Pedro Juan Gutiérrez
Por la mañana apareció una mujer apuñalada en la calle. Era una mulata bellísima y alta, con una falda negra muy corta y una blusa y un ajustador blancos empapados en sangre. Estaba tirada sobre la acera y había mucha sangre su alrededor. La gente decía que engañaba al marido con otros hombres. Fue tanto que el tipo no pudo más y la tasajeó.
Por el reguero de sangre se veía que le fue arriba con mucho odio. Tenía en la cara una expresión terrible de dolor, y los labios y la nariz rotos a golpes, deformados, con sangre coagulada.
Esto es un simple crimen pasional. Como en cualquier lugar. Pero aquí no se publica en la prensa porque hace treinta y cinco años que no conviene hablar de nada desagradable ni preocupante en los periódicos.
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