Guillerme Vázquez: “No se puede culpar a nadie del mal resultado electoral de uno mismo”
Guillerme Vázquez (Pontevedra, 1952) habla despacio. Un mes después de un duro correctivo electoral para la formación que encabeza, el portavoz nacional del BNG analiza el panorama con la calma de quien ya ha tomado la decisión de no repetir en el cargo una vez que el proceso de reflexión interna culmine, antes del verano de 2013, en una Asamblea Nacional. El líder nacionalista apela a escuchar las “múltiples ideas y propuestas” tanto de la militancia como de la “gente que tenemos alrededor” del Bloque para algo que considera imprescindible: “corregir el rumbo”.
¿Qué análisis hace del resultado de las elecciones?
Los resultados han sido muy malos para el BNG y, respetándolos, han sido demasiado buenos para el PP en función del voto que tuvo. A partir de ahí trabajaremos para seguir defendiendo que soberanía, democracia y trabajo son elementales para salir de esta crisis económica, social y política en la que estamos.
¿Por qué consideró conveniente anunciar de inmediato que no repetirá en la portavocía?
Lo consideré así porque era lo que pensaba en conciencia. Asumo como cabeza del BNG los resultados electorales y creo que hace falta iniciar un proceso de debate amplio, profundo y calmado para reorientarse. Y una vez terminado el proceso de debate otras personas deben encabezar esta organización.
Dejará el liderazgo del Bloque después de casi cuatro años. ¿Que balance hace de este período?
Yo cogí el BNG en una situación ya complicada. A partir de ahí, no sólo tuvimos un proceso difícil en el plano interior, con una situación de aspersión constante de las diferencias hacia el exterior que termina en una asamblea nacional con un proceso de escisión. Y todo esto en un proceso de crisis profunda y rápida. No era el mejor contexto y yo hago lo que desde mi punto de vista tengo que hacer, un balance positivo no por mi gigantesca actuación, sino porque lo hice con el mayor trabajo y honestidad posibles y, desde luego, agradeciendo siempre a los compañeros y compañeras que depositasen en mí esa confianza. Pero es cierto que fue un proceso difícil en el plano interno y con un contexto que velozmente iba cambiando. Por eso este es un momento de pararse, reflexionar y reorientar el BNG para hacer frente a un temporal muy importante desde el punto de vista económico, social, nacional... y recuperar confianza social.
¿Observaron fallos en la campaña electoral o realizan el análisis desde una perspectiva más amplia?
Todos los expertos dicen que las campañas no determinan especialmente un resultado, aunque lo pueden condicionar para un lado o para otro. Eso será mejor dejarlo para la reflexión colectiva, pero el resultado electoral del BNG no se puede adjudicar estrictamente a esos quince días.
En las últimas semanas usted ha hablado de que no repartirán culpas.
Yo soy de los que siempre aceptan la realidad. No voy a negar que el BNG tiene que hacer la transmisión de su política en un contexto concreto, no voy a negar factores externos ni nada por el estilo. Sé que la imagen de una fuerza política, también la de cualquier persona, no sólo depende de lo que es sino de lo que digan de uno que es. Eso no lo vamos a poder cambiar. La reflexión tenemos que centrarla en lo que tenemos que hacer mejor nosotros, qué cambios en nuestra línea política o en nuestra actuación práctica tenemos que hacer para responder a la situación de la Galicia de hoy. Por lo tanto, del resultado electoral ni por asomo puedo culpabilizar a nadie, no se puede culpar a nadie del mal resultado de uno mismo.
¿Hasta qué punto cree que influyó en el resultado del BNG la irrupción de otras fuerzas en el ámbito del nacionalismo?
Los analistas lo determinarán con mayor exactitud, pero es evidente que en cualquier contexto la irrupción de nuevas fuerzas políticas siempre influye en el resultado electoral de los demás. Pero a mí lo que me parece que mueve la reflexión principal no es tanto lo que supuso la irrupción de otras fuerzas, sino lo que tenemos que hacer nosotros para que la sociedad gallega nos perciba como una fuerza nacionalista útil no solo para combatir la política del PP, de la troika, de Merkel, del propio Feijóo... sino también para que crean que las alternativas para salir de la crisis en un sentido favorable a las clases populares pasan por las que formula el BNG. Tenemos que hacer el trabajo bien hecho para que seamos percibidos como fuerza útil para oponernos a esta fuerza demoledora que aplica ese eje del mal que son la UE, la CEOE, el capital financiero, la banca...
En este sentido, ¿cabe, a medio plazo, el entendimiento del BNG con otras fuerzas nacionalistas?
Nosotros estamos siempre abiertos a acuerdos. Desde el punto de vista de, a lo mejor, coincidir en que una de las cuestiones esenciales es avanzar en la capacidad de decidir para Galicia podemos confluir con muchísima gente. Eso va a depender de nuestra voluntad y de la de los demás. No tenemos ningún apriorismo. Yo admito la actual situación con toda normalidad, sólo faltaría.
En las últimas semanas usted se ha referido a que esta reflexión culminará con uno “nuevo proyecto nacionalista”. ¿Cabe entenderlo en términos de refundación?
Yo he dicho muchas veces que el BNG se refunda en cada asamblea. No debemos quedarnos presos de los términos. Prefiero utilizar el término “reorientar” el BNG para la nueva situación. Ya sé que hay mucho tópico, pero yo conozco pocas fuerzas políticas no sé si tan democráticas, pero más democráticas que el BNG, conozco pocas. Al final, la decisión que se adopte será la que colectivamente tomemos. Lo que creemos colectivamente es que debemos transformar, si nuestra capacidad da para eso, una derrota electoral en una oportunidad de ir en una dirección mejor, de mejor respuesta a la sociedad gallega.
Estamos en un tiempo en el que se habla de desconexión entre la ciudadanía y las fuerzas políticas. ¿Es el BNG uno de los afectados por ese fenómeno?
No sé si es desconexión. Estaría bien distinguir entre desafección de la política y desafección de políticas antipopulares, antigallegas... En las últimas elecciones podemos constatar un incremento de la abstención, del voto en nulo, del voto en blanco, que no deja de ser una expresión de esa desafección y, claro que sí, el BNG también está afectado. Lo que tenemos es que tratar de corregirlo. Es evidente que la imagen social del BNG no es la mejor y nosotros tenemos parte de responsabilidad, seguramente mucha, y tendremos que corregirlo. Pero no voy a ocultar que también hay factores ajenos a nosotros que contribuyen a ese deterioro social. Y eso no es echar culpas.
¿Esos factores dificultan que el BNG difunda su mensaje?
Ya sé que por decir estas cosas soy corrido a gorrazos... Las cuitas del BNG tienen reflejo en los medios de comunicación, pero resulta muy sorprendente que sólo las cuitas del BNG tengan reflejo. En la mayoría de los medios, no en todos, sí tenemos claramente un veto a nuestras propuestas y alternativas, que son censuradas o transmitidas de una manera que nadie es capaz de enterarse. Yo sé que uno no debe atreverse a meterse con el poder, debe ser sumiso y no decir las cosas. Yo no le echo la culpa a nadie, pero objetivizo cosas.
¿Esto ha contribuido a que el BNG sea percibido como un partido más?
Yo lo enmarco en lo que a mí me sucede mucho en las charlas, en los actos del BNG... En los que siempre alguien me vendrá a decir “esto que decís aquí, ¿por qué no lo decís en no sé dónde?”. Pero yo no voy a insistir en esto. Nos vamos volcar en cómo nosotros podemos hacer mejor las cosas, que es donde está la cuestión principal.
En apenas dos meses el BNG ha salido de los gobiernos de Ourense y Lugo por motivos muy semejantes. ¿En esta reflexión en la que están inmersos hace falta revisar también la política de alianzas?
Naturalmente, desde mi opinión. La política de alianzas en la Galicia es la deriva de los resultados electorales, aunque ya sé que al PP le interesa mucho este debate porque espera tener réditos. Habrá que revisarla, en un marco de una situación política y económica diferente. Esto no tiene que ver estrictamente con el proceso de Lugo y de Ourense, que deriva de que el BNG tiene un criterio político de cómo actuar frente a una imputación [en el caso Pokémon] que nos aplicamos a nosotros mismos y también exigimos a los demás si estamos en un gobierno. Nosotros solicitamos la dimisión de los imputados, que en este caso eran alcaldes, partiendo siempre de la presunción de inocencia. Y a partir de que esto no se produce, abandonamos las coaliciones. Aunque también habrá que empezar una reflexión sobre si, en la actual situación de judicialización de la política, la vía idónea para dar respuesta a la necesidad de demostrar la honestidad es esta. Porque hay demasiadas imputaciones y muy pocas condenas, además de tardanza en las actuaciones judiciales.
En la pasada huelga general algunas de las movilizaciones más numerosas volvieron a estar en Galicia, convocadas también por el sindicalismo nacionalista. ¿Qué falta para que ese descontento y esas reivindicaciones, se traslade al ámbito político e institucional?
El 14-N fue una expresión de un fortísimo descontento popular con las políticas ejecutadas por el PP hoy por hoy. Yo no estoy dispuesto a compartir ni a fomentar esa especie de idea que circula entre los gallegos y gallegas de que el pueblo gallego es una especie de pueblo masoquista que mayoritariamente se entrega con entusiasmo a sus opresores. Porque no se corresponde ni con la realidad electoral ni con las manifestaciones ni la huelga. Nuestra reflexión es cómo conseguir transformar ese descontento social en apoyo a una alternativa nacionalista y de izquierda como es el BNG y a los planteamientos que nosotros hacemos para poder salir de esta crisis y conseguir aquello a lo que todos y todas aspiramos, seamos nacionalistas o no: una Galicia en la que vivir y trabajar dignamente.
¿Cree, por lo tanto, que existe el riesgo de que se extienda el desánimo, de que haya una parte importante de la población que diga: no hay nada que hacer, hay crisis y el PP obtiene 41 diputados?
Yo acepto los resultados tal cual son pero hay una realidad objetiva: El PP consigue más escaños obteniendo muchos menos votos. A veces los gallegos y gallegas tenemos una extraordinaria propensión a acabar aceptando los estereotipos mesetarios, que es uno de nuestros problemas, no valorarnos más. Una cosa es el resultado electoral, que tiene ese saldo, y otra que del resultado se derive que más del 50% de la población opte por una fuerza política que está causando el destrozo de este país, porque no es cierto. Uno puede estar más o menos desanimado en la vida en general, pero no derivado de que el pueblo gallego sea una especie de marciano masoquista. Yo no lo creo y no me desanimo, y lo que hay que buscar no es responsabilizar la gente que vota lo que considera, sino, en nuestro caso, conseguir hacerlo mejor para que esa mayoría de gallegos y gallegas que no concuerdan con las actuales políticas expresen su apoyo al BNG.
El resultado electoral gallego se produce en un contexto en el que el nacionalismo regresa al gobierno vasco y en el que el soberanismo avanza muy notablemente en Cataluña. ¿En qué posición queda Galicia?
Nosotros lo llevamos diciendo algún tiempo. Las fuerzas que representaron hasta ahora mayoritariamente en el Parlamento gallego y en el Congreso los votos expresados por los gallegos y gallegas, concretamente PP y PSOE, no tuvieron nunca interés real en avanzar para que Galicia consiguiera, como mínimo, más autogobierno real en el contexto anterior de hace tres o cuatro años, cuando Euskadi y Cataluña caminaban en esa dirección. Esto trajo como consecuencia que, con estas políticas de los partidos que representan los entir español en nuestro país, Galicia estaba camino de la segunda división. A partir de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut catalán y también, en otro contexto, de que se echara abajo el Plan Ibarretxe, sobre todo en Catalunya se multiplicó la percepción de la necesidad de soberanía. Eso tuvo manifestaciones en las elecciones en Euskadi y todo indica que lo tendrán en las catalanas. Eso agrava aún más la situación gallega, porque si el BNG se queda solo en la demanda elemental de entender que si no nos sumamos a ese proceso soberano, lo pagaremos también en las cosas de comer, Galicia caerá de la mano del señor Feijóo en la irrelevancia política en el contexto estatal. Nosotros estamos haciendo y haremos todos los esfuerzos para intentar convencer a cuanta más gente y también fuerzas de que hay que sumarse al proceso de la defensa de Galicia también en el contexto estatal. Tenemos que seguir estando en la primera división, por eso para nosotros la soberanía, la defensa de Galicia, es fundamental. En el momento en que Cataluña y Euskadi están en otra galaxia, pensar que no tenemos nada que hacer o que esto son cosas del BNG y de los nacionalistas, lo pagaremos como sociedad gallega.