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Trump se opone a la retirada de monumentos de la Confederación a pesar de su pasado racista

Estatua en honor a la Confederación en Atlanta manchada con un grafiti.

EFE

El presidente de EEUU, Donald Trump, consideró el jueves “triste” la retirada de estatuas y monumentos vinculados a la simbología confederada, defendidos por grupos racistas blancos, tras los episodios de violencia ocurridos el pasado fin de semana en Charlottesville (Virginia).

“Es triste ver la historia y la cultura de nuestro gran país siendo destrozadas con la eliminación de nuestras hermosas estatuas y monumentos. No puedes cambiar la historia, pero puedes aprender de ella. Robert Lee, Stonewall Jackson - ¿quién será el siguiente, Washington, Jefferson? ¡Tan estúpido!”, dijo Trump en su cuenta de Twitter.

En una serie de comentarios, el multimillonario abogó por la permanencia de esos símbolos, admirados por grupos como el Ku Klux Klan (KKK) y denostadas por otros por verlas como símbolos de la defensa del racismo y la esclavitud.

“¡También se echará mucho de menos la belleza que está siendo sacada de nuestras ciudades y parques y nunca seremos capaces de reemplazarla!”, añadió el mandatario ante la polémica.

Los enfrentamientos que tuvieron lugar el fin de semana, que acabaron con la vida de una joven de 32 años aplastada por el coche conducido por un neonazi, arrancaron con la convocatoria de una marcha convocada contra la retirada de una estatua del general confederado Robert Lee.

En Estados Unidos hay centenares de representaciones, estatuas y monumentos en homenaje a figuras del bando del Sur en la guerra civil (1861-1865), formado por los estados secesionistas favorables a la esclavitud, que perdieron la contienda.

A raíz de lo ocurrido en Charlottesville, los ayuntamientos de diversas localidades han decidido retirar los monumentos confederados de sus calles, mientras que en otros lugares han sido directamente derribados por los vecinos.

Trump ha generado una fuerte controversia por su tibieza a la hora de condenar los hechos violentos de Virginia y, más tarde, equiparar la culpa de lo ocurrido a “ambos bandos”, una postura que le ha valido duras críticas incluso en el seno de su propio partido.

Baltimore marca el camino

La alcaldesa de Baltimore (Maryland) ordenó retirar los cuatro que quedaban en la ciudad el miércoles de madrugada, dos días después de que unos manifestantes tumbaran a golpes una estatua en honor a un soldado confederado en Durham (Carolina del Norte).

Tampoco hay ya estatuas similares en Gainesville (Florida) ni en el cementerio “Hollywood Forever” de Los Ángeles, al tiempo que el alcalde de Lexington (Kentucky) ha pedido sacar dos de unos jardines donde además estuvo situado uno de los grandes mercados de esclavos.

Los grupos racistas no han tardado en responder y han anunciado que “pronto” se manifestarán en la localidad sureña contra esa decisión. “Tirar esas estatuas es un claro intento de reemplazarnos y borrarnos (a los blancos). Es por corrección política y una agenda radical”, dijo Matthew Heimbach, líder de un nuevo grupo de ultraderecha.

El alcalde de Lexington, Jim Gray, argumentó que “no es correcto seguir honrando a estos hombres confederados que lucharon para preservar la esclavitud en el mismo terreno en el que muchas personas fueron vendidas como esclavos”.

Otro alcalde demócrata, Levar Stoney, anunció que Richmond, antigua capital de la Confederación, evaluará la retirada de todas sus estatuas en honor a ese periodo. “Lo ocurrido en Charlottesville ha revelado el poder de estos monumentos para servir como punto de manifestación de la división, la intolerancia y la violencia”, explicó

El debate sobre si la simbología de la Confederación es racista y debe retirarse de los espacios públicos cobró fuerza en junio de 2015, cuando el joven blanco Dylann Roof mató a nueve afroamericanos en una iglesia de Charleston (Carolina del Sur).

Sus fotografías con una bandera confederada generaron un movimiento social contra la presencia de ese símbolo en espacios públicos, que pronto se amplió a otros como los festivales estatales o los nombres de calles, parques y escuelas.

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