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The Guardian en español

ANÁLISIS

Cinco predicciones sobre la guerra en Ucrania para los próximos seis meses

El presidente ucraniano y su mujer asisten a una ceremonia con motivo del Día de la Independencia de Ucrania, este miércoles en Kiev.

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1. La guerra durará probablemente un año como mínimo, pero está estancada y disminuirá su intensidad

Pueden haber pasado seis meses desde la invasión, pero ni Ucrania ni Rusia están dispuestas a dejar de luchar, a pesar de las pérdidas que han sufrido. Ucrania quiere recuperar los territorios ocupados por Rusia y Moscú quiere seguir debilitando a su oponente e, indirectamente, también a Occidente. El Kremlin cree que el invierno jugará a su favor y el presidente Putin ha anunciado un aumento del ejército de 137.000 efectivos .

No ha habido negociaciones entre las dos partes desde que quedaron en evidencia las masacres de Bucha, Irpín y otros lugares de los territorios ocupados por los rusos al norte de Kiev. Pero el movimiento en los frentes ha sido mínimo desde la caída de Lisichansk a finales de junio. Ninguna de las partes ha logrado un avance significativo y cada vez parecen más agotadas por los combates.

2. Ucrania carece de medios para un contraataque convencional eficaz, pero la guerra de guerrillas es una forma eficaz de precipitar una caída rusa

Ucrania quiere retomar el control sobre Jersón, al oeste del río Dniéper, pero un alto cargo del Gobierno ha reconocido en privado que carecen de “la capacidad suficiente para hacerles retroceder”. Kiev ha cambiado su estrategia para organizar ataques con misiles de largo alcance y atrevidas incursiones de las fuerzas especiales en las bases rusas situadas detrás de la línea del frente.

El asesor presidencial más relevante en este contexto, Mykhailo Podolyak, ha indicado que el objetivo es “crear el caos dentro de las filas del ejército ruso”. Lo cierto es que, si bien esta estrategia puede reducir la fuerza de los invasores, no es probable que el ejército ruso se repliegue y renuncie voluntariamente al control sobre la ciudad de Jersón, como esperaban algunos funcionarios ucranianos.

3. Rusia sigue queriendo abrirse paso a golpes, pero es probable que priorice mantener los territorios ocupados y anexionarlos

Rusia no tiene un nuevo plan de ataque que no sea la acumulación de artillería, la destrucción de pueblos y ciudades y el avance a marchas forzadas. Lo hace, por una parte, porque esta estrategia es eficaz y, por otra, para minimizar el número de víctimas ya que, según algunas estimaciones occidentales, hasta ahora ha sufrido 15.000 bajas. Sigue adoptando esta estrategia en torno a Bajmut, en el Donbás, pero el avance es lento, en parte porque ha tenido que volver a desplegar algunas fuerzas para reforzar Jersón.

Puede que el Kremlin no haya conseguido lo que pretendía al principio de la invasión, pero Rusia controla ahora grandes franjas de territorio ucraniano en el este y el sur del país y plantea de forma abierta la celebración de referendos de anexión. Con la llegada del frío, es probable que se centre en consolidar lo que ha conseguido.

4. El invierno precipitará una nueva crisis de refugiados y representará una oportunidad para la parte que esté mejor preparada

Para ambos bandos, el invierno ocupa una parte importante de su pensamiento estratégico. A Ucrania le preocupa la situación humanitaria porque no hay calefacción de gas para los edificios de apartamentos en la provincia de Donetsk y otras zonas del frente. Un responsable de asuntos humanitarios prevé una nueva oleada de refugiados en invierno. Hasta dos millones de personas podrían cruzar la frontera con Polonia.

Los rusos perciben el invierno como una oportunidad. Ucrania teme que Rusia tenga como blanco de ataque su red energética, agudizando sus problemas para garantizar la calefacción, y podría simplemente apagar la inmensa central nuclear de Zaporiyia. Moscú también quiere prolongar los problemas de Occidente por los costes energéticos y tiene todos los incentivos para incrementar la presión.

La primavera, sin embargo, podría ser el momento de un nuevo ataque: cada parte querrá reponer fuerzas y prepararse para lo que probablemente será otra temporada de enfrentamientos.

5. Occidente tiene que decidir si quiere que Ucrania gane o simplemente resista, y tiene que adecuar la ayuda humanitaria a las necesidades

Ucrania ya habría sido derrotada por Rusia sin el apoyo militar de Occidente. Pero hasta ahora Occidente no ha suministrado suficiente artillería u otras armas, como aviones de combate, que permitan a Kiev hacer retroceder a los invasores. Los políticos occidentales hablan de la necesidad de obligar a Rusia a retroceder hasta las fronteras de antes de la invasión, pero no proporcionan suficiente material para hacerlo. Al mismo tiempo, la crisis humanitaria de Ucrania se agudiza. Por ejemplo, no hay dinero suficiente para la reconstrucción, y muchas casas del noreste y noroeste de Kiev siguen en ruinas cinco meses después de la salida de los rusos, a menudo con habitantes desesperados que viven en garajes o estructuras provisionales.

Los desplazados internos a menudo tienen que vivir en escuelas o en guarderías, alojamientos provisionales en los que la mayoría de las personas tienen dificultades para permanecer durante un largo periodo de tiempo. Ucrania tiene un déficit presupuestario de 5.000 millones de euros mensuales a causa de la guerra. El coste de la ayuda humanitaria y la reconstrucción multiplica con creces esta cifra.

Traducción de Emma Reverter

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