“Lo fácil es diseñar el Guggenheim”

Rioja2

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Basta echar un rápido vistazo a su web, www.recetasurbanas.com, para comprobar que no se trata de un arquitecto al uso. Sus proyectos, repletos de ingenio, se escapan de las últimas tendencias de la arquitectura contemporánea: contenedores para la recogida de escombros que se convierten en zonas de recreo para niños, viviendas urbanas en cuya construcción se emplean los propios andamios, refugios ilegales en los propios árboles, etcétera.

El encuentro con Santiago Cirugeda (Sevilla, 1972) confirma que es un arquitecto inusual. Viste como un joven que acude cada fin de semana a la Mayor, habla sin atribuir ninguna importancia a su trabajo y parece no poseer el gran ego propio de los arquitectos de renombre. Sin embargo, con sus propuestas arquitectónicas nada convencionales ha llegado a traspasar los límites de su actividad profesional para convertirse en un referente social, capaz de acaparar un buen número de páginas en los suplementos dominicales. “Es el constructor de utopías”, como ha señalado María Victoria Sotés, profesora de Historia de Arte, durante la presentación de la conferencia que, bajo el título Diseñando la (i)legalidad, ha inaugurado las 13+1 Jornadas de Diseño en el concurrido salón de actos de la Escuela de Diseño y Superior de Diseño de La Rioja. Previamente Rioja2.com ha mantenido un breve encuentro con Cirugeda.

- ¿Cómo piensa animar a los jóvenes estudiantes a llevar a cabo intervenciones transgresoras? ¿Qué ha preparado su charla?

- He hecho una mezcla rara de proyectos de arquitectura y urbanismo que linda la legalidad y la ilegalidad y plantea la posibilidad de convertir un amasijo de cosas ilegales en otras pactadas públicamente. Es un planteamiento atrevido, es cierto.

- En un ámbito tan serio como es la arquitectura, ¿cómo encajan estas propuestas innovadoras?

- Hay de todo. La política de arquitectura en los últimos años se ha insistido en la espectacularidad, en la creación de edificios singulares. En cambio, yo he optado por otro camino, que no es nuevo precisamente. Empieza hace muchos años y de lo que se trata es de adoptar los proyectos con más pausa: mirar los entornos sociales, que están más desfavorecidos por la arquitectura espectacular; trabajar con proyectos más abiertos a la participación, etcétera. En definitiva, es trabajar con otras pautas, que son propias de la arquitectura, y que, por tanto, no son nada nuevo. La innovación, quizás, reside en la recuperación de esta tendencia.

- ¿Cómo emprendió este camino?

- Por inquietud. Es como al niño que le gusta jugar al fútbol. Estudié arquitectura y no me interesaba mucho la creación de la forma espectacular. Me apasionaba mucho más la incertidumbre de trabajar desde la calle. Es una inquietud como el que le gusta ir de escalada. Me gustan los protocolos más complejos, sociales y directos, más que hacer el virtuosismo de una bonita.

PÚBLICO

- Su forma de trabajar, por tanto, ¿supone pensar más en las circunstancias de las personas que en la propia obra? ¿Significa renunciar al ego?

- Obviamente. Pero este planteamiento resulta mucho más interesante porque aprendes mucho más. Es más gratificante que haya un grupo de mentes, que tan sólo una o dos. Surgen muchas más posibilidades y la satisfacción es mayor. La participación es extraordinaria.

- ¿Qué le ha parecido Logroño? ¿Hay margen para sus intervenciones?

- Sólo he estado un día y la primera impresión ha sido muy buena. Pensaba que el clima iba a ser más frío. He visto que hay un consumo de espacio público interesante. La gente anda por la calle, está en la calle y disfruta. El domingo el centro estaba lleno de gente y había una mezcla de edad bastante interesante. No obstante, lo conozco a fondo, con lo que no tengo una opinión formada sobre la política urbana de Logroño.

- ¿De cuáles de sus intervenciones se siente más orgulloso?

- Normalmente son aquellas que son autogestionadas, que son inventadas. Son intervenciones que interesan mucho a la administración política, que acaba implicándose en los proyectos. La mayor recompensa procede de aquellas que nacen de la espontaneidad de un grupo de ciudadanos y que se acaban haciendo, a pesar de los inconvenientes políticos.

DIFICULTADES

- ¿No resulta difícil superar en ocasiones tantos obstáculos?

- Es evidente, pero para fácil me pongo a diseñar el Guggenheim. Es muy bueno, muy bonito, pero es sólo una cuestión plástica, aunque, eso sí, novedosa y maravillosa. La complejidad de las condiciones, sean políticas, sociales, ilegales, etcétera, es una variable que no se puede controlar. Es más difícil trabajar en este contexto.

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