Las necesidades de la infancia

Rioja2

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El 20 de noviembre de 1989 la Asamblea General de Naciones Unidas dio luz verde, durante su reunión, a la Convención sobre los Derechos del Niño, un documento fundamental para la protección de la infancia en todo el mundo. Ese día, los Estados miembros de la ONU decidieron también que cada país escogiese un día en conmemoración de este colectivo que tan especiales atenciones requiere. España determinó que dicha conmemoración sería el 15 de abril de cada año. En esa fecha se realizarían actividades que desarrollaran el bienestar de todos los niños del mundo.

Sin embargo, esta celebración trae a colación una gran cantidad de interrogantes y un sinfín de inquietudes que preocupan profundamente a asociaciones, organizaciones no gubernamentales e instituciones que velan por los derechos de los niños en los cinco continentes. En 1990, se fijaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que contemplan medidas para lograr una mejoría en el estado de los más jóvenes. El plazo para que estos Objetivos se cumplan expira en tan sólo un lustro, en 2015. Así pues, ¿cuál es la situación que vive hoy en día la infancia? ¿Qué dificultades atraviesa y cómo pueden evitarse? ¿cuáles son los grandes retos de los gobiernos, por encima de todos, los del llamado “primer mundo”, para paliar los graves problemas que los niños enfrentan? ¿Se volcará la comunidad internacional en el cumplimiento de los ODM o son únicamente un conjunto de intenciones que no llegan a buen término?

La situación actual de la infancia

Organizaciones como el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) o Save the Children, dedicadas por entero a trabajar por el bienestar de la infancia, estudian en profundidad cuáles son las claves esenciales sobre las que trabajar en sus respectivos informes.

La ONG Save the Children ilustra de una forma diáfana -en su informe “La siguiente revolución: démosle a cada niño y niña la oportunidad de sobrevivir”, de 2009- las cifras que más alarman. La mitad de la mortandad infantil de la Tierra se concentra en tan sólo 6 países: India, Nigeria, República Democrática del Congo, Etiopía, Pakistán y China. Durante el año 2008, según publica la prestigiosa revista médica The Lancet en su edición online del 10 de septiembre de 2009, 8,8 millones de niños murieron antes de llegar a los 5 años. Esta cifra resulta exageradamente elevada, aunque es no obstante alentador comprobar cómo se ha reducido desde que en 1990 se registrasen 12,5 millones de estas muertes; según datos del informe “El estado mundial de la infancia”, en su edición 2009, de UNICEF. El mismo documento recoge también que la tasa de mortalidad infantil en todo el planeta es de 68 por cada 1000 niños menores de cinco años.

Uno de los aspectos más críticos que padece la infancia es la desnutrición, que se encuentra entre las principales causas de muerte de los más pequeños. Si bien el número de niños que se ven inmersos en la hambruna sigue un camino decreciente desde la década de los 90, todavía queda mucho por hacer al respecto. El informe 2009 de UNICEF recoge que, en todo el mundo, existe un 23% de menores de 5 años moderada o gravemente desnutridos. Desde 1999, la administración de suplementos de micro nutrientes, que protegen a los niños con dificultades para alimentarse con vitamina A, ha aumentado del 16% al 62%.

Este factor es sólo uno de los puntos oscuros de la situación de la infancia. Lacras como la rápida extensión del VIH, la escasez de vacunas contra el paludismo y otras enfermedades, la imposibilidad de trasladar a las áreas en vías de desarrollo los medios para atender a las embarazadas y supervisar los alumbramientos, la falta de personal sanitario cualificado en ésas zonas o la carencia de abastecimiento de agua potable azotan año tras año a un colectivo especialmente sensible a las inclemencias del entorno. Y, más allá de la salud y la supervivencia, los niños afrontan otros retos igualmente preocupantes, como la dificultad para acceder a una educación básica o secundaria o el peligro del matrimonio infantil.

¿Se cumple el desafío?

La lucha contra estos desafíos se encuentra contemplada en la Convención sobre los Derechos del Niño como Derechos Fundamentales y muchas de las cuestiones citadas pretenden solventarse con la aplicación de los ODM.

Estos Objetivos se resumieron finalmente en ocho puntos, que engloban diversos aspectos con gran influencia sobre la infancia. La primera meta es “Erradicar la pobreza extrema y el hambre”, que en su punto C contempla la reducción a la mitad de las personas que padecen hambre. Sin embargo, las cifras mencionadas más arriba demuestran que esto difícilmente podrá lograrse, ni en el caso de la infancia nie en el de los adultos.

También incumbe especialmente a los niños el objetivo número 4, que prodiga “reducir en dos terceras partes la mortalidad de los niños menores de cinco años”. Pero la realidad saca a la luz unos datos que en absoluto aseguran que esto vaya a cumplirse. Desde 1990 hasta hoy, los números en este sentido se han reducido en casi un tercio. Esto implica que, para lograr los propósitos fijados por los ODM, en los próximos 5 años tiene que registrarse una reducción incluso mayor que la lograda durante los últimos 20 años. En concreto, la mortalidad debería reducirse en 4,6 millones de niños al año.

Estando así las cosas, la situación de la infancia, aunque tiene claros y sombras, parece presentarse poco esperanzadora. Los ODM no van rumbo de cumplirse en 2015, ni tampoco en mucho tiempo. Los países en vías de desarrollo no disponen de los medios ni de la infraestructura o el capital para impulsarlos y precisan, de forma imprescindible, de la ayuda de los países desarrollados. Los gobiernos de estos estados, en cambio, tienden por lo general (especialmente desde el inicio de la crisis financiera en la que se hallan sumergidos) a reducir cada vez más sus contribuciones para colaborar con ellos e impulsar su crecimiento económico y en bienestar social. Por su parte, las ONG, una de las partes que en esta coyuntura más podrían ayudar a sacar a flote la consecución de estas metas, se ven en unas circunstancias no menos críticas, debido a la pérdida de ingresos por la gran cantidad de socios que ya no puede hacer frente a sus cuotas. Con un panorama tan sombrío, tan sólo cabe esperar que la ligera recuperación económica y la conmemoración del Día del Niño reactiven de nuevo la concienciación social e institucional necesaria para la pugna contra estas dificultades.

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