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El drama de la adicción a internet: “Jugué 300 horas seguidas al World of Warcraft”

Imagen del videojuego World of Warcraft

Laura Albor

Adolescentes que lloran porque echan de menos conectarse, que son obligados a seguir un escrupuloso entrenamiento militar, que ocupan celdas de aislamiento… Imágenes como estas son las que recoge el documental Junkie Web, recién presentado en el festival de Sundance, y que muestran el día a día en los centros de desintoxicación de internet creados en China.

Éste es el único país, junto a EEUU y Corea del Sur, que considera la dependencia de internet una enfermedad y que cuenta con unos 24 millones de jóvenes ‘web junkies’ (adictos a la Red), según las autoridades. Con el fin de tratarlos, el gigante asiático tiene unos 400 centro de desintoxicación con 'pacientes' de entre 13 y 18 años. Las israelíes Hilla Medalia y Shosh Shlam tuvieron acceso al día a día en uno de ellos, donde recabaron testimonios de gente realmente absorbida por los juegos 'online'. “Jugué 300 horas seguidas al World of Warcraft”, afirma un joven orgulloso a la cámara mientras los compañeros ríen.

“Esos juegos son una máquina para crear gente enganchada”, afirma Xavier Carbonell, doctor en psicología por la Universidad de Barcelona y profesor de la Universidad Ramon Llull. “Hay razones técnicas para ello, como el hecho de que a diferencia de jugar al fútbol, por ejemplo, están disponibles las 24 horas, siete días a la semana y se puede acceder a ellos desde cualquier punto. Además, no se paran; aunque tú no juegues, el mundo sigue jugando. Otra de las razones técnicas es que no se acaba nunca y que si juegas solo difícilmente triunfarás: es mejor que lo hagas en grupo, por lo que éste, muchas veces, te requiere que sigas jugando”.

El profesor subraya que muchas veces la propia publicidad resalta el ‘enganche’ que suponen estos divertimentos con eslóganes como “No podrás dejarlo” o “Será tan apasionante que no pararás de jugar”. Sin embargo, y pese a que muchos de estos jóvenes encuentren mucho más interesante su vida ‘virtual’, el profesor asegura que no se trata de enfermos mentales que puedan confundir la realidad. “Simplemente prefieren ser el príncipe de las tinieblas, por ejemplo, a ser el reponedor de un supermercado, pero no confunden un mundo con otro”.

¿Es o no es una adicción?

Medios de comunicación, estudios e investigaciones, entre otros, advierten a menudo del aumento de horas que pasamos frente a internet y de las graves repercusiones que pueden tener las nuevas tecnologías para nuestra salud. Sin embargo, ¿se puede considerar el conectarse de manera desmesurada a la Red realmente como un trastorno? El primero en usar el término de ‘adicto a Internet’ fue el psicólogo Ivan Goldberg, pero lo hizo más como crítica por la forma de clasificar las enfermedades mentales que como verdadera propuesta.

“El Internet Addiction Disorder (IAD) fue creado como una parodia” explica Hèctor Fuster, psicoterapeuta e investigador experto en videojuegos. “El objetivo era criticar el modo de tipificar trastornos del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM). Con todo, la parodia lleva casi 20 años en debate y aún no existe acuerdo. Por ello, en realidad, el término 'adicción a internet' es incorrecto y se debe usar el término 'uso problemático', o parecidos”.

De la misma opinión son otros expertos consultados por HojadeRouter.com como Ursula Oberst, profesora de psicología de la Universidad Ramón Llul o el doctor Carbonell. “En realidad internet sólo es un canal”, apunta la profesora. “Hay que tener en cuenta que las aplicaciones de internet son muy diversas. Está el juego, las compras, la pornografía… Las personas no son adictas a internet, sino que que son ludópatas, adictos a la pornografía, a las compras…”

No obstante, y centrándonos en los diferentes tipos de uso, el último DSM publicado hace unos meses, el número cinco, ha incluido el ‘Internet Gaming Disorder’ (Desorden del Juego Online) en el apéndice, como trastorno que requiere de mayor estudio para su inclusión en el manual. “Se está valorando seriamente el crear una categoría clínica para los ‘adictos’ a videojuegos online. Yo, como gran parte de la comunidad que investiga este fenómeno, sí estoy de acuerdo en que algunas personas pueden mostrar un uso excesivo y problemático de estas herramientas, como un síntoma de otras problemáticas de tipo psicológico”, explica Fuster.

¿Cuándo es demasiado?

El documental presentado en Sundance recoge, entre otros hechos, la angustia de los padres leyendo las cartas en las que sus hijos les ruegan salir del centro. “Están realmente desesperados. Envían a sus hijos allí porque es su último recurso; realmente quieren ayudarlos”, señala Medalia, una de las directoras, en una entrevista.

España no es China, pero el panorama de nuestro país en cuanto al uso problemático de la Red no es muy alentador: según un estudio publicado el pasado año y que contó con financiación de la UE y la colaboración de la asociación Protégeles en España, el 21,3% de los adolescentes está en riesgo de desarrollar un uso problemático de internet debido al tiempo que dedica a navegar por la Red, frente al 12,7% de media europea.

Este porcentaje situaba a nuestro país en la cabeza por delante de Rumanía (16% de riesgo), Polonia (12%), Países Bajos (11,4%), Grecia (11%), Alemania (9,7%) e Islandia (7,2%). Además, el trabajo destacaba que el 1,5% de los adolescentes españoles ya sufría este tipo de comportamientos.

Según los autores, la conducta provoca una pérdida de control sobre el uso de internet y “conduce potencialmente al aislamiento, el descuido de las relaciones sociales, de las actividades académicas, de las actividades recreativas, de la salud y de la higiene personal”.

Comportamientos de este tipo se muestran en el documental, donde algunos de los adolescentes dejan la escuela, pasan el día y la noche en los cibercafés y se empeñan hasta en usar pañales para no tener que ir al baño durante sus sesiones de juegos online. En España ya hay centros que tratan estos comportamientos, como Sinadic. El director de éste, el psicoterapeuta Fernando Botana, asegura a HojadeRouter.com: “Hemos tenido casos llamativos como el de un adolescente que se dormía encima del ordenador y se le llegaron a hinchar los tobillos de no caminar”.

Según Oberst, “algunos síntomas son los mismos que vemos clásicamente en la adicción a sustancias. Por ejemplo, el malestar que tiene el niño cuando no está conectado. No es el tema de las horas absolutas que pasa delante de la pantalla, sino qué pasa cuando no está conectado: ¿está continuamente pidiendo conectarse? ¿dejando sus deberes o sus amigos? ¿no quiere comer por estar conectado?”.

En el caso de que notes este tipo de conductas, los expertos recomiendan que acudas a un psicólogo para que valore la gravedad del caso. “Muchas veces se soluciona con una orientación de los padres en la que aprendan cómo pueden gestionar el uso excesivo de internet por parte de su hijo”, apunta Oberst. “Porque los padres cosas tan simples como obligarles a desconectarse no saben hacerlo”.

La chica, al Facebook; el chico, al juego

Al igual que cualquier comportamiento, el uso que le damos a internet hombres y mujeres es bastante diverso. “Reproducimos comportamientos ancestrales”, asegura Carbonell. “Detrás de esto encontramos diferentes formas de comunicarse y socializar. [pullquote]Las chicas prefieren hablar, mientras que los chicos se comunican matando monstruos[/pullquote]”.

Así, mientras la mujer mostrará mayor predilección por herramientas que le permiten la comunicación, comentar con otros, como por ejemplo el Facebook o WhatsApp, los hombres preferirán los juegos online.

Según los expertos, para tratar estos comportamientos problemáticos es necesario buscar alternativas porque la persona que acude a terapia cuando no está conectada no sabe qué hacer. “Antes de disminuir la conducta diana, el uso de internet”, afirma Oberst, “hay que trabajar con cada paciente y responder a la pregunta: ¿Qué puedo hacer cuando no estoy conectado?”.

¿Por qué se cae?

“Cuando me siento solo, me voy a internet y me encuentro con otra persona solitaria al otro lado”, asegura un joven a su psiquiatra durante una sesión recogida en el documental. La necesidad de socializarse es, aseguran, uno de los principales impulsos que llevan a los adolescentes a conectarse de manera continua a la Red.

“Comunicarse con los demás sea a través del videojuego, del Messenger o de otras herramientas, ese es el objetivo”, explica Carbonell. “Si lo que voy a hacer es mirar mis cuentas bancarias estaré poco rato conectado, pero si lo que hago es debatir, jugar... Lo que se produce es una socialización y me llevará más tiempo”.

Para Oberst la soledad puede ser un factor que contribuya al uso excesivo de internet, aunque reconoce que “muchas veces no se puede saber qué va primero, ya que los que usan mucho internet se quedarán solos porque ya no juegan con sus amigos”.

“El usuario que hace un uso problemático termina por usar estas tecnologías como un medio de escapismo y disociación de su vida cotidiana”, subraya Fuster que asegura que a menudo encuentra a personas que no pueden entender ese alto grado de motivación que muestran los adolescentes por los juegos. “Siempre hay el indignado que me dice ‘pero no es real’. Esa afirmación es una falacia, la realidad de mi satisfacción es íntima y personal y, ante dos actividades, una motivada intrínsecamente y otra extrínsecamente, tenderé a realizar la primera, sea digital o analógica”.

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