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De consortes a protagonistas: las mujeres extremeñas se hartan de ser invisibles en las fiestas populares

María Hernando ha si la primera mujer en la historia en encarnar a Jarramplas, una fiesta que se celebra en Piornal (Cáceres)

Santiago Manchado

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Siempre han sido las encargadas de coser los trajes, de las flores, de elaborar los dulces, de adornar las calles, de los cantos y de vestir a los hombres. Ese es el cometido que, generalmente, tienen las mujeres en las fiestas populares, donde se reproducen los roles clásicos de género: ellas, las tareas secundarias y de apoyo; ellos, los verdaderos héroes en esas tradiciones.

Pero dos mujeres en Extremadura han puesto pie en pared para hacer historia. Cansadas del papel testimonial que el peso de las costumbres habían reservado para ellas, han reclamado su espacio en dos fiestas con un importante arraigo y, además, con reconocimiento de interés turístico, una nacional y otra regional. María y Nieves han pasado de consortes a protagonistas.

En Piornal (Cáceres), el pueblo más alto de Extremadura, en el Valle del Jerte, se celebra cada 19 y 20 de enero la fiesta de Jarramplas. Se desconoce el origen de esta tradición, que ha logrado convertirse en Fiesta de Interés Turístico Nacional. Una de las versiones es que se trata de un ladrón que robaba ganado del que un día se vengaron los vecinos del pueblo lanzando contra él montones de verduras. Pero otras referencias apuntan a la mitología y el castigo que infligió Hércules a Caco, a las tradiciones de la indios de América o al cristianismo por la creencia de que Jarramplas sería San Sebastián. De hecho, su celebración coincide con la festividad del santo.

50 kilos de peso y una lluvia de nabos

La persona que encarna cada año a Jarramplas, para lo que hay una lista de espera hasta 2048, según el Ayuntamiento de Piornal, se pone una enrome máscara con cuernos y crines de caballo, y un traje de unos 50 kilos de peso, elaborado con fibra de vidrio y decorado con cintas de colores. Los vecinos y los numerosos visitantes le someten a una lluvia de nabos -este año han sido 25.000 kilos- hasta que el personaje no puede más y cae rendido tras un sacrificio físico.

La web del Ayuntamiento afirma que es “difícil entender lo que supone Jarramplas en Piornal si no se ha vivido in situ” y asegura que para un piornalego “ser Jarramplas es lo más grande”. Turismo Extremadura también dedica un espacio en internet a esta fiesta y en ella explica que se trata de “un hombre vestido de demonio”, pero eso ha sido así hasta este año .

María Hernando, una periodista extremeña de 27 años, ha hecho historia al encarnar este año al mítico personaje. “Siempre he estado en la lucha del feminismo pero en esta ocasión no lo he hecho por eso. Para mi ha sido un orgullo, aunque soy periodista, no puedo explicar con palabras el sentimiento de esta fiesta a la que tanto amo”, explica aún con emoción.

Su participación en esta tradición legendaria ha marcado “un antes y un después”. De eso está segura María porque cuenta que la tarde después de vestirse de Jarramplas “dos niñas se me acercaron para darme las gracias porque habían comprobado que ellas también podrían hacerlo, que ahora era posible”.

Hasta ahora, las mujeres se vestían del ladrón de ganado el día anterior en una fiesta dedicada a los más pequeños. Pero este año, el empeño de María, y también la suerte, puesto que figuraba como suplente, han hecho que Jarramplas tuviera nombre de mujer y que los kilos de nabos cayeran sobre ella enfundada en un traje muy pesado “pero que dejé de sentir, será por la adrenalina o lo que sea, es inexplicable”.

“Sí se puede”

La participación de las mujeres como protagonistas en esta fiesta no está vetada como sí lo esta en Villanueva de la Vera (Cáceres), donde cada Martes de Carnaval se celebra el Peropalo. Se trata de una Fiesta de Interés Turístico Regional que este año ha vivido una revolución porque una vecina ha reclamado el mismo derecho que tienen los hombres a participar en todas las tradiciones y rituales de la fiesta.

El Peropalo es un pelele que se ajusticia cada día en la plaza del pueblo desde el domingo hasta el martes cuando es quemado entre celebraciones y lamentos. Una hipótesis es que se trata de un ritual agrario de fertilidad de la Europa prerromana, pero la versión más extendida cuenta que el Peropalo era un judío que vivía en la Sierra de Gredos huido de la justicia y en la época del carnaval bajaba a Villanueva de la Vera a desfogarse y a dar rienda suelta a sus instintos carnales. Por eso cada día durante esa celebración recibe un castigo colgado en la plaza mientras los vecinos bailan al ritmo de jotas y tambores.

El último día se hace la jura o baile de bandera en la que “todos los varones oferentes muestran su habilidad”, recoge la web de Turismo de Extremadura. Pero este año no contaban con que Nieves iba a reclamar su derecho de bailar la bandera, algo que lleva haciendo hace una década pero en la residencia de ancianos de Villanueva de la Vera, en un ámbito mucho más reducido para que estos usuarios puedan también disfrutar de la fiesta.

La pareja de 'capitanes' de la fiesta de este año no permitieron a Nieves hacer realidad su sueño y, “de forma espontánea” un grupo de mujeres presentes en la plaza comenzaron a gritar 'Sí se puede' apoyadas por algunos hombres, según explica el alcalde, Antonio Caperote. En ese momento, Nieves improvisó con un pañuelo grande la bandera y la bailó, lo que dio lugar a que los 'capitanes' decidieran retirar la bandera oficial y al Peropalo, que fue quemado y descuartizado media hora más tarde.

Caperote subraya que en la tradición “no hay nada escrito” que diga que los hombres deben tener un papel preeminente, pero reconoce que en la fiesta “hay tintes machistas, aunque por lo general se ha avanzado mucho”, por lo que “no tiene sentido esta discriminación en pleno siglo XXI”.

Por ello, espera que el año que viene “se reflexione” sobre esta celebración, en la que hay un componente que lleva el Ayuntamiento y otro tradicional, del que se encarga una familia que conserva la cabeza del Peropalo desde generaciones. “Se trata de dialogar para llegar a un acuerdo porque la igualdad no es solo una palabra, se tiene que llevar a la práctica y no sé a qué estamos esperando”, sostiene.

Quizá el año que viene, el Peropalo se sume al Jarramplas y se logre imponer la igualdad sobre las costumbres sociales.

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