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La tercera emigración gallega: se marchan los más jóvenes y mejor formados

Aeropuerto de Santiago de Compostela

Marcos Pérez Pena

Este martes hemos conocido los datos de desempleo correspondientes al mes de noviembre. Relativamente buenos en el conjunto de España, aunque no tanto en Galicia, donde vuelve a subir. Sin embargo, al igual que en otras ocasiones, hace falta profundizar un poco en los números para ver que aunque el total de gallegos y gallegas inscritos en las oficinas de empleo se mantiene estable (en máximos, eso sí) en el último año, no deja de reducirse el número de afiliados y afiliadas a la seguridad social: 18.500 personas menos en los últimos doce meses. Es decir, el paro no sube porque cada vez son más los que dejan de buscar empleo, bien por desesperación, bien porque marchan a otros lugares del Estado o fuera de España.

El mercado de trabajo en Galicia no funciona como debería y expulsa a los trabajadores. Desde 2008 se han perdido más de 215 mil empleos en Galicia (50 mil solo en el último año) y, de estos, ocho de cada diez correspondían a menores de 35 años. Son estos datos los que explican que entre 2003 y 2010 más de 315 mil gallegos y gallegas se hayan marchado a trabajar a otras comunidades autónomas, y que la mitad de ellos fueran menores de 30 años, según ponen de manifiesto un estudio de Fernando González Laxe, Federico Martín Bermúdez y Federico Martín Palmero, profesores de la UDC, publicado en el último número de la Revista Galega de Economía.

En Deficiencias estruturais, emigración interrexional e fuga de cerebros, alertan de esta realidad númerica, hallan patrones y procuran las causas, en una economía gallega incapaz de retener en el país a los más jóvenes y mejor formados, en lo que denominan “la tercera emigración gallega”. El estudio destaca que “ese flujo migratorio está formado en general por personas particularmente jóvenes, cada vez más cualificadas, y que emigran no ya a Europa y América, sino en su mayoría al resto de España”, y subraya que “este fenómeno, aunque percibido socialmente, está poco estudiado y cuantificado”.

El estudio concluye que “la precariedad contractual de los titulados, su escaso estímulo salarial, la ausencia de empleo de calidad y la propia estructura empresarial gallega quedan constatadas como causas de la expulsión de esta mano de obra cualificada hacia otras regiones. Este fenómeno, conocido como brain drain (fuga de cerebros), debilita el potencial productivo de la región de origen de los emigrantes”. Los autores, asimismo, reflexionan que “aunque la movilidad del factor trabajo tenga aspectos positivos en esta etapa de globalización económica, las consecuencias sobre las áreas exportadoras de mano de obra -especialmente la altamente cualificada- son indicadores claros de ineficiencias en sus sistemas productivos interiores”. Y añaden que esta fuga sin fin de millares de jóvenes “viene a agravar aun más” el problema de la pérdida y el envejecimiento de la población, incrementando las “perspectivas nada prometedoras para la sustentabilidad de la economía gallega”.

315 mil gallegos y gallegas, la mitad menores de 30

El trabajo sólo analiza los datos hasta el año 2010, por lo que deja fuera tres años más de crisis económica que a lo mejor podrían reflejar un panorama incluso más negativo. En los años estudiados (2003-2010), fueron contratados fuera de Galicia 315.155 gallegos y entraron a trabajar en el país 186.469, lo que determina un saldo neto de expulsión de mano de obra de 128.686 personas. Sin embargo, lo más destacable son las características cualitativas de esta emigración: un 46,7% de los que se marcharon tiene menos de 29 años y otro 39% tiene entre 30 y 44 años. El 70% son hombres, pero la emigración femenina se concentra en las edades más jóvenes (el 61% de ellas tenía menos de 29 años) y entre las personas más formadas (entre los licenciados que se marchan, más de la mitad son mujeres).

Y, por último, se trata de una emigración con un nivel de formación muy elevado: el 12% tiene estudios superiores, lo que hace un total de 40 mil licenciados y licenciadas gallegas que abandonaron el país entre 2003 y 2010, alrededor de la mitad de los egresados de las universidades gallegas en ese período (unos diez mil por año). Además, cerca de un 60% de los contratados fuera de Galicia presentaba “un grado de calificación representativo”, con una formación profesional especializada.

Esta emigración se dirigió, sobre todo, a Madrid (22,40%), seguida de Cataluña (12,11%) y Canarias (10,2%). Si nos fijamos únicamente en los licenciados, Madrid destaca aún más como destino, con un 39% del total, seguido de Cataluña, con un 12%.

Las causas

El trabajo analiza también las causas de este fenómeno, que cree encontrar en la debilidad de la economía gallega y su escasa capacidad para generar empleo, sobre todo empleo de calidad. Pone de relieve, por ejemplo, que los salarios en la Comunidad de Madrid son hasta un 40% más altos que en Galicia, o que en nuestro país el 61% de las empresas no tienen ningún asalariado (frente a un promedio del 40% en el conjunto del Estado). Recuerda también que en Galicia las jornadas laborales de más de 50 horas son siempre más frecuentes que en el Estado español, llegando a alcanzar en el año 2005 un 17,7% del total.

Señala igualmente que Galicia cuenta históricamente con una tasa de paro cualificado (el de los licenciados) muy superior al promedio español, y sobre todo muy superior a la de las regiones, como Madrid, hacia donde se dirigen los flujos migratorios gallegos. En el año 2005, el 10,6% de los licenciados universitarios estaba en paro (frente al promedio español del 6,76%), unos datos que en 2010 casi se igualaron como consecuencia de la crisis (11,4% y 11,2%). Recuerda también que, según las estadísticas de la última década, el salario medio de los licenciados gallegos se situaba entre los 800 y los 1000 euros mensuales, muy por debajo del promedio del Estado. Finalmente, a partir de datos de la ACSUG de 2010, subraya que algo menos del 40% de los licenciados gallegos encuentran trabajo al finalizar sus estudios, mientras que el 33% continúa estudiando y otro 30% prepara oposiciones.

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