Ignorancia

La desidia intelectual de muchos parlamentarios, los insultos, el culto a la vulgaridad, la justificación de la violencia, la reivindicación del franquismo, las sandeces de la lideresa, las tertulias de los medios de comunicación privados, el respeto hacia el político íntimo de narcotraficantes, los jóvenes estúpidos que propagan sus estupideces en las redes sociales con el entusiasmo de quienes creen haber descubierto un continente desconocido, todo es consecuencia del atrevimiento que otorga la ignorancia.

El 25 de marzo del año 1836 en el periódico El Español, dentro de una crónica titulada “La muerte de Torrijos”, general que se rebeló contra el absolutismo de Fernando VII siendo fusilado en la playa de San Andrés de Málaga en el año 1831, el periodista Mariano José de Larra escribe la siguiente frase: “¿cuándo cesará el atrevimiento de la ignorancia?”. Hace casi doscientos años de esta frase. En estos casi dos siglos los cambios en la sociedad han sido constantes, dinámicos, de una profundidad desconocida hasta que el inventor escocés James Watt patentó la máquina de vapor que permitió el funcionamiento de enormes fábricas, minas más profundas, una formidable red de transporte y el relevo de una aristocracia rural y gandula por una aristocracia financiera y retrógrada.

Todo desde entonces se ha hecho más grande: la población, las ciudades, los ejércitos, la producción industrial, las redes ferroviarias, las calles plagadas de automóviles, los medios de comunicación, los entretenimientos, la cultura de masas, los récord de velocidad, los ruidos con los que convivimos... En estos casi dos siglos la aceptación, pero también la desconfianza ante los cambios mencionados, originaron no sólo dos monstruosas guerras mundiales sino también los fenómenos sociales que han dominado la historia reciente de la humanidad: socialismo y fascismo, arte conceptual y sociedad de consumo, medios de comunicación de masas y democratización, feminismo y psicoanálisis, velocidad y liberación sexual.

La vertiginosa carrera que desde entonces nos ha traído hasta esta edad, la edad de la revolución digital, domina ya las ideas, la vida cotidiana y los sentimientos de los millones de personas que habitamos este superpoblado planeta amenazado, ahora, por la variación global del clima en la tierra. Han pasado casi dos siglos en los que el alma humana ha tenido que reconciliarse con un montón inmenso de novedades, pero, de momento, nadie, que un servidor conozca, ha puesto fecha cercana a la pregunta que el 25 de marzo del año 1836 hiciera Mariano José de Larra en el periódico El Español. Ni siquiera Isabel Díaz Ayuso. Tanto que habla.