El expresidente de Pescanova ingresa en prisión para cumplir una pena de seis años por falsedad en las cuentas
El expresidente de Pescanova Manuel Fernández de Sousa-Faro ha ingresado este martes en la prisión madrileña de Soto del Real para cumplir una pena de seis años de cárcel por un delito continuado de falsedad en las cuentas de la compañía y otro de falsedad de información económica y financiera. La Audiencia Nacional lo había condenado incialmente a ocho años de prisión, pero el Tribunal Supremo los rebajó en dos. Los magistrados le habían dado, tras rechazar aclarar la sentencia, 10 días para presentarse voluntariamente. El que fue todopoderoso responsable de una de las empresas más pujantes de Galicia agotó ese plazo, informa Europa Press.
Las argucias contables en Pescanova para captar inversores disimulando el deterioro de las cuentas terminaron ante la Justicia. El Supremo absolvió a Fernández de Sousa de los delitos de estafa y falsedad documental, pero mantuvo el resto. Su ingreso en prisión coincide con las operaciones para que la canadiense Cooke se haga con Nueva Pescanova. Abanca, que tiene el 97,96% de la empresa, negocia la venta del 80% de las acciones. Este mismo martes se ha sabido que el banco, heredero de las extintas cajas gallegas, recoge en sus cuentas del año pasado unas pérdidas de 60,5 millones de euros en Nueva Pescanova en los tres primeros trimestres fiscales.
El fallo de la Audiencia Nacional sobre las ilegalidades en Pescanova relataba las prácticas llevadas a cabo por la antigua cúpula. La sentencia indicaba que, a raíz de la crisis financiera que estalló en 2008, el presidente de la firma gallega, con el objeto de poder seguir disfrutando de la financiación bancaria de la que dependía la empresa, planeó, junto con un grupo de personas de su confianza, seguir obteniendo financiación a través de una serie de mecanismos o prácticas irregulares.
Una vez conseguida, afirmaba, se llevaron a cabo otra serie de manipulaciones en las cuentas anuales u otros documentos oficiales que reflejaban la situación financiera de la empresa “para conseguir unos resultados positivos que no se correspondían con la situación real y, que, tras ser oficialmente publicados, permitían captar nuevos inversores y desplazar a la financiación bancaria y sus excesivas comisiones”.
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