El BCE señala a la banca española como una de las más expuestas a los efectos del cambio climático

Diego Larrouy

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Los supervisores bancarios europeos han acelerado en los últimos tiempos para intentar conocer los riesgos reales a los que se enfrentan los bancos del continente al cambio climático. Son distintos los pasos que se han ido dando para intentar lograr una estimación que sirva de referencia sobre la situación real de la exposición de las entidades financieras a los efectos que la crisis climática puede tener sobre la economía. En el último de estos avances, el Banco Central Europeo (BCE) ha lanzado una advertencia a los bancos del sur de Europa, entre ellos España, al señalarlos como los más expuestos a estos riesgos, lo que puede derivar en importantes efectos sobre su negocio.

El organismo que preside Christine Lagarde ha presentado esta semana los resultados de unas pruebas de resistencia que ha realizado durante los últimos meses, examinando el impacto del cambio climático en más de cuatro millones de empresas de todo el mundo y en 1.600 bancos de la zona euro bajo tres escenarios diferentes. El primer escenario asume una transición ordenada, con políticas efectivas y aprobadas a tiempo que logre limitar el aumento de la temperatura como marca el Acuerdo de París. En este caso, el impacto sobre el PIB se logra contener a apenas un 2%, debido a que no se lograrán evitar todos los riesgos físicos para empresas.

En el segundo escenario se contempla una transición desordenada, en el que las medidas se aprueban tarde y de manera abrupta. Debido a esto, la economía registrará pérdidas económicas tanto por los costes de la transición como por los efectos de los cambios del clima sobre las empresas. En el tercero y peor de los casos, no se aprueba ninguna regulación ni política que limite el cambio climático. De esta forma, para 2090 se logrará un incremento del PIB del 2% (por la ausencia de costes de transición), pero este impacto positivo será más que compensado por los daños físicos para empresas, que podrían restar hasta un 10% al PIB.

La banca española aparece señalada en este documento por su fuerte vinculación a empresas que están más expuestas a las catástrofes que puede provocar una transición ecológica desordenada (incendios, inundaciones, etc.). En concreto, el BCE apunta en su informe que más del 60% de la cartera de créditos a empresas de la banca española está en sociedades con un “alto riesgo físico”, solo superado por economías más pequeñas como Grecia, Chipre o Portugal. Como comparación, la exposición media de la banca de la zona euro es en torno a una tercera parte de los datos que se muestran para España, según el supervisor. Los bancos de la zona del euro podrían verse muy afectados si no toman medidas frente al cambio climático porque aumentarían “significativamente” las pérdidas en sus carteras de créditos a las empresas, añade el BCE.

Incendios e inundaciones

El BCE concluye en su análisis sobre las empresas europeas que los riesgos climáticos están concentrados en determinados países. De hecho, apunta que aunque las amenazas son similares en todos los países, hay algunos que tienen una “vulnerabilidad excepcional”. Y ahí ubica tanto a España como a Italia. Ambos países acumulan más de la mitad de la exposición de las empresas europeas a los altos riesgos climáticos. En el caso español, son fundamentalmente los incendios los que acumulan las mayores vulnerabilidades, seguidos de las inundaciones.

En este sentido, el BCE analiza los posibles impactos para el negocio de la banca en los distintos escenarios que dibuja en su análisis, desde una transición ordenada a una hipótesis en la que el calentamiento supere los tres grados, incumpliendo con los niveles marcados en el acuerdo de París. El organismo señala que hay una “evidencia clara” de que una transición ordenada acabaría teniendo beneficios económicos. “En el corto plazo, los bancos sufrirían el coste de una transición verde; sin embargo, este efecto se revierte en el medio y largo plazo, lo que apunta al beneficio económico de una transición ordenada”, apunta.

El supervisor señala en su informe que los otros escenarios, aquellos en los que las empresas se verían más impactados por los efectos climáticos adversos, supondrían un aumento significativo de los datos de los datos de impagos por parte de estas sociedades, aumentando problemas para el negocio bancario. Esta realidad afectaría, según el BCE, a las “entidades significativas”, que son aquellas que tienen un mayor tamaño y están presentes habitualmente en más de un país y que estarían más expuestas a grandes compañías, con mayores emisiones de deuda, cubiertas por los bancos. El aumento de los impagos que sufrirían las grandes entidades financieras serían, por tanto, mayores que las menos significativas.

“Sin políticas de transición a una economía más verde, los riesgos físicos aumentarán con el tiempo”, aseguró el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, en una entrevista emitida por el propio organismo junto con el informe de las pruebas de resistencia. Por ello, añadió De Guindos, es esencial comenzar la transición pronto y de forma gradual para mitigar los costes de las catástrofes naturales.

Dudas ecologistas a los compromisos de la banca

Este tipo de informes parten de un problema inicial que reconoce el propio organismo y es la falta de datos sobre la exposición real de los bancos y de las empresas hacia los riesgos climáticos. De hecho, el BCE señala en el citado documento que no se han incluido todas las carteras de créditos de las entidades bancarias europeas en el estudio porque algunas de ellas no dan todos los datos necesarios para poder incluirlo en el análisis. Además, advierte el BCE, un estudio sobre el impacto de la crisis en el sistema financiero debe ir más allá de los bancos. Por ello, el organismo avanza que se va a realizar una prueba similar en las gestoras de fondos de inversión y señala que también podría ser útil para las aseguradoras.

Otros organismos supervisores, como el Financial Stability Board, han advertido durante el último año que los riesgos vinculados al clima suponen la mayor amenaza para el sector financiero, por encima de cualquier otra posible distorsión económica. Esta realidad ha urgido a poder tener un mayor control de la exposición de los bancos hacia estos riesgos y una presión creciente para que estos asuman políticas que limiten su presencia en determinados sectores, los más vinculados al cambio climático. Algunos bancos han anunciado ya planes para reducir al mínimo su actividad en sectores como la minería o los combustibles fósiles. Sin embargo, organizaciones ecologistas han puesto en duda estos compromisos, recordando que la gran banca internacional ha ido aumentando la financiación a estas industrias desde la firma del acuerdo de París.

El propio BCE advirtió en julio del riesgo de greenwashing en algunas de las políticas que estaba tomando el sector financiero para financiar la transición ecológica. En concreto se refirió así a los bonos verdes, unas emisiones de deuda dedicadas a políticas sostenibles. “El etiquetado verde de la deuda ha tenido un impacto mixto en las reducciones de carbono hasta la fecha, lo que sugiere que el 'greenwashing' sigue siendo un problema”, apuntó entonces. En aquella ocasión ya avanzaba algunas de las conclusiones que se han expuesto en las pruebas de resistencia publicadas esta semana, como que existe una fuerte concentración de las amenazas porque tan solo 25 entidad acumulan el 70% de la exposición a los riesgos físicos climáticos.