El Rincón del Buen Decir: Gazapos comunes
Al cabo del día, miles de textos pasan ante nuestros ojos. No es de extrañar que en uno de tantos, encontremos de vez en cuando una falta de ortografía. Los errores pueden ser más o menos graves, una “b” cuando es una “v”, una coma descolocada o una tilde que nos falta o nos sobra. En el Rincón de esta semana vamos a hablar de errores habituales que podemos encontrar en algún texto que se cruce en nuestro camino.
“Pasa hasta en las mejores familias”, repetía una profesora hasta la saciedad durante los años que estudié mi carrera. Y es que nadie está libre de cometer algún error en su escritura. Por despiste, por prisa al escribir, o simplemente por no repasar lo escrito. Lo cierto es que hasta a los mejores se les cuela de vez en cuando un gazapo en sus textos.
Sin ir más lejos, no me canso de leer en los subtítulos televisivos varios de ellos. En primer lugar, queridos lectores, voy a romperles un mito: “Esto”, con su correspondiente plural “estos” no lleva nunca tilde ya que se trata de una forma neutra que sólo puede funcionar como pronombre. Y se preguntarán, ¿cuándo tengo que escribir “este”, “ese” o “aquel” con tilde? Pues bien, trascribo lo dicho en el Diccionario Panhispánico de Dudas al respecto: “Los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales, pueden ser pronombres (cuando ejercen funciones propias del sustantivo): Eligió este; Ese ganará; Quiero dos de aquellas; o adjetivos (cuando modifican al sustantivo): Esas actitudes nos preocupan; El jarrón este siempre está estorbando. Sea cual sea la función que desempeñen, los demostrativos siempre son tónicos y pertenecen, por su forma, al grupo de palabras que deben escribirse sin tilde según las reglas de acentuación: todos, salvo aquel, son palabras llanas terminadas en vocal o en -s y aquel es aguda acabada en -l. Por lo tanto, sólo cuando en una oración exista riesgo de ambigüedad porque el demostrativo pueda interpretarse en una u otra de las funciones antes señaladas, el demostrativo llevará
obligatoriamente tilde en su uso pronominal. Así, en una oración como la del ejemplo siguiente, únicamente la presencia o ausencia de la tilde en el demostrativo permite interpretar correctamente el enunciado: ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el sujeto de la oración); ¿Por qué compraron aquellos libros usados? (el sujeto de esta oración no está expreso, y aquellos acompaña al sustantivo libros)“.
Resumiendo, solamente pondremos tilde cuando la opción de tomarlo como pronombre o adjetivo nos dé significados diferentes a la frase.
Continúo con las tildes, que parecen ser las más conflictivas en el mundo de los errores comunes. Ya en el colegio comienza la enseñanza de la ortografía. Por aquel entonces, los profesores repetían una y mil veces, “sólo” lleva tilde cuando se puede sustituir por el adverbio “solamente”, y así aprendió mi generación a distinguir entre sólo y solo. Y es que esta palabra puede funcionar como adjetivo, “Estaré solo (en soledad) un mes” o como adverbio “Estaré sólo (únicamente, solamente) un mes”. Se trata de nuevo de una tilde diacrítica que nos permite diferenciar los distintos significados de la frase.
Por favor, queridos lectores, palabras como fue, dio o Fe no llevan tilde porque se trata de monosílabos, palabras de una sola sílaba que sólo se acentúan gráficamente cuando existe posibilidad de error con otra palabra similiar, nuevamente una tilde diacrítica. Y aprovecho esto para incluir un término que veo demasiadas veces con tilde, “ti”. Supongo que por la confusión con el posesivo y el pronombre, en numerosas ocasiones se acentúa este demostrativo, cuando no tienen a ningún otro con el que confundirse, por lo que la tilde diacrítica no funciona en este caso.
Por último, me despido de las tildes, y me acerco a otro símbolo del idioma español, las comas. Creo que últimamente, quizás porque me fijo más, ha aumentado el número de comas en las frases, se ha adquirido un nuevo hábito que consiste en separar todo a través de este símbolo. Sin embargo, hay que tener cuidado, pues no es lo mismo una pausa oral que una escrita, en numerosas ocasiones colocamos una pausa en un texto como si lo estuviésemos leyendo y no escribiendo. Me refiero, por ejemplo, a esas comas que se colocan después del sujeto e inmediatamente antes del verbo, separando así las dos partes esenciales de la oración. Por ejemplo, en la frase “Esther come manzanas”, el sujeto, que es “Esther”, no se puede separar del verbo “come”, ya que si lo hiciésemos cambiaríamos el sentido de la frase, convirtiéndola en una orden: “Esther, come manzanas”. Podemos, sin embargo, separar el nombre de Esther del resto si lo convertimos en un vocativo: “La vecina del quinto, Esther, come manzanas”. Quizás por ese afán de separar los nombres propios, cometemos muchas veces la falta ortográfica de separar el sujeto del verbo por medio de una coma.
De nuevo soy consciente y sé que he dejado fuera del Rincón de esta semana numerosas faltas ortográficas que día sí y día también vemos en cualquier texto. Les animo, queridos lectores, a que me manden algunos de esos gazapos con los que se han encontrado, compartiendo con el resto su habilidad para cazar fallos.
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