Los destrozos con taladros en la colosal muralla de Palma

Esther Ballesteros

Mallorca —

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Hace más de cien años, las corrientes higienistas que predominaron en Europa a finales del siglo XIX empujaron al derribo de la mayor parte de las murallas que, hasta entonces, habían cercado numerosas ciudades del continente. Durante siglos, estos recintos defensivos habían sido garantía de protección y privilegios. Sin embargo, las nuevas posturas calaron tan hondo en la población que se formaron fuertes corrientes de opinión que, al grito '¡abajo las murallas!', clamaban por su derrocamiento para dar paso a la expansión de las urbes y, con ello, a la modernización y el progreso aparejados al imparable proceso de industrialización de la época. La fiebre demoledora se llevó por delante conjuntos históricos de toda índole para dar paso a las grandes vías y al tráfico rodado, y las ciudades comenzaron a saludar a los nuevos tiempos. Había que romper con el pasado.

Más de cien años después, estos cinturones defensivos vuelven a situarse en el foco del debate. Si en su día acabaron siendo considerados elementos inservibles y molestos, motivo de insalubridad y estancamiento económico, hoy se clama por la conservación de sus vestigios como irrefutables testimonios del transcurso de la historia. En el caso de España, numerosas normativas municipales y autonómicas velan por la conservación del patrimonio histórico de las ciudades y determinan que cualquier obra que se esté llevando a cabo en un determinado punto debe paralizarse si se produce un hallazgo arqueológico durante las mismas, como ha sucedido en los últimos días en Palma.

El pasado 19 de mayo, técnicos del Ajuntament ordenaban a la empresa Melchor Mascaró suspender una parte de las obras de la renovación de las canalizaciones y el pavimento de la céntrica plaza de España, concretamente allí donde discurren los restos de la muralla renacentista, considerada la obra más colosal de cuantas se han construido en los dos mil años de historia de Palma y una de las de mayor envergadura erigidas en Europa. En concreto, se trataría de uno de los antiguos accesos a la urbe, la conocida como Porta Pintada, reforzada en su día por los bastiones de Santa Margalida y Sanoguera. La fortificación, que llegó a rodear la ciudad a lo largo de un anillo de seis kilómetros ataviado con doce baluartes y ocho puertas, fue impulsada a finales del siglo XVI, ante las nuevas necesidades defensivas de la época, bajo la dirección del ingeniero Giovan Giacomo Palearo Fratino, más conocido como Fratin.

El Consistorio acordó la suspensión tras detectar que se estaban incumpliendo las directrices marcadas por el Departamento de Patrimonio del Consell de Mallorca y anunció la ejecución de las medidas necesarias para garantizar la protección de los restos arqueológicos, incluyendo las posibles responsabilidades que pudieran derivarse conforme a los pliegos que rigen el contrato y la legislación vigente. El Ajuntament exigió, además, un cambio del jefe de obra asignado para evitar que se puedan producir más decisiones de forma “unilateral” en la ejecución de estas obras y especialmente en los puntos objeto de autorizaciones por parte de Patrimonio y de las administraciones competentes.

Qué dice la Ley

Desde la Asociación para la Revitalización de los Centros Antiguos (ARCA) ya habían denunciado que las obras estaban causando graves destrozos en el lienzo de la fortificación, por lo que el pasado día 17 reclamaron la intervención de los arqueólogos del Consell para poder proceder, tras ello, según lo estipulado por la Ley 12/1998 de Patrimonio Histórico de Balears. En concreto, esta normativa establece que, si durante la ejecución de una obra se encuentran objetos o restos arqueológicos, el promotor y la dirección facultativa de los trabajos deben paralizar los trabajos de inmediato, adoptando las medidas adecuadas de protección, y comunicar su descubrimiento, en el plazo de 48 horas, al Consell Insular o al ayuntamiento correspondiente.

La Ley señala, además, que el Consell, o en caso de necesidad el Ajuntament, podrá ordenar la interrupción inmediata de los trabajos por un plazo máximo de veinte días, durante los cuales se comprobará el interés arqueológico de los restos. Una suspensión que, precisa la normativa, no dará lugar a indemnización alguna. No sólo eso. También prevé que para completar la investigación arqueológica la Institución supramunicipal podría ampliar el plazo de suspensión hasta un máximo de un mes y ordenar una excavación de urgencia.

“Desde ARCA siempre estamos muy atentos a cualquier intervención que se realiza en la ciudad y, en este caso, esperábamos simplemente que fuera un cambio de pavimento, que fue lo que se anunció”, señala, en declaraciones a elDiario.es, Nael Falo, integrante de la junta directiva de la entidad, quien explica que, cuando salieron a la luz los restos de muralla, la asociación solicitó, por un lado, marcar sobre el pavimento el trazado que sigue la muralla y, por otro, hacer visibles sus vestigios con un cristal o un vidrio grueso con el objetivo de “poner en valor el patrimonio de la ciudad para todo el público”. Sin embargo, no ha sido así.

Como lamenta, las autoridades hicieron “caso omiso” a ARCA y, a partir de ese momento, numerosos simpatizantes de la asociación comenzaron a remitir fotos en las que podía apreciarse cómo el lienzo de la muralla estaba siendo taladrado para poder instalar las conducciones de agua. Fue cuando se dirigieron de inmediato al Consell de Mallorca para reclamar su intervención. 

Análisis de los hallazgos

Desde la institución, la directora insular de Patrimonio, Kika Coll, explica a este medio que desde el inicio del proyecto de las obras su departamento mantuvo reuniones con el Ajuntament y con la arqueóloga municipal contratada para estos trabajos con el objetivo de detectar “dónde se encontrarían los puntos más delicados de acuerdo a la documentación con la que todos contaban”. “Todo el mundo que conoce la historia de Palma sabe que debajo de la Plaza de España están las murallas”, subraya.

Durante el transcurso de los trabajos, sin embargo, se detectó que se había abierto un hueco mayor del previsto a la hora de instalar las canalizaciones, lo que acabó afectando al tramo de la muralla que transcurre por debajo. Patrimonio debe ahora analizar de qué trazado se trata -Coll cree que es la zona en la que se hallaba el cuerpo de guardia y el inicio del puente de la Porta Pintada- y, a partir de ese momento, determinar por dónde deben pasar las canalizaciones de agua.

Mientras tanto, fuentes del Ajuntament de Palma explican que, desde el inicio de las obras de sustitución del pavimento y las canalizaciones de agua fue contratado un servicio de arqueología que velara por el correcto desarrollo de las mismas. Sin embargo, en un momento dado, los técnicos detectaron que se estaban incumpliendo las directrices de obra debido a los daños que se estaban registrando en el lienzo de la muralla. Estos días, los técnicos están llevando a cabo catas de cara a realizar una huella topográfica para indicar sobre la superficie, allí donde se ha detectado la presencia de la fortificación, que por ese punto, en el subsuelo, discurre el antiguo recinto defensivo.

Los técnicos detectaron que se estaban incumpliendo las directrices de obra debido a los daños que se estaban registrando en el lienzo de la muralla

Desde el Ayuntamiento de Palma indican que, por motivos técnicos, se ha descartado por ahora colocar un cristal que permita apreciar desde la superficie los restos arqueológicos. “En estos momentos, los arqueólogos se encuentran documentando los nuevos hallazgos para saber si son restos del puente levadizo”, añaden. Asimismo, apuntan que los trabajos continúan adelante en los puntos en los que no se ha detectado la presencia de la muralla. 

Obras en el subsuelo

El arquitecto Luis Moranta destaca, por su parte, la importancia de la presencia de arqueólogos durante las obras de este calibre que se lleven a cabo en el casco histórico de la ciudad, teniendo en cuenta que bajo la superficie de Palma se encuentran numerosos restos pertenecientes a etapas históricas anteriores.

Moranta -autor de la hipótesis que apunta a que en el subsuelo de otro punto del casco antiguo de Palma se esconderían los restos fósiles de un antiguo teatro que, hace 2.000 años, recibiría a todo aquel que desembarcase en el puerto de la Palma romana-, señala que cuando se prevé llevar a cabo obras bajo la superficie del centro histórico debe solicitarse autorización a la Comisión de Patrimonio del Consell Insular.

Además, debe haber un informe técnico y un proyecto de excavación y uno o varios arqueólogos tienen que estar presentes durante toda la obra “para controlar todo lo que se pica hacia abajo”. “Y eso ocurre si quiero poner un ascensor en un edificio del barrio antiguo y bajo ese ascensor hay un foso, si realizo excavaciones bajo la capa de una planta baja o si decido llevar a cabo obras allí donde hay un sótano antiguo”, detalla. 

Situaciones similares en otros lugares de España

En otras zonas han ocurrido circunstancias similares a las de Palma. Por ejemplo, los trabajos para remodelar la Puerta del Sol hicieron aflorar en julio de 2022 unos vestigios inesperados: en la zona norte de la plaza, bajo el subsuelo, permanecían ocultos varios muros de lo que -parece- fueron construcciones antiguas situadas en la plaza y que se derribaron en alguna de sus múltiples reformas. Los trabajos fueron suspendidos en ese punto para cartografiar todos los descubrimientos y avisar del hallazgo a la Dirección General de Patrimonio.

También en Madrid, la Comunidad, a través de la misma Dirección General, paralizó en 2019 las obras iniciadas por el Ayuntamiento en la Plaza de España “por carecer de control arqueológico”. La decisión se produjo después de que técnicos regionales se personaran en los trabajos y constataran que el Consistorio no había realizado ningún control y seguimiento arqueológico y paleontológico de los movimientos de tierras, a pesar de ser una de las condiciones impuestas por las autoridades regionales para dar el visto bueno al proyecto, desarrollado en una zona en la que está documentada la presencia de restos arqueológicos y paleontológicos.

Asimismo, las obras que el Canal de Isabel II está llevando a cabo en la confluencia de la calle Fuencarral con la calle San Mateo, en Madrid, dejaron al descubierto unas galerías de ladrillo que al parecer no constaban en el catálogo del Canal. Ante la duda de si de trataba de restos con valor arqueológico, se decidió paralizar los trabajos para que los técnicos de la Dirección General de Patrimonio los analizaran y emitiesen tras ello un informe en el que determinasen si las obras continúan porque carecen de valor patrimonial o, por el contrario, son restos valiosos que hay que conservar.

Mientras tanto, la Dirección de Planificación del Territorio y Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife acordó la suspensión cautelar de una parte de las obras del macroproyecto Cuna del Alma, en la zona del Puertito de Adeje, al haberse producido una destrucción parcial de restos arqueológicos aparecidos en la zona. El proyecto pretende urbanizar un barranco y una playa en el sur de la isla junto a dos zonas protegidas, una terrestre y otra marítima, y prevé la urbanización de unos 430.000 metros cuadrados con más de 400 villas de lujo, hoteles, restaurantes, piscinas, beach clubs, spa y otras infraestructuras como un huerto cuya extensión (20.000 metros cuadrados) invade parte del Sitio de Interés Científico de la Reserva Natural Protegida de Adeje.