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Análisis. Woolfe: The Red Hood Diaries, el rojo es por la sangre

. Woolfe: The Red Hood Diaries

Álvaro Alonso

La violencia está presente en casi todos los videojuegos, por no hablar de las grandes dosis de acción. Pero aún así, ver a Caperucita Roja, uno de los personajes de cuento más inofensivos e inocentes, matando enemigos con un hacha afilada sigue sorprendiendo.

Grin nos trae el clásico cuento de hadas convertido en un título oscuro de acción de plataformas, donde los niños no son bien recibidos. Como mencionábamos hace unos meses, parece que hoy día las ideas nuevas y refrescantes tan sólo llegan de la mano de los estudios independientes, y este Woolfe: The Red Hood Diaries, es un claro ejemplo de ello.

El estudio consiguió financiar el proyecto gracias a una campaña de Kickstarter, y tras un tiempo en el Acceso Anticipado de Steam, con algún que otro fallo gráfico y muchos detalles por pulir, por fin ha llegado a nuestras manos la versión definitiva. ¿Preparados para conocer lo que nos depara la nueva Caperucita Roja?

“Erase una vez...”

En Woolfe: The Red Hood Diaries controlamos a una joven llamada Caperucita Roja, con preocupaciones más serias que llevar una cesta a través del bosque. Su infancia ha estado marcada por la tragedia, con la muerte de su madre y, posteriormente, la de su padre. Por ello abandona la casa de su abuela en busca de respuestas.

El padre de Caperucita murió mientras trabaja en las Industrias Woolfe, en la ciudad de Ulrica. Fue una muerte repentina y misteriosa, que todos tomaron por un accidente. Sin embargo, como la misma Caperucita dice al comienzo de la aventura, “los accidentes no existen”.

La fábrica está dirigida por el malvado B.B. Woolfe, que se ha hecho con el control de la ciudad utilizando soldados metálicos que obedecen ciegamente sus órdenes. Caperucita comenzará un viaje para descubrir las causas de la muerte de su padre y vengarle, aunque eso la ponga en el punto de mira de Woolfe.

Sin embargo, eso no es todo. En Ulrica las niñas pequeñas llevan años desapareciendo de la noche a la mañana, sin dejar ni rastro. En su búsqueda, Caperucita también intentará descubrir qué fue de esas niñas, aunque eso la lleve al escondite del auténtico lobo feroz...

Uno de los principales atractivos de este juego es su apartado artístico. Los personajes son altos y delgados, con grandes y brillantes ojos, y sin poder evitarlo recuerdan a algunas de las películas de animación de Tim Burton, como Pesadilla Antes de Navidad o La Novia Cadáver. Y eso no es todo, ya que los escenarios, cargados de fantasía y elementos oscuros y góticos, también parecen extraídos de la mente del director.

Nos encontramos con tétricas ciudades llenas de basura y ruinas, cubiertas por gélidas capas de nieve y en las que reina la desesperación, pero también vemos frondosos bosques llenos de criaturas fantásticas, donde las ramas se mueven a nuestro alrededor y se respira la magia. Hay alcantarillas, fábricas con trampas de fuego y lava, grandes bibliotecas...

A lo largo de toda la aventura nos encontramos con referencias a los clásicos cuentos de toda la vida, como el Flautista de Hamelín, Pinocho o el Soldadito de Plomo, aunque en unas versiones mucho más oscuras y retorcidas, acordes a la historia que no están contando. Por ejemplo, el Flautista es un ser repugnante que vive en las alcantarillas rodeado de ratas y que utiliza su música para atraer a las indefensas niñas de Ulrica, mientras que el Soldadito de Plomo es ahora una legión al servicio del malvado B.B. Woolfe.

En general, la estética del juego recuerda un poco a American McGee's Alice, otro título que convertía un clásico como Alicia en el País de las Maravillas en un juego un tanto oscuro y violento. Sin embargo, aparte de eso los juegos no tienen nada que ver el uno con el otro.

Woolfe: The Red Hood Diaries es el clásico juego de plataformas, que alterna los escenarios y niveles bidimensionales con zonas en 3D. Manejamos a Caperucita mientras intenta llegar del punto A al punto B de un mapa, y para ello debe superar los distintos obstáculos, ya sea saltando zanjas, trepando por salientes y cañerías, esquivando trampas de todas clases o accionando mecanismos que le despejen el camino a seguir. Eso sin contar a la multitud de enemigos que nos encontraremos.

Los principales rivales son los soldados mecánicos que forman parte del ejército privado de B.B. Woolfe, que como mencionábamos parecen una versión más oscura y terrible del Soldadito de Plomo. Estos autómatas no son muy avispados, así que muchas veces podremos pasar detrás de ellos con sigilo sin que se den cuenta de nuestra presencia. Otras no tendremos más remedio que luchar contra ellos.

Precisamente para eso, los combates, está el hacha de Caperucita. Podemos atacar lanzando mandobles sencillos, o bien utilizar combos muy sencillos que hacen que el ataque sea más efectivo. Por ejemplo, el ataque “normal” hace que Caperucita golpee el suelo con su hacha (algo especialmente útil cuando nos enfrentamos a ratas o enemigos que se arrastran). Con el combo, Caperucita salta y luego da el golpe, haciendo daño a todos los rivales que estén dentro del área de efecto. En general no son ataques espectaculares, pero pueden sacarnos de un apuro, como cuando nos vemos rodeados.

Otros enemigos que se cruzarán en nuestro camino van desde ratas infectas de las alcantarillas a criaturas que parecen hadas pero tienen mucho peor carácter. De vez en cuando nos tendremos que enfrentar a minijefes a los que no podremos vencer simplemente con ataques del hacha. En esos casos tendremos que utilizar el entorno para debilitarlo.

Por supuesto, en Woolfe no sólo tendremos que dar brincos por las paredes y pegarnos con quien se cruce en nuestro camino. También debemos resolver pequeños puzles para poder avanzar, por ejemplo, activar palancas en el orden correcto, o abrir una puerta utilizando un botón y llegar hasta ella antes de que se cierre. Son retos sencillos que a medida que avanzamos se van volviendo más y más desafiantes.

Otras veces tendremos que escapar de un grupo de autómatas, sin pararnos a luchar, y para ello debemos correr una carrera esquivando obstáculos. Si nos atrapan, estamos muertos, así que es mejor reaccionar rápido y evitar comernos alguna viga mientras huimos.

Woolfe: The Red Hood Diaries no es el típico juego de plataformas con un recorrido plano, sino que tenemos que pararnos y pensar cuál es la mejor forma de avanzar. Además, los niveles no suponen una repetición constante de los mismos obstáculos y trampas. Algunos están más centrados en combatir enemigos, mientras que otros son auténticos laberintos llenos de mecanismos que debemos activar para avanzar. Todo esto añade variedad al juego, lo cual resulta muy beneficioso para el resultado final.

El problema de este título no es el planteamiento, si no la ejecución. Los controles no son muy exactos, haciendo que un salto que parecía sencillo se trunque porque el personaje se desvía en su trayectoria. Lo mismo ocurre a la hora de esquivar trampas o cruzar puertas que se cierran poco a poco. Aunque haya un huego gigantesco por el que pueden pasar tres Caperucitas, si no nos agachamos para pasar el juego “cree” que hemos activado la trampa y nos ha aplastado la puerta, muriendo en el acto. Son algunos ejemplos de los fallos técnicos que presenta este título, que juegan terriblemente en su contra.

Sobre el nivel de su apartado gráfico, Woolfe ofrece una interesante propuesta, con ese estilo Burtoniano, pero no logra defenderla correctamente. Las texturas no son espectaculares, como tampoco el modelado de los personajes o los escenarios. Las animaciones también parecen forzadas en algunos momentos, sobre todo cuando Caperucita salta o maneja su hacha.

Aunque el sonido es decente, los que prefieren escuchar a los personajes hablar su propia lengua quedarán desencantados. El juego sólo está disponible en inglés, con subtítulos en inglés. Los diálogos y el texto no son excesivamente complicados, pero puede resultar engorroso para los que no tienen un nivel de inglés fluido.

Lo mejor:

  • La estética, una sociedad industrializada con tintes de fantasía, que recuerda a las películas de Tim Burton.
  • La variedad de escenarios, cada uno totalmente diferente a los anteriores. Vemos desde decadentes ciudades a bosques plagados de criaturas mágicas.
  • El juego presenta variedad, con varios retos distintos además de los combates y avanzar por las plataformas.

Lo peor:

  • Algunos fallos técnicos y gráficos que restan calidad al conjunto.
  • La escasa precisión de los controles, que hacen imposible actuar con exactitud. Preparaos para caer de salientes muchas veces sin tener la culpa.

Conclusiones

ConclusionesAnálisis. Woolfe: The Red Hood Diaries, el rojo es por la sangre

Woolfe: The Red Hood Diaries no es un juego espectacular. Es entretenido de jugar y estéticamente muy atractivo. Los niveles no son aburridos, y a medida que avanzamos presentan un nivel de dificultad desafiante, algo que siempre es bueno. La historia es una curiosa reinvención del cuento, y aunque no es espectacular tiene algunos momentos en que te deja con la intriga de los secretos que oculta Ulrica.

La metodología de juego es simple (sólo hay que correr, agacharse, saltar y atacar) pero eso no tiene por qué ser malo, sobre todo en un título de estas características. ¿A quién le gustaría un título de plataformas con unos comandos más complicados que los del mejor shooter? Lo peor de esto es la falta de precisión de los controles, que pueden ponernos en un aprieto aunque estemos totalmente atentos. En general, Woolfe: The Red Hood Diaries puede ofrecernos algunas horas de diversión en un marco visualmente muy atractivo. Sin embargo, no alcanza el nivel de otros títulos indie que han revolucionado por su apartado artístico, como podría ser Ori and the Blind Forest. Woolfe es decente, divertido, pero normalito. Hay otros cuentos mejores..

Análisis. Woolfe: The Red Hood Diaries, el rojo es por la sangre

Por: Álvaro Alonso

1 de abril 2015

6,5 / 10 estrellas

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