En busca de los paraísos de anfibios y reptiles de Extremadura

Se habla mucho del paraíso ornitológico que los amantes de la naturaleza encuentran en Extremadura. Pero poco –y mal según los expertos-- de otras especies que también tienen en las comarcas de Cáceres y Badajoz su remanso.

Son los anfibios y reptiles, especies únicas a las que no se les presta atención. En la región tienen un hábitat y las condiciones idóneas para vivir, en cuanto a humedad, alimentos y una basta diversidad de condiciones que hacen que entre un 50 y 60 por ciento de las especies del territorio nacional habiten en la región según las estimaciones de a Sociedad Zoológica de Extremadura.

Se suelen alimentar de invertebrados. Lombrices, chinches, moscas, mariposas o saltamontes forman parte de su dieta. Se les puede ver tranquilos en charlas y lagunas de las dehesas, castaños y robledales. Habitantes de los roquedos, las oquedades de los árboles y los entornos más inhóspitos. Suponen una de las joyas de la corona de la biodiversidad extremeña.

Algunas de estas especies soportan altos niveles de contaminación, mientras que otras buscan las aguas limpias y rehúyen de las charcas contaminadas. De manera que son 'bioindicadores' del estado de conservación del territorio que ocupan. En todos los casos sus poblaciones disminuyen cuando algo pasa en el ecosistema. Suelen ser los más vulnerables y los primeros afectados por los cambios. Los primeros en sucumbir.

Un censo extremeño 

Pese a su importancia no hay datos fiables ni actualizados sobre ellos. Y precisamente este será el objetivo de un intenso trabajo de cinco años que ya ha comenzado. Tiene como propósito hacer un censo fiable de las especies y el número de ejemplares que alberga la región.

La Sociedad Zoológica de Extremadura se ha puesto manos a la obra de la mano de un equipo de voluntarios. Buscan más amantes de lo vivo que se unan a la tarea, porque el territorio que explorar es extenso. Ha comenzado la búsqueda de los paraísos extremeños de anfibios y reptiles.

Antonio Castellano es uno de los miembros de la sociedad zoológica al frente de este trabajo. Advierte de que los datos sobre las familias y los ejemplares presentes en Extremadura están desfasados, o directamente incompletos. En muchas ocasiones el atlas extremeño de estas especies detalla que no existen estudios concretos sobre la evolución del tamaño de las poblaciones. Y en otros casos los datos han sido sacados del atlas nacional, de manera que no puede recoger datos científicos y fiables sobre Extremadura.

Lo cierto es a nivel europeo puede haber en torno a un centenar de especies de anfibios, de los que se calcula que hasta el 30 por ciento están amenazados, siendo los vertebrados que en mayor peligro de extinción. Aunque a nivel concreto, en Extremadura, poco se sabe con rigor científico.

El atlas extremeño recoge en torno a 16 especies de anfibios, y unas 27 de reptiles. Aunque, teniendo en cuenta los antecedentes, y la desinformación, habría que interpretarlos como datos orientativos según explica el experto.

El trabajo de campo

La Sociedad Zoológica de Extremadura ya ha comenzado la búsqueda de las especies y sus hábitat, para determinar más tarde cuál está siendo su evolución. Unas labores que se harán los voluntarios sobre cuadrículas, que dividen a Extremadura en 517 partes --con una dimensión de 10 kilómetros cuadrados por cuadrícula--.

Cada grupo de colaboradores asume el rastreo de una de estas cuadrículas, que tiene que visitar tres veces al año para determinar la presencia de anfibios y reptiles. El objetivo es que se una el mayor número de colaboradores posible.

Un trabajo que se hará tras el acuerdo alcanzado con la Asociación Española de Herpetología, con el objetivo de aportar los datos resultantes al estudio nacional.

Aunque los datos los recogen técnicos y expertos en este mundo, les está siendo de mucha utilidad la información que les están aportando los fotógrafos de naturaleza. En los fotógrafos han encontrado unos buenos aliados, porque son muchos los que salen con sus cámaras al campo y encuentran en su camino como compañeros de viaje a multitud de anfibios y reptiles (hay que tener en cuenta que normalmente se mueven lentos).

Algunos ejemplos

Las amenazas de los anfibios y reptiles son consecuencia directa de la acción de hombre. Las comarcas que han sido más transformadas son las que han sufrido un descenso poblacional. En otros casos estas especies se ven afectadas por las alteraciones de las balsas, o el exceso de productos fitosanitarios.

Son especies muy sensibles a los tratamientos con plaguicidas, productos que son rápidamente absorbidos por su piel. Pero también les afectan mucho los movimientos de tierra para hacer bancales para la agricultura.

De este modo, por ejemplo, el gallipato soporta aguas con una contaminación elevada, aunque hay otras especies, como el tritón ibérico, que necesita de aguas limpias, estando en las cabeceras de los ríos.

Pero los anfibios y reptiles siguen en región. Algunos de ellos son de gran belleza y otros dignos de contemplar por su singularidad.

Son muchas las especies, aunque a modo de ejemplo destaca la presencia del sapo partero, en charcas de las dehesas, robledales o castañares. Una especie muy curiosa porque una vez que la hembra ha depositado sus huevos, el macho los transporta en su espalda y sus patas traseras manteniendo la humedad fuera del agua, y fuera de los depredadores

Como especie singular, el sapillo pintojo, localizado según el atlas desde Tierra de Barros hasta Vegas del Guadiana, Sierras centrales de Badajoz o Gata-Hurdes y Ambroz. El exceso de carga ganadera y la contaminación de sus charcas les afecta negativamente.

Dentro de los reptiles se encuentra la culebrilla ciega, un endemismo de la Península Ibérica que se alimenta de todo tipo de invertebrados que encuentra en el subsuelo, como lombrices, cochinillas, aunque también hormigas y arañas. Las grandes obras como las carreteras o los canales de riego impiden su expansión, aunque los incendios también afectan de manera muy negativa a las especies.

El lagarto verdinegro, conocido en Extremadura como el lagarto del agua, es otra especie endémica de la Península Ibérica de gran belleza que habita en Extremadura. Aparece en el entorno de Valencia de Alcántara, Villuercas, Gata-Hurdes, Jerte o la Vera. Se alimenta de polillas, moscas o saltamontes y mariposas.

También se encuentra la lagartija de carbonell, solo localizada por el momento en Gata-Hurdes, presente en suelos húmedos y frescos entre los 800 y los 1.200 metros, entre robledales, brezales o piornales. Realiza la hibernación  durante los meses más fríos, ocupando las fisuras de las rocas.