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Cinco lugares mágicos que visitar en París, por el autor de 'París'

Edward Rutherfurd

Edward Rutherfurd

Después de retratar Londres y Nueva York, el intrépido Edward Rutherfurd, seudónimo literario de Francis Edward Wintle, presenta París, una nueva historia donde entremezclan personajes ficticios y reales pero la protagonista es la ciudad. En su paso por madrid, le pedimos que nos hablara de sus lugares favoritos. Esta es su lista:

1. Piensa Hemingway, piensa Scott Fitzgerald, y -antes de coger el funicular de lo alto de Montmartre al Sacre Coeur- vete a ver el cine más bello del que fuera su París. Se llama Louxor y parece un templo egípcio, por dentro y por fuera, y durante décadas fue una ruina. Ha sido restaurado por un grupo de entusiastas y justo acaba de abrir este verano. Serás el primero de todos tus amigos en visitar el último tesoro de los imprescindibles de París. Está en lo alto del Boulevard de Magenta, no muy lejos de la Gare du Nord, y el programa incluye revivals de clásicos del cine internacional.

Después da un pequeño paseo en dirección noroeste al la pequeña y encantadora Place Charles Dullin donde te encontrarás con el Theatre de l'Atelier, donde Anouilh representaba su Antigone durante la ocupación alemana. A dos minutos de allí podrás coger el funicular de Montmartre, ¡salvo que prefieras subir los 222 escalones, claro!

2. Por supuesto que querrás ir al Marais a ver el Centre Pompidou -también conocido como Beaubourg- y la plaza más adorable de París, la Place des Vosges. Si tienes poco tiempo y muchas ganas de ver el Museo Picasso, te vas a llevar un chasco: está cerrado por obras hasta la primavera de 2014. Pero no importa; vete al extraordinario Museo de la historia de Paris, el Musee Carnavalet, donde la colección muestra la vida cotidiana local desde los romanos hasta el siglo XX, y todo en la más deliciosa localización. Te puedes pasar días allí. ¡Yo lo hice!

3. Supongo que el cementerio más famoso del mundo es el Pere Lachaise, en el lado este de París. Allí puedes visitar la tumba de Chopin, y las de Balzac, Oscar Wilde, varios generales de Napoleon y, por supuesto, a Jim Morrison. Si tu inclinación es más bien política, te detendrás en la silenciosa esquina y contemplarás el triste Mur des Federes, donde 147 comunistas revolucionarios fueron ejecutados al final de la Comuna de París en 1871.

Pero cuando te vayas, no vuelvas inmediatamente al centro. Si el día lo permite, cruza el quilómetro y medio del Parque des Buttes-Chaumont. Es un maravilloso y romántico lugar del siglo XIX, con un pequeño lago con barcas, una gruta con cascada y un bonito templo romano al que se accede subiendo una pequeña colina. Lo que más me gusta es que es casi totalmente artificial -como el escenario de una ópera- construido sobre una antigua mina de yeso. Es perfecto para hacer un picnic. Es lo que hacen los parisinos que saben.

4. Cuando visites Quarter Latino en la Riviera izquierda, empieza caminando por la rue Saint Jacques. Es parte del antiguo Camino de Santiago. Visita la linda iglesia de Saint-Severin con sus extrañas y arbóreas columnas y arcos. Continúa unos cientos de metris por la rue Saint-Jacques, cruza el Boulevard Saint-Germain y tuerce a la derecha, hacia el Musee de Cluny. Era la mansión de la Órden benedictina de Cluny, construída sobre unos baños romanos. Dentro está el Museo Medieval. Allí es donde están los espectaculares tapices del Unicornio, que habrás visto en millones de tarjetas. Están suavemente iluminados en una habitación oscura. Las escenas son densas y cautivadoras. Lores y Ladys medievales, cazadores, bosques misteriosos, jardines poéticos, miles de flores y el pálido unicornio. El efecto es completamente mágico, sensual y romántico. Si estás enamorado, tiene suq eir allí. Si no, cuando dejes el museo estarás preparado para enamorarte. ¿Qué más puedo decir?

5. Si hay tiempo para una excursión, entonces visita Malmaison, el pequeño palacete de la infiel mujer de Napoleón, la emperatriz Josefina, que está a unos pocos kilómetros al noroeste del Arco del Triunfo. El lugar evoca fuertemente al emperador Napoleón; cuando fui de niño por primera vez, hasta el guarda hablaba francés con un fuerte acento corso. Si la vida del gran emperador te resulta interesante, ahí que ir allí.

Si puedes escaparte un día entero, entonces conduce una hora y media hasta Giverny, donde la casa de Monet y su jardin están conservados en toda su gloria. Los estudios donde pintó sus nenúfares, el puente, el estanque, todo. En verano, es uno de los lugares más adorables de todo el mundo. Es como entrar en una pintura impresionista, y tienes la sensación de que el propio Monet podría aparecer por el camino en cualquier momento. Si lo hiciera, está claro que se encontraría como en su casa. Incluso puede que te invitara a acompañarle con un whisky, porque eso es lo que le gustaba hacer. Ve a visitarle. Yo lo hago siempre que puedo.

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