En junio de 2015 el camino que Carlos V hizo desde que entró en España por Cantabria hasta que llegó al Monasterio de Yuste en Extremadura, recibió la distinción de Itinerario Cultural Europeo, un título que le introduce oficialmente en la 'creme' de las rutas históricas.
El tramo extremeño de ese trayecto, desde Tornavacas hasta Jarandilla, que el monarca hizo en 1556 está reconocido además como de Interés Turístico Regional por la Junta de Extremadura y cada año son miles de senderistas los que lo hacen, bien individualmente o participando de las rutas que anualmente organizan colectivos como el Grupo Placentino de Montaña, pionero en convertir este trayecto en cita colectiva de senderistas o la Mancomunidad de la Vera, que prepara toda una fiesta renacentista en torno a los ultimísimos kilómetros que el soberano salvó entre Jarandilla y el Monasterio de Yuste.
El norte de Extremadura no es, sin embargo, lo único que Carlos V pisó en la región. Hay más zonas y, de hecho, la comunidad autónoma aparece en cuatro de las seis rutas ibéricas del emperador oficialmente reconocidas en España. Rutas en las que se incluye Extremadura porque estuvieron el monarca o su esposa Isabel de Portugal en dos momentos claves de su vida: el primero en 1526 camino de Sevilla para su boda y el segundo en 1556 cuando el soberano eligió tierra extremeña para morir.
Extremadura en cuatro de las seis rutas ibéricas del emperador
Las rutas ibéricas que no incluyen Extremadura son la de Tazones a Mojados pasando por Tordesillas, en el norte español y la catalana de Palamós a Molins del Rey. Las otras cuatro en las que sí aparece son la que va de Laredo a La Vera, la última de su vida para retirarse a Yuste; la de Jarandilla a Yuste; la Ruta de Isabel de Portugal, que transcurre entre Lisboa y Sevilla con paso por Llerena y que fue el camino que la reina hizo para casarse con Carlos V en 1526; el conocido como Camino de los Jerónimos de Yuste a Guadalupe, que Carlos V hizo en peregrinación, por devoción a la Virgen de Guadalupe, y para encontrarse en La Puebla extremeña con su hermana Leonor en 1525.
El rastro de Carlos V y también de Isabel de Portugal en Extremadura está en distintas localidades. Badajoz fue el primer lugar de España por el que pasó la reina cuando en 1526 hizo el viaje desde Lisboa hasta Sevilla para casarse, un recorrido en el que también se incluye Llerena. El blasón de Carlos V aparece en distintos rincones de Almendralejo, un destino en el que estuvieron ambos, precisamente, coincidiendo con ese camino hacia la boda que la reina hizo en marzo y el rey en mayo. En Trujillo durmió el emperador en uno de los altos que hizo en ese viaje; cenó y pernoctó, tal y como queda constancia en el libro de visitas del Ayuntamiento.
La huella del rey en el Monasterio de Yuste es la más conocida. De hecho, este destino es uno de los más visitados por los viajeros en Extremadura precisamente por ese motivo y, también, por investigadores, políticos y otras personalidades que acuden a los eventos que se organizan en este marco renacentista compuesto por la iglesia, los dos claustros y el palacio anexo que se construyó precisamente para Carlos V. Hasta allí llegó el 3 de febrero de 1557 después de pasar unos meses en el palacio de los Condes de Oropesa en Jarandilla de la Vera, el edificio que desde hace 50 años es Parador Nacional de Turismo, mientras terminaban el palacete de Yuste. Allí murió el 21 de septiembre de 1558, su última morada, alcanzada tras un viaje hacia el que partió en noviembre de 1556 en Tornavacas.
La localidad del Valle del Jerte fue el sitio en el que Carlos V durmió antes de partir a Jarandilla. Llegó de noche, se entretuvo viendo pescar truchas en el Jerte y durmió en la casa de un familiar de uno de los sirvientes de su comitiva; al día siguiente, partieron hacia La Vera por el collado de las Yeguas, según la información de los Itinerarios Culturales del Emperador.
En ese camino pasó por Aldeanueva de La Vera y es curioso que el gentilicio de pencones con el que se conoce a los vecinos de este municipio verato podría venir precisamente de ese paso del rey porque los aldeanovenses que ayudaron a llevarle en su hamaca no quisieron más que ser pagados por ello con un pencón de vino, que venía a ser una especie de jarra, porque consideraron que ya era un pago suficiente el honor de haberle cargado.
Indirectamente la huella real está también en Garganta la Olla, en los burdeles de la Casa de las Muñecas y las Mozas de Fortuna que visitaban su tropa y séquito.
Destinos de Extremadura en los que los viajeros pueden buscar el rastro del rey.