El 14 de mayo de 2024, los medios franceses informaban sobre la aparición de pintadas de manos rojas en el Memorial de la Shoah, en pleno centro de París. Actos de vandalismo cometidos contra un espacio simbólico, dedicado al recuerdo del Holocausto. “La República se mantendrá siempre inflexible ante el odioso antisemitismo”, reaccionó inmediatamente Emmanuel Macron.
Más de un año después, el pasado 31 de octubre, el Tribunal de París condenaba a los autores de las pintadas, cuatro ciudadanos búlgaros —uno de los cuales sigue fugado—, a penas de entre dos y cuatro años de prisión. Detenidos durante el verano de 2024 en Bulgaria y Croacia, se han convertido en el rostro de una campaña de “injerencias extranjeras” en las que las autoridades francesas ven la mano de Moscú. Una serie de acciones de “desestabilización”, que comenzaron en 2023, y que incluyen ataúdes colocados al pie de la Torre Eiffel, estrellas de David pintadas en los muros de la capital o cabezas de cerdo depositadas frente a mezquitas de la región parisina.
Según el ministerio de Asuntos Exteriores francés, el país galo es el segundo gran objetivo de este tipo de campañas, solo por detrás de Ucrania. Hay nueve causas judiciales en curso en los tribunales.
“Desde febrero de 2022, el Kremlin ha añadido a su guerra de agresión contra Ucrania una guerra de información contra todos los Estados que la apoyan”, dice a elDiario.es David Colon, historiador especializado en propaganda y profesor en la Universidad Sciences Po Paris. “Así, Francia es objeto de ataques informacionales cada vez más importantes, precisamente porque apoya firmemente a Ucrania”.
El Parlamento francés aprobó el año pasado una ley tipificando la agravante de acto vandálico “cometido con el fin de servir a los intereses de una potencia, empresa u organización extranjera”. No obstante, esta legislación entró en vigor después de la aparición de las manos rojas, por lo que los tres búlgaros juzgados en París fueron condenados por “degradación o deterioro cometido por la pertenencia a una supuesta raza, etnia, nación o religión”, así como por “asociación ilícita”.
“Acentuar las divisiones ya existentes”
Precisamente el carácter antisemita de los hechos estuvo en el centro de los debates en el tribunal parisino. Según la Justicia, el símbolo —las manos rojas— fue elegido por “evocar” el linchamiento por parte de civiles palestinos de reservistas israelíes en Cisjordania en el año 2000. La defensa intentó presentar a los acusados como peones manipulados por terceras personas, “por dinero” o “estupidez” alegaron los abogados, para evitar ese agravante. Tarea especialmente difícil para uno de ellos, Georgi Filipov, cuyo cuerpo está cubierto de tatuajes nazis (él afirmó que pertenecen a su pasado).
Las operaciones del Kremlin tienen como objetivo desviar la atención de la guerra en Ucrania, amplificando la percepción de los franceses sobre temas controvertidos
Finalmente la sentencia reconoció el antisemitismo de los actos y, a pesar de que la instigación extranjera no pudo incluirse en la sentencia, la presidenta del tribunal quiso dejar claro que “la injerencia se desprende claramente de este expediente; una acción coordinada desde el extranjero con fines hostiles para agitar la opinión pública, acentuar las divisiones ya existentes y fracturar aún más la sociedad francesa”.
Desde el inicio del juicio, la Fiscalía y los magistrados hicieron referencia a los análisis de diferentes autoridades, incluyendo servicios de inteligencia franceses y extranjeros, el ministerio de Asuntos Exteriores francés y la estructura Viginum, encargada de supervisar las injerencias digitales extranjeras en Francia, que apuntan de manera unánime a Moscú.
“Pirateando el debate público, el Kremlin pretende manipular la percepción de los ciudadanos”, resume David Colon, autor del libro La Guerre de l’information. “A escala estratégica, la eficacia de estas injerencias se mide por la proporción de franceses que consideran que el apoyo a Ucrania es una prioridad. Por eso, las operaciones del Kremlin tienen como objetivo desviar la atención de la guerra en Ucrania, amplificando la percepción de los franceses sobre temas controvertidos, como la inmigración o la guerra en Gaza. A juzgar por el ruido mediático provocado por estas operaciones, es innegable que tienen un impacto”.
Las autoridades rusas niegan cualquier implicación —en esta o en otras acciones similares cometidas en Francia— y, de hecho, acusan a países de la OTAN de actos de injerencia en su territorio.
Las redes de la influencia
La sentencia ha ofrecido a la Justicia la oportunidad de iluminar la mecánica tras las redes de desestabilización rusas. Las acciones llevadas a cabo en Francia desde 2023 presentan múltiples similitudes: un organizador en un país del este de Europa, en contacto con rusos, que recluta un grupo de personas, a menudo en situación precaria. Algunos solo por un día o una noche, otros para varias acciones.
Después se produce la difusión y explotación de imágenes con fines propagandísticos a través de campañas online. En el llamado caso de las manos rojas, el tribunal apunta a que el organizador fue Nikolay Ivanov, un exmilitar búlgaro de 42 años, condenado a cuatro años de prisión. Los medios de comunicación franceses le describen como exmiembro de milicias prorrusas, “cercano a la Iglesia ortodoxa” y a varios servicios de inteligencia y partidos políticos de su país.
Según la acusación, fue él quien reclutó a los otros participantes y quien estaba en contacto con un agente ruso a través de Telegram. Y, según ha publicado recientemente Mediapart, se habría refugiado en Moscú poco después de la operación. No obstante, este primer juicio no ha conseguido despejar todas las incógnitas alrededor de esta acción. Faltan varias piezas del puzzle, empezando por el grado de autonomía de los actores juzgados y la identidad concreta de los autores intelectuales de la operación en Rusia.
Otros casos
Los próximos juicios relacionados con hechos similares podrían contribuir a aportar esas piezas que faltan. Por ejemplo, el caso conocido como las “estrellas de David”, en el que una pareja de moldavos fue detenida tras pintar este símbolo en los muros de varios barrios de París. Ambos afirmaron haber recibido entre 300 y 500 euros, además de un billete de avión de Chisinau a Beauvais y dos teléfonos móviles. Un tercer hombre, que no pudo ser detenido, hizo las fotos para difundirlas en las redes sociales.
La investigación y las informaciones aportadas por los servicios de inteligencia han llevado a la Fiscalía a afirmar que forman parte de una red dirigida por servicios rusos (apuntan al FSB y la inteligencia militar) a través de proxies en Transnistria, una región separatista de Moldavia de mayoría rusófona. Los servicios secretos franceses creen que dicha red es responsable de una campaña de acciones contra la OTAN en varios países, incluyendo Polonia, Letonia, Alemania, Austria y Rumanía, además de Francia.
Al frente de esa red, un empresario moldavo, Anatolii Prizenko, quien confirmó personalmente al diario Libération haber pagado a varias personas para que pintaran estrellas de David. No obstante, aseguró que su objetivo era “apoyar” a los judíos franceses; una afirmación puesta en duda por la prensa, tras exhumar varios mensajes con connotaciones antisemitas en las redes sociales del empresario.
Una nota de los servicios de inteligencia franceses, transmitida al Ministerio de Asuntos Exteriores y citada por Le Monde señala la presencia de la misma pareja de moldavos en Francia, entre el 25 y el 30 de septiembre de 2023, distribuyendo panfletos anti-OTAN antes de desplazarse a Letonia para una campaña similar.
Ataúdes en la Torre Eiffel
Otro de los casos que se juzgará en los próximos meses es el de los ataúdes depositados a los pies de la Torre Eiffel en junio de 2024. Aparecieron cubiertos con banderas francesas, con la inscripción “soldados franceses de Ucrania”, poco después de que París confirmase el envío a Kiev de instructores militares.
Tres hombres fueron detenidos ese mismo día: el conductor de la furgoneta utilizada para transportar los ataúdes (uno de los búlgaros condenados en el caso de las manos rojas) además de otros dos hombres —de nacionalidades ucraniana y alemana— que se disponían a tomar un autobús hacia Berlín.
En otros dos casos recientes, relacionados con pintadas aparecidas en el Arco del Triunfo y con cabezas de cerdo depositadas en varias mezquitas se sospecha de dos personas con un vehículo “cuya matrícula sería serbia” y que utilizaron una “línea telefónica croata”, aunque por el momento no hay detenidos.
Otro punto común es que en la mayoría de casos, las autoridades francesas han señalado el papel desempeñado por la red rusa de desinformación Doppelgänger —también conocida como RRN o Recent Reliable News— que se habría ocupado de la difusión de las imágenes y de contenidos relacionados con ellas. “Una nueva ilustración de la estrategia híbrida que Rusia está aplicando para socavar las condiciones de un debate democrático pacífico y, por lo tanto, socavar nuestras instituciones democráticas”, denunció entonces en un comunicado el Ministerio de Exteriores francés en un comunicado.
Las elecciones como objetivo
La “desestabilización” también alcanza las últimas citas electorales en Francia, especialmente desde 2017. El año pasado, marcado por las elecciones europeas a las que siguieron las legislativas anticipadas, fue propicio para los intentos de injerencia: se detectaron 25 operaciones digitales llevadas a cabo por actores extranjeros durante este período, según declaró un responsable de Viginum, encargado de la lucha contra estas desestabilizaciones, a la Agencia France-Presse (AFP).
Un recrudecimiento de los intentos de desestabilización atribuido a “actores maliciosos” identificados, en particular el grupo ruso Storm-1516. Según la misma fuente citada por AFP, las injerencias son la muestra de una “intención, a largo plazo, de socavar la cohesión, desacreditar a las instituciones y modificar la percepción de nuestro modelo democrático”.
La próxima gran cita en la agenda francesa serán las elecciones municipales en marzo. Las autoridades asumen que también “serán objeto de ataques” porque “ya están siendo blanco de intentos de desestabilización de origen extranjero”, según informó la directora adjunta de Viginum, Anne-Sophie Dhiver, durante una mesa redonda celebrada hace unas semanas en el Senado.