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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

El Prado presenta 'Juan Muñoz. Historias de Arte', que supone la vuelta a casa del artista

Madrid —

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Madrid, 17 nov (EFE).- El Museo del Prado presenta la exposición ‘Juan Muñoz. Historias de Arte’, una muestra que es “su retorno a casa” y en la que sus esculturas escapan de las salas de exposición para mezclarse con el público y con las obras de Goya, Velázquez y otros grandes maestros de los que Muñoz aprendió y “robó” ideas y conceptos.

Muñoz (1953-2001) “pasó buena parte de su vida dialogando, especialmente con Goya y Velázquez”, una relación que según el director adjunto de Conservación e Investigación, Alfonso Palacio, era más bien “una apropiación desprejuiciada” de elementos de artistas a los que admiraba y que fueron sus maestros.

“En cierta medida, esta exposición es su retorno a casa”, asegura Palacio, para quien la genialidad de Muñoz reside en que, al margen de que tomara prestadas ideas de los grandes maestros, de las esculturas manieristas italianas o de las imágenes egipcias, fue capaz de crear un universo propio.

El propio artista explicaba que podía tomar de los artistas anteriores “lo que quiera y lo que necesite… No tengo ningún problema en reconocer que la Dama de Baza es tan importante para mi obra como un tubo de neón: de la historia del Arte robo lo que puedo”, recuerda el catálogo.

La exposición, que reúne 40 obras entre esculturas, pinturas, grabados y dibujos, comienza en el exterior del museo, cuando el visitante se topa con las cuatro grandes piezas que conforman la obra “Trece riéndose unos de otros”; sigue con varias salas más íntimas y pausadas, y concluye con obras dispersas por el museo.

Estarán en la gran galería central del museo, donde las piezas que integran ‘Conversation piece III’ se entremezclan con los visitantes; en la sala 12, frente a ‘Las Meninas’ de Velázquez se ha instalado ‘Sara con mesa de billar’, y en la escalera de Murillo cuelgan de las bóvedas sendas figuras que remiten a las obras de Degas: ‘Après Degas’ y ‘Figura suspendida de un pie’.

En un recorrido con el exdirector de la Tate Modern de Londres y comisario de la muestra, Vicente Todolí, explica que parte de la magia y fascinación de las obras de Muñoz se debe a que son personajes “de un misterio insondable, asilados consigo mismos y que en ningún caso dialogan con el observador”.

Parte de esa sensación de estar fuera y desconectados, de ser meros observadores de una escena, lo logra el artista haciendo que los personajes de las obras no sean de tamaño natural, sino más pequeños y que interactúen animadamente entre ellos y nunca con el público, que pasa así a ser mero espectador.

Todolí ha recordado cómo fue él quien encargó a Muñoz la obra de los ‘Trece riéndose unos con otros’ cuando era director del Museo Serralves de Arte Contemporáneo de Oporto, con la intención de exponerla en un bulevar de la ciudad.

Según el comisario, la obra iba a constar de 12 personajes, pero en el último momento el artista incluyó una figura más: la de su casero y chófer ocasional, el portugués Armando, “para que vayan a verte los de tu pueblo”, dijo.

Tres semanas antes de que la obra fuera instalada, Muñoz murió de un aneurisma a la edad de 48 años.