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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

¿Nos estamos quedando sin agua?

Fiona Harvey

El agua parece la fuente más renovable del planeta. Cae del cielo en forma de lluvia, los océanos que nos rodean cubren prácticamente tres cuartas partes de la superficie del planeta y también está presente en los casquetes polares y los glaciares de las montañas.

Es fuente de vida en la Tierra y probablemente en otros planetas. El descubrimiento de restos de agua en Marte generó un gran interés ya que es el primer indicio de que pudo haber vida. El problema es que gran parte de los recursos hidráulicos del planeta son tan inaccesibles como si estuvieran en Marte y los que sí son accesibles están distribuidos de forma desigual.

Es difícil transportar agua a largas distancias y nuestras necesidades van en aumento, tanto para la alimentación como para la industria. Todo lo que hacemos requiere agua, desde beber, a limpiar, a cultivar alimentos y la industria y la construcción. El mundo tiene más de 7.500 millones de personas y en 2050 se prevé que la cifra sea de 10.000 millones, así que la situación será cada vez más crítica.

En estos momentos, 844 millones de personas, uno de cada nueve habitantes del planeta, carece de acceso a agua potable a un radio de media hora de sus casas y, todos los años, 300.000 niños de menos de cinco años mueren de diarrea, muy vinculada a agua insalubre y un saneamiento deficiente. Proporcionar recursos hídricos a aquellos que lo necesitan no es solo clave para la seguridad humana sino que además tiene enormes beneficios sociales y económicos.

La falta de asistencia de los niños a la escuela o de los adultos al trabajo guarda relación con enfermedades que se podían prevenir fácilmente. Las niñas de los países en desarrollo salen muy mal paradas, ya que a menudo dejan la escuela cuando alcanzan la pubertad debido a la falta de saneamiento, y las niñas y las mujeres que se ven obligadas a desplazarse kilómetros para abastecerse de agua o que tienen que defecar al aire libre son más vulnerables a la violencia.

El acceso a agua potable salva vidas, reduce el gasto de la sanidad y libera recursos económicos. Según la organización WaterAid, cada libra esterlina que se invierte en proporcionar agua potable genera unos beneficios económicos de cuatro libras.

Dar acceso a agua potable y saneamiento a todos aquellos que lo necesitan costaría más de 21.000 millones de libras anuales hasta 2030, o el 0,1% del PIB mundial. Sin embargo, el Banco Mundial estima que los beneficios económicos de hacerlo rondarían los 60.000 millones de dólares anuales.

¿El cambio climático empeora la situación?

El cambio climático está provocando sequías y olas de calor en todo el mundo, así como inundaciones y el aumento del nivel del mar. La contaminación, tanto de los suministros de agua dulce como de los acuíferos subterráneos, va en aumento. El agotamiento de esos acuíferos también puede hacer que el agua restante sea más salina. Los fertilizantes que filtran nitratos en los suministros también pueden hacer que el agua sea inadecuada para beber o regar.

Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, es un ejemplo claro de lo que sucede cuando el suministro de agua se ve amenazado. Durante años, la ciudad consumió más agua de la que podía suministrar de forma sostenible. Habían fallado todos los intentos de frenar el despilfarro y distribuir el suministro de agua de manera más equitativa entre ricos y pobres.

A finales del año pasado, la situación se volvió insostenible. Las autoridades locales alertaron de que se verían obligadas a impulsar un “día cero”, en el que simplemente no habría agua. Los grifos dejarían de funcionar.

Al final, el “día cero” se evitó por muy poco, en parte por los llamamientos públicos a consumir el agua de manera responsable, así como a prácticas como el riego nocturno y la reutilización de aguas residuales de las lavadoras y de las duchas, y también la construcción de una nueva planta desalinizadora.

¿Quiénes son los más vulnerables?

Los pobres serán los más afectados. Jonathan Farr, analista de WaterAid, indica que “la competencia entre las distintas demandas de agua implica que a los pobres y marginados les resultará más difícil conseguir agua que a los ricos y poderosos”.

La Administración pública, así como los servicios de suministro de agua que se han privatizado, concentran sus recursos en los barrios más ricos y dan prioridad a la agricultura y a la industria, en detrimento de las comunidades pobres, y también hacen la vista gorda ante aquellos que contaminan el agua o que extraen recursos hídricos en exceso.

Para que haya un acceso equitativo es necesario una buena gestión, una regulación estricta, inversión y que se aplique la ley. Acciones que no existen en las zonas más pobres del planeta, que es precisamente donde el agua es un bien más escaso.

La cifra de zonas con escasez de agua va en aumento. Ciudad del Cabo solo es una de las ciudades de la lista. Un nuevo e innovador estudio basado en datos de los satélites de Nasa Grace –Gravity Recovery and Climate Experiment (Recuperación por Gravedad y Experimento del Clima)– durante un período de 14 años descubrió 19 puntos críticos en el mundo donde los recursos hídricos se están agotando rápidamente, con consecuencias que podrían ser desastrosas. Entre los puntos más críticos, destacan partes de California, el noroeste de China, el norte y el este de la India y Oriente Medio.

En su conjunto, como ya habían avanzado los científicos que estudian el cambio climático, las zonas que ya son más propensas a sufrir sequías son las que se están volviendo más secas mientras que las más húmedas se están volviendo todavía más húmedas.

Los autores fueron muy contundentes en sus afirmaciones: estos resultados evidencian que el agua es la cuestión medioambiental clave de este siglo.

¿Quién controla el agua?

No existe un organismo mundial que coordine la gestión del agua. Son las entidades locales las encargadas de hacerlo, a menudo de forma ineficiente. La tecnología que nos permitiría utilizar los recursos hídricos de forma eficiente y equitativa existe. El problema es que a menudo no se utiliza.

“En muchos casos, si se utiliza de forma correcta la tecnología a nuestro alcance, como las bombas, cisternas para la recogida del agua de lluvia, cisternas de almacenamiento y letrinas, se puede garantizar que los usuarios reciban servicios adecuados sin necesidad de tener tecnología puntera”, afirma Farr. “Desde que la civilización existe, ha tenido que resolver el problema de cómo dar acceso a los recursos hídricos”, señala.

El experto cita el ejemplo de África subsahariana. “Tal vez cuente con un suministro suficiente de agua subterránea, pero no ha hecho la inversión necesaria para crear los servicios que puedan garantizar que la población tenga acceso a esta agua”.

¿Cómo gestionar mejor los recursos de agua dulce?

Algunas de las formas más eficientes de gestionar los recursos hídricos son, precisamente, las más simples. Tapar las fugas en las tuberías es un buen ejemplo, ya que el paso del tiempo y el mantenimiento deficiente de la infraestructura pueden conllevar el desperdicio de grandes cantidades de agua. Un grifo que gotea puede perder unos 300 litros al año. 

En Reino Unido, la Agencia del Medio Ambiente ha alertado de que en unos años el sureste del país tendrá escasez de agua si diariamente se siguen perdiendo unos 3.000 millones de litros (una cantidad que cubre las necesidades de 20 millones de personas) por fugas que son evitables.

En los países desarrollados, los contadores de agua para usuarios domésticos han sido objeto de debate, ya que podrían penalizar a las familias numerosas que más consumen. Sin embargo, son un buen indicador para proporcionar a los hogares información sobre el consumo, así como para incentivar el consumo responsable de agua, sobre todo porque existen nuevas invenciones como los inodoros con mecanismos de doble descarga (que permiten utilizar la corta) o los grifos y las duchas ahorradores de agua (con menos caudal pero la misma sensación de mojado).

El riego ha permitido a los agricultores, incluso en las regiones áridas, cultivar una mayor variedad de cultivos. Algunos métodos de riego son muy ineficientes: en los países cálidos, el agua que se rocía en los cultivos se evapora antes de llegar a las raíces. Una alternativa es el riego por goteo, un sistema de tuberías que lleva el agua directamente a las raíces de cada planta, aunque lo cierto es que con este método también se desperdicia agua.

Marc Stutter, del Instituto James Hutton, señala que en muchas regiones se podrían utilizar con éxito métodos tradicionales. Señala que en Rajastán, en la India, se han recuperado pequeñas presas tradicionales que se conocen como johads y esto ha permitido retener el agua procedente de la lluvia y evitar que la tierra la filtre. Los johads han permitido “la milagrosa revitalización de un paisaje verde y el retorno de las aguas de la superficie”.

Los avances en la tecnología de sensores ofrecen un nuevo camino a seguir. Los sensores de campo, disponibles por tan sólo dos dólares anuales, permiten conocer el grado de humedad en el suelo. Con esta información, los agricultores pueden tomar la decisión de regar o no hacerlo y pueden calcular la frecuencia de riego de forma más precisa.

La ciencia también tiene un impacto en los cultivos. Los biólogos de plantas están obteniendo variedades menos propensas a la sequía, a través de la selección natural y, en algunos casos, utilizando la modificación genética.

Sin embargo, la ciencia y la tecnología tienen sus limitaciones. El mayor problema, como ocurre con la gestión de los recursos hídricos, sigue siendo la gestión pública y la equidad. A los agricultores les interesa cultivar lo que dé más beneficios y la mayoría no tiene otra alternativa que utilizar los escasos recursos de agua subterránea. Sin una buena gestión por parte de las autoridades, esto puede conducir al desastre, ya que el agotamiento de los recursos afecta a toda la comunidad local.

¿Y qué hay de las inundaciones?

El cambio climático no solo causará sequias; también más inundaciones. Esto puede tener un efecto devastador sobre la agricultura y las ciudades, especialmente sobre las ciudades del litoral que ya están amenazadas por la subida del nivel del mar y mareas de tempestad más intensas.

El Banco Mundial calcula que, si no se adoptan medidas para remediarlo y para diseñar ciudades sean más resilientes, las inundaciones causaran daños en las ciudades que superarán los 1.000 millones de dólares en 2050.

Para que el mundo sea más resistente a las inundaciones no basta con construir muros y barreras como la del Támesis en Londres, aunque todavía se utilicen. Cada vez es más frecuente que los planificadores “hagan espacio para el agua” y vuelvan a las protecciones naturales.

Por ejemplo, en las zonas tropicales, más de una quinta parte de los manglares de la costa han sido destruidos para dar paso a la agricultura y la acuicultura. Recuperar los manglares produce muchos beneficios: protegen las zonas continentales de las subidas del nivel del mar y las inundaciones por tormentas, y proporcionan viveros para los peces, aumentando el rendimiento de la pesca. Actualmente se están impulsando proyectos de recuperación de manglares en países como Bangladesh, Indonesia, Costa de Marfil y Surinam.

Las llanuras de inundación y las praderas de agua también proporcionan un almacenamiento natural de agua, con un terreno que actúa como una esponja para absorber el agua, liberándola gradualmente con el paso del tiempo. Esto puede no gustar a los agricultores que quieren cultivar en esas tierras pero sería posible aliviar el coste que representa para ellos con dinero público. En el Reino Unido, por ejemplo, tanto la institución Historic England como el National Trust están impulsando proyectos en este sentido.

Otra idea que está ganando terreno, desde Holanda hasta el sudeste asiático, es la de las casas flotantes. Se construyen casas sobre plataformas flotantes en lugar de cimientos, pero ancladas al mar o al lecho del río. Ahora están disponibles una gran variedad de casas de este tipo con diseños modernos. Se están impulsando proyectos en lugares tan dispares como Lagos y los Docklands de Londres.

¿Cuál es el siguiente paso?

El sexto objetivo de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas establece que se debe garantizar el acceso universal al agua potable segura y asequible en 2030. Sin embargo, Farr, de WaterAid, señala que al ritmo actual algunos países no podrán alcanzar este objetivo hasta dentro de algunos siglos. La comunidad internacional se reunirá este verano en la ONU para hablar de los progresos realizados.

Según James Famiglietti, coautor del estudio de Nasa Grace, algunas de las zonas más vulnerables ya han sobrepasado el punto de inflexión de la sostenibilidad, ya que sus principales acuíferos se están agotando, en particular la Península Arábiga, la llanura del norte de China, el acuífero Ogallala bajo las grandes llanuras de EEUU, el acuífero Guaraní en América del Sur, el sistema acuífero del Sahara noroccidental y otros.

“Cuando esos acuíferos ya no puedan suministrar agua, y algunos, como la mitad sur del Ogallala, podrían agotarse en 2050, ¿cómo produciremos nuestros alimentos y de dónde vendrá el agua?”, se pregunta.

Traducido por Emma Reverter

¿A dónde va el agua?

¿Cómo consigues poner 130 litros de agua en una taza? La respuesta: tómate un café. El cultivo de los granos de café… es un negocio muy sediento, como también lo es el cultivo de algodón. Se necesitan 10.000 litros de agua para hacer unos vaqueros y 2.500 litros de agua para una camiseta. Los aguacates, las almendras e incluso las botellas de agua, consumen mucha agua. La agricultura consume el 70% de los recursos mundiales de agua dulce.

Las regiones que exportan cultivos que necesitan grandes cantidades de agua están, en la práctica, exportando sus recursos hídricos, en un comercio que se conoce como “agua virtual” o “agua invisible”.

Los productos agrícolas son el rostro más evidente de agua virtual, pero son muchos los productos manufacturados que requieren grandes cantidades de agua. Cuando los países y regiones con escasez de agua vierten su agua en las exportaciones, aunque un análisis superficial parezca indicar que han obtenido beneficios, lo cierto es que sus exportaciones dependen de la disminución de los recursos hídricos será perjudicial a largo plazo.

“La noción de agua virtual puede concienciar a aquellos países que carecen de los recursos hídricos suficientes para cubrir las necesidades alimentarias de su población, y evitar que destinen este recurso escaso para cultivos que requieren cantidades monumentales de agua”, indica Vincent Casey, director general de WaterAid. “No tiene sentido que Arabia Saudí utilice grandes cantidades de recursos hídricos para la agricultura cuando se pueden importar alimentos cultivados en otros lugares”.

Agua, agua en todas partes

La principal fuente de agua del planeta, el agua del mar, no corre el peligro de agotarse ya que representa el 97% del agua de la Tierra. ¿Por qué no lo aprovechamos para beber?

La tecnología más básica para que esto sea posible es tan antigua como el fuego: la destilación, el proceso de hervir el agua y atrapar el vapor, condensándolo en líquido. En pequeñas cantidades, esto se puede hacer fácilmente, y elimina otras impurezas, así como la sal. Pero a gran escala, como sería necesario para cubrir las necesidades de agua potable de una ciudad, el proceso requiere de una gran cantidad de combustible, incluso si se utilizan métodos modernos como recipientes de baja presión para bajar el punto de ebullición.

Algunas tecnologías alternativas utilizan corrientes eléctricas, que cuando pasan a través del agua pueden separar la sal y otros minerales, y la ósmosis inversa, por medio de la cual el agua salina pasa a alta presión a través de membranas que eliminan la sal y las impurezas. Ambos métodos también consumen energía, lo que los hace costosos y aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Por otra parte, al extraer el agua de mar también podemos extraer peces y dañar los ecosistemas costeros. Los residuos de las plantas son otro problema: el residuo salino suele ser devuelto al mar, pero esto debe ser cuidadosamente gestionado porque a ese nivel de concentración es tóxico para la vida marina.

La energía tiene un precio prohibitivo para la mayoría de los países, por lo que los principales usuarios de la desalinización hasta la fecha han estado entre los países ricos en combustible y los países áridos de Oriente Medio. Sin embargo, la crisis del agua es tan inminente en algunas áreas del mundo que algunas ciudades ven pocas alternativas. Se acaba de poner en marcha la primera planta desalinizadora de Ciudad del Cabo, tras superar algunos graves problemas presupuestarios. China, Pakistán e India están explorando la posibilidad de instalar plantas desalinizadoras. Si se pudiera utilizar energía renovable para alimentar las plantas, se reduciría el impacto sobre el cambio climático.