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La cruzada electoral con el gallego como arma se vuelve contra Feijóo diez años después

Feijóo, junto a miembros de la Real Academia Galega en el acto central del Día das Letras Galegas de 2019

David Lombao

El próximo 30 de diciembre se cumplirán 10 años desde que la Xunta de Galicia citó por sorpresa y en un horario inédito a la prensa en la nueva sala de prensa del complejo de San Caetano, su sede central. Alberto Núñez Feijóo iba a estrenar la instalación que él mismo había señalado desde la oposición como muestra del supuesto “lujo asiático” del que había disfrutado el fugaz gobierno de PSdeG y BNG (2005-2009). Y lo iba a hacer para anunciar las “bases” de un futuro “decreto del plurilingüismo” que sustituyera a la norma que, desde dos años antes, fijaba un mínimo del 50% de las materias escolares en gallego, tal y como había fijado un plan aprobado por unanimidad en tiempos de Fraga.

En realidad, aquella reunión del Gobierno gallego no había aprobado absolutamente nada sobre la lengua. Solo había tenido sobre la mesa un informe para escenificar el inicio de un proceso que no tendría consecuencia jurídica alguna hasta seis meses después, cuando sí comenzó la contrarreforma lingüística. Lo que sí había aprobado había sido pagar un millón de euros a la consultora KPMG para elaborar un informe sobre la fusión de Caixa Galicia y Caixanova, que la Xunta impulsaba. Pero el Gobierno de Feijóo no había revelado nada al respecto.

Diez años después de aquel simbólico acto, en el que la puesta en escena del fin de una supuesta “imposición” del gallego y de un “modelo monolingüe” en la enseñanza pública –había dicho Feijóo– había sido útil para tapar una operación económica aún por aclarar, la cruzada lingüística que el PP gallego emprendió en aquel tiempo regresa, a manera de bumerán político, contra el actual presidente de la Xunta. Lo hace por dos vías. Una, la de la constatación internacional de que su decreto plurilingüe ha perjudicado notablemente al gallego en las aulas. Otra, que no le ha servido para calmar a la extrema derecha de la que puede acabar dependiendo el Gobierno gallego en 2020.

Europa constata los “límites” al gallego en la enseñanza

El reproche europeo más reciente –que no el primero– llegaba en los primeros días de diciembre. En una nueva evaluación del grado de cumplimiento de la Carta Europea de las Lenguas Regionales y Minoritarias, tratado internacional rubricado por el Reino de España en el año 2001, con Aznar en el Gobierno central, el Comité de Expertos ha constatado diversos incumplimientos en Galicia derivados de aquella medida inaugural de Feijóo.

“La presencia del gallego es insuficiente en la enseñanza, especialmente a nivel preescolar”, destaca la revisión del Consejo de Europa, que pide con claridad “eliminar las limitaciones a la docencia en gallego en todos los niveles de educación precisos”, recogiendo de manera casi literal las reclamaciones que le había transmitido la Real Academia Galega. En Galicia, lamenta el documento, sigue estando legalmente vetado “impartir las grandes materias científicas en gallego” y “ningún centro de preescolar, primaria o secundaria” tiene la posibilidad de enseñar integral o mayoritariamente en gallego.

Como también habían advertido al Consejo organizaciones como A Mesa pola Normalización Lingüística, la entidad supranacional constata su preocupación por los “últimos estudios sociolingüísticos” en los que ha quedado en evidencia que “la transmisión del idioma de padres a hijos ya no está garantizada”. Este tramo del estudio se refiere a los datos más recientes del Instituto Galego de Estatística (IGE), que en las grandes cifras mostraban que el gallego resiste como lengua mayoritaria de la mitad de la población, si bien un vistazo en detalle acredita que esa resistencia se asienta, fundamentalmente, en la población mayor de 50 años.

Esa quiebra de la transmisión generacional del gallego acreditó con números lo que la realidad cotidiana ya mostraba en los tiempos en que el PP de Galicia, ante el temor a la irrupción de la entonces incipiente UPyD en el electorado urbano, agitó el fantasma de la supuesta “imposición” del gallego y teóricos riesgos para la supervivencia del castellano en Galicia. No en vano, entre la población de 15 a 29 años, la que entonces transitaba por la enseñanza obligatoria, quienes hablan en gallego “siempre” o “más gallego que castellano” apenas superan el 18% y quienes lo hacen “siempre” en castellano“ o ”más“ en castellano son más del 30%.

Las críticas de la extrema derecha

Ante estas cifras, la Secretaría Xeral de Política Lingüística del Gobierno gallego, dirigida por Valentín García –de perfil político notablemente alejado de las teorías de la “imposición”– ha venido apostando desde hace meses por la “dinamización” del idioma entre la juventud en campos ajenos a las aulas, tales como el deporte o las actividades de ocio. Esas son las bases del plan elaborado al respecto por este departamento, que pone también el foco en la juventud neohablante, la que ha sido educada en castellano y opta por pasarse al gallego después de la infancia.

Medidas como estas, algunas parecidas a las que eran señaladas por el propio PPdeG en la oposición como parte de un proyecto político nacionalista y “monolingüe” ,son las que ahora suscitan críticas contra los de Feijóo entre las filas de la extrema derecha de Vox. Cargos como Santiago Abascal o el diputado y concejal madrileño Javier Ortega Smith atacan al presidente de la Xunta desde hace meses asegurando que, en realidad, es un “nacionalista” gallego en el ámbito lingüístico.

El bumerán ha emprendido camino de vuelta pero una de las vías se presenta como más arriesgada para las políticas públicas de promoción del gallego que la otra. En el entorno del PPdeG ya pocos se atreven a descartar que, una vez amortizado Ciudadanos, la única posibilidad de que la izquierda no gobierne Galicia a partir de 2020 pase, precisamente, por Vox.

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