La historia de 'El Drogas', o cómo el rock combativo de Barricada se convirtió en emblema de los barrios obreros españoles

“¿Quién soy? Tal vez no sea más que un tipo deforme, que camina torcido para poder ver lo que hay al otro lado”. Son las primeras palabras de Enrique Villarreal, más conocido como 'El Drogas' (Pamplona, 1959), en la película documental que repasa su vida y que está en cines después de su paso por el Festival de San Sebastián. 

Villarreal nació con un nervio en el ojo que no se desarrolló bien. Podría haber sido operado a los 7 años, pero tenía un 50% de posibilidades de quedarse tuerto. Era demasiado arriesgado, así que su madre optó por lo seguro. “Prefirió tener un hijo tonto que uno tonto y tuerto”, bromea. “Ahí comienza la historia de mi caminar característico: tengo que ir torcido para ver la vida equilibrada”.

El documental de El Drogas es el acercamiento íntimo a uno de los grandes emblemas de la música rock de nuestro país, a alguien que lleva casi cuatro décadas dando bofetadas en forma de acordes al sistema que detesta y que todavía hoy, como contaba en una entrevista de elDiario.es, considera que sigue pasando por “un camino de aprendizaje”. Pero el largometraje muestra todo lo contrario: a alguien que ya tiene un nombre escrito con letras mayúsculas en la historia de la música española junto a otras grandes figuras como Rosendo Mercado, que en 2018 se despidió de los escenarios tras 45 años de carrera. Pero ¿dónde comienza todo?

Para hablar de los orígenes de El Drogas hay que retrotraerse hasta principios de los años 60, al barrio pamplonés de la Txantrea, donde el músico llegó con dos años. Aquel lugar, y precisamente durante los últimos años de la dictadura, marcarían un antes y un después para el cantante. Ya de bien pequeño comprobó el poder que tenían las movilizaciones obreras y las consecuencias que, en más de una ocasión, acababa teniendo manifestarse. “Este tipo de cosas las vas mamando y te llevan a una forma de pensar”, confiesa Villareal poco antes de contar cómo más de una vez vio a su padre llegar a casa con el pantalón roto y lleno de sangre. 

De ahí bebe la letra de canciones como Barrio conflictivo, donde el cantante apela directamente a las trifulcas entre las pandillas y la policía de su lugar de origen: “La tortura en los interrogatorios, agresiones, angustia y dolor. La Txantrea, pesadilla siniestra, eres la culpable de querer vivir en paz. En tus calles no hay sitio para ellos. Que se vayan, no los queremos ver”.

Pero, aunque El Drogas ya había dado algunos pasos como cantante, en 1980 este avance sería detenido por un suceso: la mili. Fue allí donde se le ocurrió la idea de un grupo llamado Barricada. Surgió en el contexto de la muerte de Franco, de las revueltas sociales y políticas, de las barricadas de Txantrea, del disco Ace of Spades de Motorhead… Esos fueron algunos de los ingredientes que darían lugar al grupo que años después estaría llenando auditorios en toda España

Antes había que reclutar a sus integrantes, entre ellos a Javier Hernández (Boni). Enrique le descubrió un domingo en el rastro de la Txantrea, subido a un escenario tocando la guitarra mientras el pelo le caía por el rostro. A El Drogas no le hizo falta ni verle la cara: en seguida supo que debía reclutarle para su nueva formación. “Con él tuve una relación como hermanos, estábamos todos los días del año juntos ensayando, metiendo horas, componiendo… Es algo que siempre ha estado ahí: su música y mis letras”, cuenta Villareal. 

En 1982 nace Barricada. Solo dos años después, pasaron de dar pequeños bolos en la Txantrea a llenar auditorios en casi cualquier lugar. “Siempre me ha dado la sensación de que el oleaje les podía llevar por delante”, observa Marino Goñi, productor del primer disco de Barricada.

El golpe de Mikel Astrain

Pero el documental no se detiene solo en los momentos de éxito: también repasa aquellas etapas duras para el cantante. La primera de ellas fue la muerte del batería del grupo, Mikel Astrain, que murió a los 24 años como consecuencia de un derrame cerebral. “Tuvimos una relación como hermanos. Esa persona forma parte de mí, y será para siempre”, lamenta Villareal.

El Drogas tampoco puede ser entendido sin su familia, especialmente sin Mamen Irujo, su “socia”, como él mismo la llama. Por eso después del cantante es la figura que más aparece en el documental: es la coprotagonista de la vida de Enrique, y también la responsable de ponerle los pies en el suelo cuando tocaba. “Hubo una temporada en la que estaban muy subiditos. Lo entiendo, porque estás fuera y eres el centro de atención. Te vas a encender un cigarro y tienes cuatro o cinco. Todo el mundo te alaba. Y es difícil llegar a casa y que te digan: mira, majo. Lo siento, pero está la lavadora por tender”, menciona Irujo. 

Pero ¿cuál era la clave del éxito de Barricada? Según Marino Goñi, la capacidad para llegar a los jóvenes. “Lo bueno que tenía El Drogas es que conectaba con todos los adolescentes de barrios de todas las ciudades Lo que decía en la Txantrea valía para Vallecas”, señala el productor.

Adiós a Barricada

Otra de las etapas más duras de El Drogas, como es bien conocido, es el final de Barricada. “Yo estaba en una rueda que muy bien los 10 primeros años, pero luego me he visto arrastrando demasiado del carro”, explica el músico, que en octubre de 2010 se entera por un conocido de que su propio grupo le estaba buscando sustituto. “Así fue cómo me enteré. Ese momento fue demoledor para mí y para mi familia”, lamenta Villareal. “Ya me hubiese gustado haber sido tan valiente como para haber tomado yo la decisión. Diría que tuve el par de pelotas de decir ‘me voy’, pero no fue así. A mí me echaron”, apostilla. 

La relación con Boni quedó truncada. No obstante, el guitarrista recibió una noticia demoledora: tenía cáncer de laringe y perdió su voz después de someterse a una operación para extirparlo. “Podíamos haber tenido nuestros más y nuestros menos dentro del tema final en Barricada, pero esto fue mucho más allá”, considera El Drogas.

Después de ocho años sin hablarse, se reencontraron en Pamplona en el camerino de la gira final de Rosendo. “Espero que pueda darse cuenta de que es un gran compositor de canciones (…) y de que a la hora de poner voz hay mucha gente que lo puede hacer”, anima Villareal a su excompañero, el mismo que en la década de los 80 compartía escenario a ritmo de Sean bienvenidos