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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

El Solitario planeaba en cuadernos sus fugas

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Era un cuaderno infantil tamaño cuartilla. En la tapa, un dibujo del Demonio de Tasmania. Pero cuando la Guardia Civil lo abrió encontró las rutas que El Solitario dibujó con todo detalle para huir después de cometer los asaltos que le convirtieron, durante 25 años, en el atracador más buscado de España hasta que fue detenido el pasado 23 de julio en Figueira da Foz (Portugal).

Jaime Giménez Arbe guardaba sus libretas en un escondite sellado oculto en el garaje de su casa. Ahora, forman parte del detallado informe que ha elaborado la Sección de Delincuencia Organizada de la Guardia Civil y al que ha tenido acceso ADN.es.

En los cuadernos manuscritos, todos de tamaño DIN A4, el atracador llevaba años anotando y dibujando sus planes. En los que se le intervinieron, detalló pormenorizadamente todas las rutas alternativas para escapar de los atracos a sucursales bancarias de Castejón, Villalba, Tres Cantos, Sarria, San Agustín de Guadalix, Pozoblanco, L' Alcudia, Calasparra, Ávila y Toro. Lo hizo previendo casi cualquier supuesto. Sus trayectos no dejaban nada al azar. Para avisarse de la presencia de patrullas, anotaba: Ojo for Pykes. Si quería recordar que había un cuartelillo, la nota era Pyke's Headquarter. Los trayectos eludían el casco urbano de cualquier población e incluían puntos de referencia tan precisos como una señal de prohibido hacer fuego situada en la entrada de un camino.

Para preparar el asalto a un banco de Castejón (Navarra), eligió un cuaderno en cuya tapa figuraba el Demonio de Tasmania. En 19 páginas detalló cómo sería la huida del atraco que nunca llegó a cometer y que acabó en el asesinato de los dos guardias civiles por el que ahora se le juzgará.

En su plan, estableció una “ruta general de escape” desde Mélida (Navarra) a Torrelaguna (Madrid). Una segunda vía que se iniciaba en Milagro (Navarra) y acababa en Ainzón (Zaragoza) donde empalmaba con la primera ruta. Su tercera opción arrancaba en Alfaro (La Rioja) y acababa entre los kilómetros 21 y 22 de la carretera NA-122, donde se unía también con la primera ruta. Por último, contempló la posibilidad de dirigirse desde Zuera (Zaragoza, donde ahora pasará al menos dos meses encarcelado mientras se instruye su vista) hasta Ainzón (también en Zaragoza) y desde allí seguir por el camino general.

“Lo tenía todo calculado al milímetro” y “siempre seguía las mismas pautas sin variar en absoluto la conducta a seguir”, dice la Guardia Civil. Salvo cuando aparecían “complicaciones”.

DOS GUARDIAS CIVILES DEL CUARTEL DE CALAHORRA.

Y el 9 de junio de 2004, preparando ese atraco, El Solitario tuvo una complicación. Los agentes José Antonio Vidal Fernández, de 31 años, de Gijón, y su compañero, Juan Antonio Palomero Benítez, gaditano de 29, le pararon por una infracción, supuestamente exceso de velocidad. “No se esperaba que una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico le fuera a identificar por los motivos que fueran”, sigue el informe. “Dado que se vio sorprendido y al llevar encima las armas no tuvo la más mínima duda en disparar y asesinar a los guardias civiles”.

Por ese motivo, explican, “tuvo que buscar la vía de huida más rápida que tuviera en ese momento”. Y fue esta: Siguió su marcha por las nacionales N-113 y N-121, cogió un camino hacia el interior de las Bárdenas Reales y llegó a las proximidades del embalse de El Ferial. Pero allí le vió un testigo. Después cambió las placas de matrícula (una de Logroño por otra de Zaragoza) y fue capaz también de esquivar otro control de carretera y escapar.

EL ARMA

El 23 de julio, cuando fue detenido, supimos que El Solitario tiene 56 años, que se llama Jaime Giménez Arbe y que se le acusa de 36 atracos y del asesinato de los dos guardias civiles en Castejon (Navarra), en 2004. Desde ese momento permaneció preso en la cárcel de máxima seguridad de Monsanto (Lisboa). Hasta ayer, cuando fue trasladado a España para responder de esas dos muertes ante el titular del juzgado número 3 de Tudela (Navarra), Óscar Ortega.

El Solitario durmió ayer en una cárcel de Madrid, y hoy lo hará en la prisión de máxima seguridad de Zuera. Cuando el jueves por la tarde llegue al juzgado, volverá a negar como ha hecho siempre, que él matara a los guardia civiles. Pero tendrá que enfrentarse a las pruebas que aporta la Guardia Civil. Y son muchas. La más grave: el informe de balística que afirma que el subfusil MA-1 que llevaba cuando fue detenido es el mismo “con el que asesinó a los agentes de Castejón”.

UN ENAMORADO DE LAS ARMAS

Su alias le hace justicia. Jaime Giménez Arbe, según explica la Guardia Civil, cometió solo todos sus atracos excepto el primero del que se tiene constancia, en mayo de 1993. “Es una persona independiente, antisocial y no tiene ningún tipo de vinculación con nadie de su entorno, excepto con uno de sus hijos”. Consiguió “una preparación delictiva que le permitió actuar de manera decidida e individual, obteniendo él mismo su propia infraestructura, al objeto de no poder ser delatado por nadie y así dificultar su localización y detención”. La Guardia Civil no dice como se entrenó. Él mantiene que aprendió todo lo que sabe de la mafia marsellesa.

Tenía dos centros de operaciones: su casa en Las Rozas (Madrid) y una nave en Pinto (también en Madrid) que usaba, entre otras cosas, para ocultar los vehículos en los que cometía los robos, poner blindajes metálicos en el respaldo del asiento del conductor, cambiar las placas de matrícula e incluso despiezar los coches y ocultarlos en cajas. Eso hizo, según el informe, con el Suzuki azul verdoso que utilizó al menos en dos atracos y en el que fue sorprendido por los guardias civiles de Castejón.

El Solitario “era y es un enamorado de las armas”, dice la Guardia Civil. Y, además, un clásico (tenía, entre otras muchas, un revólver Smith & Wesson). Sólo las utilizaba él e incluso las modificaba, como hizo con el subfusil que se le intervino cuando fue detenido.

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