Recortar el Parlamento, prioridad del PP gallego en el reinicio del curso político
Hacía más de 50 días que el pleno del Parlamento gallego no se reunía. Durante el tiempo comprendido entre el final de un período de sesiones y el comienzo del siguiente, que la oposición intentó acortar infructuosamente, no han pasado pocas cosas en Galicia. Las preocupantes cifras de paro y destrucción de empleo, las novedades en el sector naval, la activación de la contrarreforma de la ley del aborto, la anulación del 'enchufe' del marido de la conselleira de Sanidad o las revelaciones del caso Pokémon han ocupado buena parte de la agenda política gallega. No obstante, la Cámara gallega reabrirá su agenda por la página de la reforma electoral que el PP impulsa en solitario, con el recorte de escaños como pieza fundamental y casi única.
Como viene sucediendo en los últimos meses, el supuesto ahorro ya no es el pilar sobre el cual se asienta el argumentario conservador para pasarle la tijera al legislativo. No en vano, su portavoz, Pedro Puy, dejó para el final de su desapasionado discurso una fugaz mención a la consabida y supuesta necesidad de que el Parlamento haga “lo mismo que están haciendo las familias y las empresas”. En este inicio de la tramitación de la reforma, Puy se centra en asegurar que en el plan que abandera Alberto Núñez Feijóo no hay “ninguna trampa” ni menoscabo del sistema político gallego. Bien al contrario, asegura, el partido de la derecha está “defendiendo el autogobierno de la mejor manera posible” y lo hace, además, desde el apoyo al actual sistema electoral, que el PP defiende “sin ningún complejo” porque “permite gobiernos estables”.
Lejos de los tiempos en los que el propio Feijóo exigía que la ley de elecciones no pudiera ser reformada sin mayorías reforzadas, Puy defiende este cambio unilateral desde el supuesto convencimiento de que “pocas propuestas han sido tan dialogadas como esta”. Mientras tanto, acusa, el PSOE realizó una reforma electoral “sin consenso”, la que llegó como resultado de la Ley de Igualdad para garantizar la paridad de género en las candidaturas electorales. Esta crítica la lanza, no obstante, según dice, partiendo de que “de igualdad, pocas lecciones nos puede dar la izquierda en Galicia”.
Rechazo de toda la oposición
Después de asegurar hace pocas semanas que su recorte no tenía alternativas, el hecho de que los tres grupos de la oposición tengan ya registradas sus respectivas propuestas para reformar la Cámara y ahorrar sin tocar el número de escaños lleva al PP a desdeñarlas. Algunas, como la del PSdeG, dicen, están sustentadas en una “especie de complejo” respecto a Euskadi y Catalunya. Otras, como la del BNG, que este martes también se debatía en formato acumulado por decisión de la Presidencia, supondrían “un cambio radical”. Y el PP lo único que quiere es “retocar” lo que ya hay, no convertir al Parlamento “en lo que en la Transición se llamaba sopa de letras”, esto es, la entrada de un mayor número de grupos políticos.
“Hacemos esa propuesta única y exclusivamente porque somos demócratas”, replicó el nacionalista Francisco Jorquera para defender la alternativa del Bloque, basada en un sistema proporcional puro para un Parlamento de 75 escaños y sin umbral mínimo de votos para obtener representación. Esa pluralidad de siglas se daría “si así lo decide la ciudadanía”, evidencia, para explicar que la propuesta del BNG “está pensada” para que si un partido “consigue el 45% de los votos, tenga el 45% de los escaños”.
Pero para el PP, lamenta Jorquera, la “cuestión central es el número de escaños de este salón de plenos y no los problemas de los ciudadanos” y por eso se dispone a modificarlo “con un pucherazo legal, pero pucherazo al fin y al cabo”. “Si no se cree en el autogobierno, la conclusión lógica es que sobra el Parlamento”, censura, en un contexto en el que, por detrás de los “falsos argumentos de ahorro” solo ve una apuesta del PP por “retener una mayoría absoluta que saben que tienen perdida en la sociedad”.
“Fariseísmo” y “el peor rostro de la derecha española”
El “ataque al pluralismo” lo observa también Xosé Manuel Beiras, para quien el fondo, pero también la forma del debate, evidencian que “esto es una dictadura disfrazada de apariencias democráticas”, un “atraco al electorado y un asalto alevoso” que tiene su origen en el “fariseísmo político” del PP. “Inventan un problema inexistente mientras dejan pudrirse o hacen irresolubles los problemas de la ciudadanía corriente”, reprocha el portavoz de AGE, para quien la ausencia de cualquier tipo de consenso es muestra de “sectarismo e imposición”. Las minorías, dice Beiras, “no son sopa de letras”, sino “ciudadanos con pleno derecho a pensar por su cuenta” y frente a ellos, acusa, el PP hace con el Parlamento “como los nazis” cuando “obligaban a judíos, gitanos y comunistas a cavar sus propias fosas antes de asesinarlos”.
Mientras los populares se enervaban por enésima vez con las acusaciones de Beiras, recibían también el rechazo del PSdeG, que a través de José Luis Méndez Romeu identifica la reforma con el “peor rostro de la derecha española”, la “de la intolerancia, del aislamiento y de la confrontación”, la misma que en este mismo pleno, en boca de Pedro Puy, lleva al legislativo las teorías que vinculan el “fracaso” de la II República con la ley electoral que la regía. El PP y Feijóo, que al contrario de lo que acontece habitualmente siguió todo el debate desde su escaño, “violentan” las instituciones y “desprecian” las alternativas con un discurso de “poco fuste intelectual”, rechazándolas por “heterogéneas”. Lo que pasa, evidencia Romeu, es que la oposición “no está en el aplauso irracional y acrítico” al presidente de la Xunta. La reforma, en definitiva, sigue adelante solo con los votos del PP y con el voto en contra de la oposición, también del Grupo Mixto unipersonal recién estrenado.