ningún tipo de autorización y en contra del planeamiento vigente”, Rodríguez continuó con las obras hasta “al menos” 2016, de “forma clandestina”. La sentencia recoge que la transformación “radical y permanente del terreno” la hizo con la esperanza de que en un futuro “fuesen legalizadas” y no por haber accedido a la concesión de las correspondientes autorizaciones en el marco de la legalización vigente. Hechos que el acusado reconoció en el juicio asumiendo la pena solicitada.

La decisión de la Audiencia explica por qué el intento de museo continúa en pie y ha podido ser escenario del videoclip de Chanel. Jaramillo apunta de cara a futuro, y teniendo en cuenta que gran parte está levantado sobre suelo urbanizable, “quizás la mejor manera de sacarle partido sea no derribarlo”, haciendo mención a los costes que tendría demoler lo existente y los recursos ya invertidos a nivel material, energético y económico. Al mismo tiempo, advierte de que “sería un mal precedente que se legalizara. ¿Cómo vas a decirle a un ciudadano luego que no se puede hacer su chalet en el campo si a un empresario se le consiente que desarrolle una ampliación de su industria en ese suelo?”.

El edificio, por su parte, continúa esperando a que se decida su devenir. Por el momento no parece que vaya a brotar demasiada vida de él. No hay rastro de los jardines que iban a rodearle ni viandantes paseando por sus alrededores. Más allá del desguace que tiene en frente, es difícil que nadie repare en su existencia.. Para llegar desde Torrejón de la Calzada a su puerta a pie, cuya distancia es de un kilómetro aproximadamente, hay un pequeño tramo que solo puede recorrerse por el arcén. Hechos que hablan por sí mismos del porvenir del espacio que Chanel hizo lucir en Toke, pero que en la vida real se mantiene como lugar -por el momento- fallido, solitario y expectante.

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