50 años de la Peña Aster: una mirada al pasado y al presente
(Imagen de portada: La Peña Aster sale por primera vez en San Mateo. Foto de Estudio Foto Payá cedida por Chuchi García).
50 años en las calles, con la blusa rosa animando las fiestas de San Mateo. La Peña Aster sopla 50 velas. Estrenan nueva sede, en la calle Doce Ligero de Artillería, y una comida ha reunido este sábado a varias generaciones del grupo. Cerca de 150 personas componen actualmente esta peña logroñesa. Entre estas, su actual presidente Juanjo Sánchez encara este 50 aniversario con alegría, pero también con responsabilidad. “El presidente es el primer peñista que abre el ojo y el último que lo cierra”, comenta sobre cómo está siendo organizar todos los actos, no solo de San Mateo, sino también durante el año.
Sánchez se unió a Aster, siendo niño, en el año 79, cuando la agrupación tenía cinco años. “Vivir las fiestas desde dentro de una peña es totalmente diferente, te da tiempo de vivir lo que cualquier ciudadano vive y a disfrutar a las fiestas al cien por cien, desde antes del cohete al último día, con la ofrenda de flores”. De los San Mateos de su infancia, este presidente recuerda que “no había degustaciones”. “Verbenas, fuegos artificiales, desfile de carrozas, pelota... poco más... había un festival de la Chuleta en Avenida Colón”, describe. “Eran unas fiestas más entrañables”.
“Unirme a la Peña fue una casualidad, mi padre tenía una carpintería y las peñas solían ir a por material para hacer el chamizo y nos metimos mi hermana y yo”, recuerda. Sobre las niñas y niños peñistas de ahora, Sánchez ve que hay temporadas en los que los “carritos de bebé” dentro de la agrupación destacaban. “Ahora esos niños son adolescentes o preadolescentes”. Y es que las peñas, como la vida, “son ciclos”.
(Imagen: La Peña Aster sale por primera vez en San Mateo. Fotografía realizada por el estudio Fotopayá, cedida por Chuchi García)
Jóvenes, mayores, peñistas, expeñistas, fundadores y miembros se han dado cita este sábado, día del cohete, en una comida para conmemorar la efeméride. Unas 200 personas de diferentes generaciones de Aster se han sentado en una misma mesa, en el paseo de la Consitución.Por la noche, la fiesta 'rosa' continuará con Asterfest'23, una sesión de Disco Show a cargo de La Gramola. Antes, por la tarde, la Peña ha programado un concierto Café Wesyke. A estos actos les seguirán festivales navideños, una gala en marzo o una comida oficial, entre otras celebraciones.
La blusa rosa, en alusión al Vino Clarete, ha sido el distintivo desde la fundación de la Peña, aunque ha habido accesorios que se han quedado por el camino en esta media centena de camino. Así, antes todas las peñas utilizaban un tipo de zapatilla bamba, de la fábrica Fernández, ubicada en El Cortijo, como describe su presidente. Las chicas llevaban, en vez de pantalones, faldas plisadas blancas y, además, todos los miembros portaban boina.
Chuchi García, primer presidente de la Peña Aster
Uno de los pimeros en lucir este accesorio fue Chuchi García, uno de los fundadores de Áster y su primer presidente. Las raíces de Aster se encuentran en el Pasaje de los Leones de la calle Portales, donde un club juvenil tenía un local. Ahí quedaban para cuadrar partidos de fútbol o verbenas, también para echar partidas de mus, como rememora García. Con 17 años, y como sugerencia del periodista Emilio Ramírez, de la Gaceta Norte, Aster formó una peña, con 28 integrantes. “Una peña no se funda de la noche a la mañana, fue un poco duro y, al final, salimos adelante, salimos muy bien, teníamos todo a nuestro favor”, recuerda. “Fundarla era mucho más dificil antes que ahora”. El objetivo de su fundación era claro: “Salir a la calle a divertirse y que la gente también se divirtiera”. A esta, también se apuntaron sus hermanos.
Las fiestas en la década de los 70 y 80 transcurrían para estos primeros peñistas en la calle, “de once a tres de la tarde” y, por la tarde, sin falta, a la cita con los toros. La Peña Aster surgió, en un primer momento, como cuenta García, con la idea de agrupar a jóvenes 17 a 24 años, y que, al rebasar esa edad, pasaran a otra. “Lo que pasa que ya la gente no quería, y lo dejamos”. Aster se convirtió en una familia.
(Imagen: Chuchi García durante la primera salida de la Peña Aster por San Mateo. Fotografía realizada por el estudio Foto Payá, cedida por Chuchi García)
Isabel Delgado, primera reina de la Peña Aster
Isabel Delgado recuerda hasta el último detalle de aquellos San Mateos en los que fue la primera reina de la Peña Aster, en 1974 (“La peña se fundó hacia Navidad, en el 73 y salimos por primera vez en el 74”, matiza). Acudía con sus amigas y junto con el que, años más tarde, se convirtió en su marido, a unos bajos de la calle Rodríguez Paterna, donde aquel club juvenil realizaba actividades. Al recibir la noticia de que iban a formar una peña, le propusieron ser la reina. “Aster hizo la peña como una de las actividades, nosotras éramos socias del club y me hizo mucha ilusión, era una manera de vivir las fiestas diferente”, recuerda. Su nombramiento fue en la discoteca Ducal, “al lado de Concept”, indica.
Delgado ejerció el cargo sin pertenecer a la peña para “cuatro o cinco años más tarde”, unirse a esta. “Era muy cría para salir, calla que me dejaron en casa”, ríe acordándose de sus 16 años. Además, fue en 1974, como rememora, cuando la Asociación de Peñas contó con una carroza en el desfile por primera vez. “Nos llamaron a las reinas de todas las peñas para ir a la carroza, junto a la reina de las reinas, que fue la hija del alcalde, Narciso San Baldomero, ella dirigía la carroza”, detalla. La labor de la reina era la de representar a la peña, tanto en San Mateo, como en otras citas señaladas como el Día de las Hermanitas de los Pobres.
San Mateos de pisar mucha calle, de bailar en chamizos y de sabor a zurracapote, así sintetiza esta logroñesa la esencia de aquellas fiestas de la Vendimia. “Era la primera vez que salía en una peña”, cuenta diferenciando entre cómo vivían las fiestas los peñistas antes y ahora, cuando las degustaciones toman gran parte de su tiempo. “Salíamos todos desde el punto de la mañana, a comer, por la tarde a los toros y, luego, estábamos en el chamizo con el zurracapote y música, igual lo teníamos abierto hasta la una o dos y había que estar”. En ese año, su chamizo se encontraba en Avenida Solidaridad, “a la altura de Tupinamba”. “Callejeábamos desde el punto de la mañana al punto de la tarde, recorrías Logroño por todos lados”.
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