En un intento de limitar la polución de los ríos y los mares, la venta de toallitas húmedas que contengan plástico quedará prohibida para la mayoría de los consumidores en el Reino Unido. El Gobierno laborista de Keir Starmer anunció este martes la aprobación del veto para Inglaterra, siguiendo lo que ya ha hecho Gales y se espera que hagan Escocia e Irlanda del Norte antes de que termine el año. La previsión es que las nuevas reglas estén en vigor en 2027 en todo el país.
La consulta y la decisión de legislar empezó con el anterior Gobierno conservador de Rishi Sunak, y de momento la regulación va más lejos que la de la Unión Europea, que ha legislado para limitar los plásticos, pero todavía no ha prohibido las toallitas húmedas que contengan plástico. La directiva europea sobre plástico de un solo uso obliga a identificar las toallitas húmedas que contienen plástico y anima a la producción “responsable”, pero no las prohíbe.
La legislación británica admite excepciones como el uso médico y el uso hotelero mientras no haya alternativas, pero quita de la circulación las toallitas para uso doméstico que contengan plástico. De momento, la prohibición afecta a las ventas, pero el Gobierno dice que también considerará más adelante la prohibición de su fabricación. Las toallitas, además de la venta en los casos incluidos como excepción, pueden acabar ahora en otros países porque no hay veto a la exportación.
Algunas cadenas de farmacias y droguerías, como Boots, ya sólo venden toallitas húmedas que no contienen plásticos.
El daño para ríos y mares
El Gobierno británico recuerda un estudio que muestra que de media, entre 2015 y 2020, se encontraron 20 toallitas húmedas cada 100 metros de playa en el Reino Unido. El peligro, en especial, es tirarlas por el inodoro, ya que liberan microplásticos que contaminan la fauna marina y acaban en la cadena alimentaria.
Las toallitas húmedas, de cualquier tipo, causan la abrumadora mayoría del bloqueo de tuberías y alcantarillas entre la basura que va a parar a los ríos, uno de los problemas constantes en el Reino Unido, donde, además, el baño en aguas fluviales es habitual.
Según un estudio encargado por el Gobierno, incluso algunas toallitas que contienen plásticos no se desintegran del todo.
La ministra de Medioambiente, Emma Reynolds, insiste en que las toallitas húmedas, de cualquier tipo, se deben tirar a la papelera y no al inodoro, y que resolver el bloqueo de tuberías y alcantarillas cuesta dinero que pasa a los consumidores en sus facturas del agua. Según cálculos de las empresas privadas y encargadas de toda la gestión del agua, cada año se gastan unos 200 millones de libras (más de 220 millones de euros) en arreglar los bloqueos producidos por estas toallitas.