12 años sin convenio, amenaza de parar el Tour y posibles lazos con Jusapol: la crisis de la Ertzaintza en diez claves

En el seno de la Ertzaintza hay un elefante. En las últimas semanas está creciendo un autodenominado movimiento “asindical” que se hace llamar 'Ertzainas en lucha' y que ahora, aparentemente, se ha institucionalizado con las siglas de la asociación EAE–AAE. Tiene su firma una gran manifestación con 4.000 personas a principios de mayo en Bilbao, caravanas de coches que han buscando –y logrado– condicionar el tráfico en las tres capitales, se manifestaron frente al Parlamento Vasco saltándose el espacio autorizado y cortando una hora el tranvía de Vitoria sin que sus compañeros uniformados en servicio actuaran –incluso aplaudieron e hicieron sonar el claxon de las patrullas– y, sobre todo, la amenaza de paralizar la salida del gran evento internacional del año en Euskadi, el Tour de Francia, que requerirá un operativo “sin precedentes” con cerca del 25% de la plantilla en servicio cada uno de los días del paso de la carrera.

Todo el mundo en el cuerpo habla de ello. Hablan los agentes de base, que se dicen “indignados” por las condiciones laborales. Habla la cadena de mando, incluidos los que portan galones dorados en su uniforme. Hablan los sindicatos corporativos tradicionales, ahora desbordados y que se han visto obligados a unirse y a convocar también sus propias movilizaciones. Y habla la cúpula política, incluido el lehendakari, Iñigo Urkullu, en cuyo equipo se ha instalado una honda preocupación por lo que está ocurriendo en la niña bonita del autogobierno vasco. ¿Quiénes son en realidad? ¿EAE–AAE quiere ser un sindicato? ¿A quién representan? ¿Es el germen de un Jusapol a la vasca? ¿Por qué atraen a sus convocatorias a cientos o miles de policías? ¿Esto acaba en el Tour o va más allá?

El elefante asoma la trompa en todos los actos y discursos. Urkullu se ha llegado a preguntar en voz alta si se han pervertido los “valores” fundacionales de una institución que es un pilar del autogobierno vasco y ha hablado en genérico de “injerencias”. Josu Bujanda, que es el jefe de la Ertzaintza, ha apostillado que si antes el riesgo estaba fuera, en quienes llamaban “cipayos” a los ertzainas, ahora está “dentro”. Josu Erkoreka, vicelehendakari y consejero de Seguridad, no quiso que su presentación este lunes del gran despliegue que requerirá el Tour se viese condicionado por la agenda de 'Ertzainas en lucha'.

Este martes, el gabinete de Urkullu ha celebrado su ya tradicional Consejo de Gobierno con motivo del día del Medio Ambiente en Urdaibai, lejos de Vitoria. Pero se ha llevado la protesta de la Ertzaintza. Los sindicatos con representación legal han movilizado doce autobuses para hacer ver su enfado y tratar de recuperar liderazgo entre los agentes. El nuevo movimiento ha secundado la protesta y se ha unido a ella. Erne, Esan, Euspel y Sipe, que estiman en dos millares los asistentes, hablan de “sordera” ante las llamadas a la negociación pero, como reivindicación, han recordado que representan el 100% de los asientos en la mesa de negociación, que fue “elegida democráticamente”. Éstas son las diez claves de la crisis interna.

1 – La Ertzaintza, un símbolo

La Ertzaintza es la Policía “integral” en Euskadi, con competencias plenas en seguridad ciudadana y control del orden público, investigación, tráfico o rescate, entre muchas otras. Policía Nacional y Guardia Civil, por el contrario, tienen ámbitos mucho más acotados. La actual Policía autonómica fue creada en 1982 siguiendo el precedente de la “Ertzaña” o “Ertzaina” ideada en la Guerra Civil por el efímero Gobierno de Euzkadi y que ni siquiera operó en todo el territorio. Su nombre, en euskera, viene a significar 'cuidadores del pueblo' y, en su génesis, se pretendió también una idea de cuerpo cercano en contraposición con las fuerzas de la dictadura que habían actuado durante cuatro décadas. La amenaza de ETA –que mató a quince ertzainas y a un miñón, la Policía foral de Álava integrada en su estructura– y de su entorno –la media fue de un ataque o sabotaje cada semana, según un estudio de la Universidad de Deusto– obligó a establecer protocolos de autoprotección y descartar las 'korrika' o patrullas a pie hasta fechas muy recientes. Su plantilla oficial, pactada entre los Gobiernos central y vasco, es de 8.000 efectivos. Solamente ha llegado a ese nivel en una ocasión. Desde hace años, las primeras promociones se están empezando a jubilar en cascada y están entrando nuevas generaciones de funcionarios. Son más igualitarias en un entorno históricamente muy masculinizado y más euskaldunes pero, según coinciden también varias fuentes y así lo está repitiendo en público el PNV, más similares a cualquier hornada de ertzainas de cualquier cuerpo en España en lo tocante a la concepción de la profesión. El presupuesto del Departamento de Seguridad, dirigido por el vicelehendakari primero, Josu Erkoreka, es de 746 millones de euros en 2023.

2 – Sindicatos muy arraigados históricamente

La Ertzaintza presenta un nivel de sindicación elevadísimo, del entorno del 90% de la plantilla. En las últimas elecciones sindicales, de principios de 2022, participaron por encima de 6.000 agentes. Como novedad, toda la representatividad recayó en organizaciones corporativas. ELA ha sido el último sindicato de clase con participación y la perdió como antes CCOO o UGT. LAB ni siquiera se ha planteado nunca entrar. Erne es desde hace veinte años el sindicato mayoritario y asegura tener más de 3.000 afiliados entre los agentes en activo, a los que suma ertzainas jubilados y policías municipales. Esan es la segunda fuerza. Antigua escisión de ELA, superó también los 2.000 votos. Completan el cuadro Euspel y Sipe. Ésta última había manifestado tener lazos “muy estrechos” con el movimiento Jusapol en las últimas elecciones internas. Eso sí, este mismo martes ha retirado de su Twitter una fotografía en la que aparecían encabezando una pancarta de Jusapol junto con otras organizaciones policiales.

3 – El último convenio y los acuerdos fallidos

El viernes 20 de enero de 2012, día de San Sebastián, el Boletín Oficial del País Vasco (BOPV) publicaba –firmado por el lehendakari Patxi López y por el entonces consejero de Interior, el ya fallecido Rodolfo Ares– el convenio para los años 2011, 2012 y 2013. El acuerdo regulador fue cerrado meses antes, en el verano de 2011, entre el propio Ares y los sindicatos Erne, Esan y Euspel. “Nuestro objetivo principal es que el convenio se actualice. Soy una ertzaina indignada más”, afirma una agente que nunca desde que se graduó en la academia de Arkaute ha tenido un acuerdo regulador en vigor sobre el clima que se vive dentro de las comisarías. Pero hay más reclamaciones laborales en la lista de agravios:

  • Los acuerdos con Ares de 2011 incluían también copiar de Osakidetza (Servicio Vasco de Salud) la denominada “carrera profesional”, con pluses económicos por conceptos como la formación, el buen desempeño o el bajo absentismo. “Urkullu lo tiró a la papelera”, explica un agente veterano. Fuentes sindicales estiman que un agente de base ha perdido “de media” una cantidad próxima a “25.000 euros” en esta década sin ese sistema. Su implantación definitiva llegará en 2023.
  • El Gobierno de Mariano Rajoy, en sus políticas de contención del gasto y recortes, eliminó los abonos al sistema privado de completos de pensiones (EPSV) del funcionariado autonómico vasco, el conocido como Itzarri. De él se benefician del orden de 70.000 personas y en aquel momento se cifró el ahorro en 1.400 euros anuales por cabeza. El PNV presionó cuando era socio del PP para reactivar esas aportaciones, pero luego no las aplicó en el Gobierno vasco. “No nos las dieron, pero Elkarkidetza sí se pagaba”, cuentan desde los sindicatos sobre el sistema gemelo para los empleados públicos forales y municipales.
  • Febrero de 2018: fallece en un operativo en San Mamés un veterano antidisturbios de la Brigada Móvil, Ino Alonso. La entonces consejera, Estefanía Beltrán de Heredia, se aviene a alcanzar algunos acuerdos con el sindicato Erne. Entre ellos se incluyen medidas de “modernización” y mejora de las condiciones de la Brigada Móvil, pero también un preacuerdo para renovar el convenio. Esta central siempre ha denunciado que el área de Gobernanza Pública y Autogobierno –la que dirige las políticas de Recursos Humanos en el conjunto del Gobierno vasco– bloqueó la propuesta de Seguridad. ¿Quiénes eran los responsables? El consejero era Josu Erkoreka y la responsable de Relaciones Laborales Izaskun Urien. En 2020, ambos pasaron a dirigir Seguridad, el primero como consejero y la segunda como responsable de Recursos Humanos.
  • Otoño de 2022: una sentencia judicial promovida por el sindicato Sipe anula el denominado SAM (similar a una segunda actividad) y del orden de 700 ertzainas “pasan a cobrar 200 euros menos y a trabajar 40 horas más”. Al mismo tiempo, en noviembre, se produce una huelga encubierta en Brigada Móvil por la supresión de alguna de las mejoras logradas en 2018. Es encubierta porque es un derecho que no tienen reconocidos los agentes de Policía en España, aunque en el pasado Erne batalló hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo al considerarlo una discriminación.

4 – “Caos organizativo”

Las quejas se centran también en la situación organizativa interna de la Ertzaintza. “Caos” es una palabra bastante repetida. Solamente ahora están llegando las prometidas furgonetas nuevas que relevarán a unidades de la década de 1990. En los últimos años se ha denunciado que se averiaban con frecuencia y que era imposible circular con ellas a velocidades no ya elevadas sino normales. Antes llegaron coches–patrulla que hubo que adaptar porque no cabían los agentes de mayor envergadura. Y antes el 'dieselgate' de Volkswagen dejó sin automóviles nuevos a las comisarías. Todavía se escuchan ecos de la reorganización del modelo de Investigación impulsada por el exdirector Gervasio Gabirondo. Gabirondo, el 'número uno' de la primera promoción de la Ertzaintza ya se jubiló y acaba de ser elegido como concejal del PNV en su pueblo natal, en Zarautz. Y un repaso a la hemeroteca muestra igualmente quejas sobre los casos, sobre los helicópteros, sobre las patrullas o sobre la falta de formación en materias como el tiro. El sindicalismo en la Policía vasca no ha sido precisamente dócil ni callado.

5 – Llega 'Ertzainas en lucha'

Es el 8 de mayo cuando 'Ertzainas en lucha' se presenta en sociedad. Su manifestación en Bilbao reúne a 2.000 personas, según el dato oficial del Ayuntamiento, o a 4.000 según los organizadores. Tampoco es algo estrictamente nuevo, ya que Erne aseguró haber movilizado a 3.000 personas en 2011 en los momentos previos a la negociación del último convenio. Pero sí relevante. Que entre el 25% y el 50% de la plantilla saliera a la calle activó dos alarmas. Una, en la Administración, aunque entonces se matizó que el convocante no era ertzaina. Era un agente jubilado, que están muy activos en el nuevo movimiento, que siempre hace gala de su componente “asindical”. Y, dos, también los sindicatos se dieron de bruces con una realidad. Acordaron unirse y dar todos los pasos de manera consensuada –no firmar ningún acuerdo con el Gobierno sin el visto bueno de todos ellos– y explorar contactos con la nueva plataforma. Afirma Erkoreka que las centrales no opinan lo mismo de 'Ertzainas en lucha' en público y en privado. Es verdad. De puertas para dentro, ven con gran preocupación la ola –ya casi tsunami– y se muestran asombrados de que un colectivo sin representatividad pida enviar a sus emisarios como “verificadores” de las reuniones de los representantes legales y legítimos con la patronal, en este caso Seguridad. O que sus simpatizantes presionen a los delegados sindicales para que pleiteen contra el Gobierno. “Lo único que les pedimos es que lleven verificadores para dar transparencia a la negociación, que sea una persona externa al sindicato. Que sea testigo y dé transparencia”, explica el portavoz del colectivo, que se hace llamar Mandela y que no aparece con su propia imagen en ningún lugar. De puertas para afuera, en cambio, los sindicatos se han sumado a las movilizaciones de 'Ertzainas en lucha' y han convocado sus propias protestas, como la de este martes. Desde el más absoluto anonimato, las voces consultadas admiten que los sindicatos no han sabido “liderar” y “canalizar” el malestar en el colectivo y que ahora no van a convertirse en dique de contención para el Gobierno, sino un agente activo más en la búsqueda de acuerdos y mejoras laborales. Significativamente, en TVE han aparecido este martes no con sus siglas sino como movimiento “sindical” de la Ertzaintza.

6 – ¿Un Jusapol a la vasca?

Todas las fuentes consultadas apuntan a Brigada Móvil y al conflicto de otoño como el germen de 'Ertzainas en lucha'. “Éramos cuatro gatos y luego pasamos a ser 300. Y luego 3.000 y pico. Ahora somos 4.000 y pico”, cuenta Mandela. El grupo de WhastApp se quedó pequeño y hubo que pasarlo a Telegram. En Twitter e Instagram los mensajes son continuados. El vicelehendakari Erkoreka suele repetir que le resulta difícil sentarse de tú a tú con quien no da la cara ni se sabe cómo está organizado. No hay explicaciones concretas a esta circunstancia. ¿Caras? Las de los miles de simpatizantes, alegan. Sí está constatado que dos de sus referentes, Mandela y “Gorka”, quien ha concedido algunas entrevistas con ese apelativo, fueron expulsados del sindicato Sipe, la marca local de Jusapol. ¿Es la versión vasca de Jusapol este movimiento? Hay elementos comunes pero sería muy simplista reducir el apoyo de miles de agentes a eso. Sin embargo, es obvio que la estrategia radicalmente “asindical”, que los sindicatos se vean desbordados como pasó en la Policía Nacional, que hayan introducido la equiparación salarial con otros cuerpos –en este caso locales– como agravio y que se hayan asesorado con personas similares vinculan este movimiento a Jusapol. Es una tesis que también está alentando el PNV. “Somos muy diversos en ideologías y generaciones”, contrarrestan desde 'Ertzainas en lucha'. Y añaden: “Lo de Jusapol se ha utilizado un poquito para desacreditarnos. No tenemos ninguna relación con Jusapol ni con la extrema derecha. No tenemos nada que ver. Son artimañas”. Mandela es del mismo pueblo, Bermeo, que el consejero Erkoreka y se define como “euskaldunzarra”, es decir, de los que tienen la lengua vasca como materna.

7 – La pasividad en el Parlamento

En este contexto, coincidiendo con el primer pleno del Parlamento Vasco después de las elecciones, 'Ertzainas en lucha' movilizó a sus bases para plantarse frente a la Cámara. Tampoco es algo que no hayan hecho antes decenas de veces los sindicatos tradicionales. Pero ocurrió algo diferente. La fuerza desplegada no era de antidisturbios con uniforme negro y casco rojo, que quedaron en la retaguardia. Eran agentes a cara descubierta. Formaron una línea y, en algunos casos, aplaudieron y se hicieron fotografías con los compañeros de enfrente mientras coreaban “¡Erkoreka, dimisión!” o '¡Sin convenio no hay Tour!', un lema debidamente traducido al francés en las pancartas. Los coches rotulados que pasaban hacían sonar el claxon o esbozaban gestos de victoria. Hubo abrazos entre policías actuantes y policías manifestantes. Y la masa decidió superar la línea autorizada y quedó cortado el tranvía de Vitoria. Todas sus líneas. Durante casi una hora. La Ertzaintza, que otras veces ha actuado cuando eso mismo ha ocurrido, lo que ha incluido recordadas cargas a los propios sindicatos policiales, ni siquiera trasladó ninguna reprimenda verbal a los asistentes. Y eso que observaban 'in situ' los acontecimientos un intendente y un comisario. En 24 horas, de nuevo en el Parlamento, Erkoreka anunció una investigación disciplinaria interna por el operativo y la posibilidad de sancionar con la Ley de Seguridad Ciudadana ('ley mordaza') a los manifestantes. Es lo mismo que le ocurrió a Erne en 2018, que tuvo que abonar multas. 'Ertzainas en lucha' reaccionó con un “si nos atacan a uno, nos atacan a todos” y cerrando filas y al colectivo le molestó singularmente que Erkoreka anunciara esas medidas en un debate instado en el hemiciclo por EH Bildu, que siempre ha cuestionado el modelo policial y la labor de la Ertzaintza.

8 – EAE–AAE

Fuentes policiales y fuentes oficiales del Gobierno confirman que, coincidiendo con la protesta en el Parlamento, se registró como “asociación” una entidad llamada Ertzain Asindikalen Elkartea–Asociación Asindical de Ertzainas, es decir, EAE–AAE. Ello coincide con unos mensajes en los grupos del colectivo en los que indicaban que era oportuno tener una cierta estructura para operar. “Me he puesto en contacto con un guardiacivil de Intxaurrondo que está en Jucil para preguntar ellos cómo lo tienen hecho o cómo lo crearon”, se explicaba en esas conversaciones en las que buscan un seguro de nóminas, defensa en procesos disciplinarios y asesoría jurídica. “Si hay que crear una asociación, se crea y ya está. A ver ellos qué estatutos tienen o cómo lo tienen puesto, pero estaría súper bien”, le contestan. Sin embargo, desde 'Ertzainas en lucha' niegan ahora haber creado una asociación, aunque lo confirmaron antes en otros medios de comunicación como la Cadena Ser. “Ninguna. No estamos constituidos. Somos una agrupación o plataforma, un grupo nutrido en torno a las redes sociales. Ésa es nuestra vía de comunicación. No es nuestra. No somos eso. De verdad, no somos nosotros”, recalca Mandela a este periódico. Públicamente, el colectivo niega también que pretenda presentarse a unas elecciones para participar de forma legal y legítima en las negociaciones.

9 – 1.100 euros mensuales de subida

La subida salarial de 1.100 euros mensuales se ha convertido el gran icono de las reivindicaciones y la gran condición para no boicotear el Tour. Esa proclama se ha visto aderezada con algunos mensajes internos en los que recordaban que los policías salvan vidas, más que muchos médicos y, en particular, los de “cabecera”, según sus argumentos. Fuentes conocedoras de los diferentes cuerpos policiales indican que la posible discrepancia con agentes locales no pasarían de 300 euros en algunos casos, aunque en el movimiento rebaten todos los números. Además, Jusapol precisamente creció al calor del mantra de que los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado estaban peor pagados que los de los cuerpos autonómicos. Erkoreka ha asegurado este martes que están dispuestos a hablar de toda la plataforma de los sindicatos –Seguridad siempre ha recalcado la idea de que ellos se sientan y se reúnen con la representación legal– pero ha recordado que las mejoras lineales en las nóminas están condicionadas por topes en los presupuestos generales del Estado. En tono duro, ha cuestionado los “dislates” que se están lanzando y ha criticado que los sindicatos se sumen a la confrontación con palabras tan gruesas como “guerra”. “Sería bueno que se abandonaran ese tipo de recursos lingüísticos que se usan en un tono faltón impropio de una relación institucional o civilizada”, ha afirmado. Y ha recordado que en diez años sí ha habido mejoras laborales “no desdeñables” en la Policía vasca. El convenio se ha retocado tres veces, ha afirmado. En 2012, en 2018 e incluso en 2023. Sobre la carrera profesional, ha dicho que se abonarán este año 21 millones de euros y ha ironizado que no hay más que coger la calculadora para ver lo que le reportará a cada funcionario de media. Esa cifra es de 2.625 euros anuales. El responsable de Seguridad ha subrayado también que se ha reunido del orden de “40 veces” con los sindicatos, tanto en formato bilateral como multilateral, y que le sorprende que ahora hayan abrazado la pancarta cuando hace apenas unas semanas estaban sentados en la mesa 125 –como se llama el foro de negociación– y cuando la última reunión duró “tres horas y media”. “Soy consciente de la presión que ejerce sobre ellos el movimiento asindical”, ha ironizado.

10 – “Injerencias organizadas”

Entretanto, el elefante en la Ertzaintza se ha convertido en un asunto político de primer orden. Este domingo, en la tradicional jornada anual de homenaje a los fallecidos y de entrega de medallas al mérito, Urkullu repitió hasta la saciedad los conceptos “compromiso”, “profesionalidad” y “respeto”. Cree que son los principios que han de guiar a la Ertzaintza. “Ninguna institución, tampoco la Ertzaintza, puede permitirse el lujo de perder el respeto de la sociedad. ¿Han cambiado los valores de ser ertzaina? ¿Ha cambiado el sentido de la Ertzaintza?”, lanzó. Habló también de “injerencias organizadas” a las que se enfrenta el cuerpo: “Amenazan nuestra señas de identidad. Son amenazas que adoptan nuevas formas de expresión y extorsión. Son amenazas que utilizan la mentira y la manipulación”. El jefe de la Ertzaintza, Josu Bujanda, admitió también que hay un problema “dentro” del cuerpo.