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The Guardian en español

Silicon Valley, la meca tecnológica que dejó a San Francisco sin sexo

Es verdad que el Área de la Bahía de San Francisco tiene la fama de ser un lugar complicado para ligar

Julia Carrie Wong

No es un secreto que Silicon Valley votó contra Donald Trump. Para muchos, el rechazo generalizado hacia la estrella de reality devenida presidente podría deberse a su virulenta xenofobia, islamofobia y misoginia. Todas estas ideas chocan con el liberalismo progresista que impera en el Área de la Bahía, en San Francisco.

Sin embargo, según Peter Thiel (eminencia tecnológica, seguidor de Trump, fundador de Paypal e inversor de Facebook), a Silicon Valley no le gusta Donald “agárralas del coño” Trump porque sus habitantes tienen dificultades para acostarse con otras personas.

“Por una parte, la grabación fue completamente ofensiva e inapropiada. Pero por otro lado, me preocupa que haya un sector de Silicon Valley tan extremadamente políticamente correcto con respecto al sexo. Así lo expresó Thiel durante una entrevista con el New York Times publicada la semana pasada, refiriéndose al vídeo filtrado de Access Hollywood de Trump fanfarroneando sobre los acosos sexuales.

“Un amigo mío tiene la teoría de que el resto del país tolera Silicon Valley porque la gente allí simplemente no tiene mucho sexo. No se divierten mucho”. ¿Tiene razón Thiel? ¿La gente no hace el amor en Silicon Valley? ¿La ciudad que acogió el verano del amor ha entrado de lleno en el invierno del celibato?

Es verdad que el Área de la Bahía de San Francisco tiene la fama de ser un lugar complicado para ligar. Hay más mujeres que hombres, las probabilidades parecen apuntar en una sola dirección, a favor de las chicas solteras. Pero como todo el mundo sabe, no hay que fiarse siempre de las estadísticas.

“Hay hombres por todos los lados, pero todos son muy feos”, cuenta Amanda, una profesional veinteañera que recientemente ha salido con un desarrollador web que no se sabía el alfabeto y con un desarrollador de software que empezó a hablarle de matrimonio en la segunda cita.

Torpes y centrados en su carrera

Un post viral de Medium en 2015 caracterizaba perfectamente al chico que trabaja con tecnología, torpe y con pocas probabilidades de ligar. El autor del post era un joven trabajador de una startup que utilizó un modelo económico para examinar si el desequilibrio del género en la ciudad estaba produciendo 'cuatronueves' (chicas que son un 4 pero que piensan que son un 9 en términos de atractivo). El autor de esta conclusión (que las cuatronueves eran “4,4837 en el mejor de los casos”) fue el primer ejemplo de la mentalidad tecnológica mata-libido, más interesada en las desviaciones estadísticas que en cualquier divertida variante sexual. 

Después está la crisis de la vivienda, que hace que buscar un lugar para tener sexo sea incluso más difícil que encontrar a alguien para hacerlo.

Daniel, un veinteañero que se mudó a San Francisco para asistir a un 'code camp', terminó viviendo en un “hostel para hackers” con otras 13 personas: dos habitaciones, seis literas y un tipo que dormía dentro de un armario. “No puedo decir que ninguno tuviera sexo”.

Sasha, una chef de 26 años que se mudó desde Nueva York, acudió a una cita a ciegas el año pasado con un hombre que estaba planeando mudarse a una caja de madera al salón de su amigo para ahorrar dinero en el alquiler.

Vivir en una caja no era un “impedimento” para Sasha tanto como la actitud del hombre hacia su caja. “Lo que fue raro en realidad fue la descripción que hizo de su caja. Quería que fuera un prototipo para una futura startup. Estaba muy orgulloso de ello. Yo intentaba seguirle el rollo: 'Mi antiguo compañero de piso está viviendo de una manera similar', pero a él no le interesaba lo que yo tenía que decirle”.

No volvieron a quedar.

Elizabeth McGrath, una experta en terapias de sexo somático en San Francisco que asegura que la “gran mayoría” de sus clientes trabajan en tecnología, en general está de acuerdo co Thiel en que la gente en Silicon Valley no tiene muchas relaciones sexuales. “No hay mucha sexualidad en la industria de la tecnología, en términos de ser divertido, libre, abierto o sensual”, asegura la especialista. “Hay un ambiente poco natural y aséptico”.

Muchos de los clientes de McGrath son hombres que “ven la vida de manera muy analítica” –algo que incluye tanto los romances como la vida familiar– pero están mucho más interesados en sus carreras que en explorar su sexualidad. A casi todos sus clientes les pasa lo mismo: “Estoy a punto de cumplir 30 años, siento que debería tener una novia pero no tengo demasiado claro lo que las relaciones –y las relaciones sexuales– pueden suponer para mí”.

La importancia que le dan al trabajo y a la carrera es también evidente para Amanda Bradford, la fundadora de The League, una app de citas solo para miembros que se lanzó en San Francisco en 2014.

La gente en el Área de la Bahía tiene sexo, claro, asegura Bradford. Pero probablemente tienen menos sexo que sus homólogos en Nueva York o Los Ángeles. Según las estadísticas de la app, los que la usan en Nueva York o Los Ángeles son más propensos a quedar en persona con aquellos con los que congenian.

“San Francisco es una ciudad más intelectual en la que la gente está más centrada en su carrera y en sus aspiraciones”, cuenta Bradford. Pero Siouxsie Q. James, una trabajadora sexual y columnista de SF Weekly, cree que el hogar de Folsom Street y de Good Vibrations sigue siendo un lugar sexy, como siempre.

“San Francisco vivió la fiebre del oro durante mucho tiempo. Así que en en un momento determinado, durante el cambio de siglo, el 90% de las mujeres de la ciudad eran trabajadoras sexuales... Eso no ha cambiado tanto”.

“La gente sí tiene sexo. No sé por que Thiel dijo eso, pero tampoco sé por qué dijo que a las mujeres no se les debería estar permitido votar”, añade haciendo referencia a un famoso ensayo de Thiel escrito en 2009. “Esa es una cita bastante más aterradora”.

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