Seis meses esperando a una cita que no llega en la Unidad del Dolor, que está “colapsada y mermada de profesionales”
Marta -nombre ficticio porque prefiere mantenerse en el anonimato- vive con dolor crónico. Hace cinco años sufrió un ictus y toda la parte izquierda de su cuerpo no responde a pesar de los dos años de rehabilitación. Sufre lumbalgia crónica , ciática y hernias. Le cuesta caminar, lo hace apoyada en una muleta, y no puede trabajar. Sin embargo, lleva seis meses esperando para una primera cita en la Unidad del Dolor que ni siquiera tiene fecha. Entre la desesperación y el enfado por su situación, su voz también suena a resignación.
Marea Blanca ha denunciado que la Unidad del Dolor está colapsada y alertan de “una demora de once meses y más de 1.200 pacientes se encuentran en lista de espera”. Esta asociación en defensa de la sanidad pública advierte que “retrasar el tratamiento, además de prolongar el dolor físico, acarrea consecuencias psicológicas que en muchos casos precisan de atención en salud mental y añade complicaciones para la posterior resolución del problema inicial”.
Mientras la Marea Blanca considera que la Unidad del Dolor “tendría que disponer de, al menos, cinco anestesistas para poder prestar una asistencia adecuada” y urgen a aumentar la plantilla y reforzar el servicio. Según la página web de Rioja Salud, el servicio cuenta con un coordinador, tres médicos, tres enfermeras y una técnica auxiliar de enfermería. Sin embargo, según denuncian, solo hay un profesional con esta dedicación. “La consejera de Salud ha decidido destinar al resto de anestesistas a reducir las listas de espera quirúrgicas, lo que ha supuesto el colapso de la unidad del dolor”, es decir, como resaltan, “intentando solucionar un problema agrava otro”.
Desde el Gobierno de La Rioja no han ofrecido datos de la situación de las listas de espera de la Unidad de Dolor. Preguntados hace una semana, el miércoles 24 de septiembre, por el estado de la unidad, Rioja2 no recibió respuesta hasta este martes donde remitieron a la respuesta que el presidente Gonzalo Capellán ofrecerá a una pregunta parlamentaria en el próximo pleno y justificaron que el día de la consulta eran fiestas de San Mateo.
Mientras tanto, la situación de Marta es “grave y crónica”, advierte ella misma. “No se puede estar así en el siglo XXI”, añade. A los dolores con los que convive se une los pocos medios que le obligan, tal y como describe, “a sobrevivir” porque, “después de trabajar toda la vida en trabajos sin cotizar cobro una miseria, eso no llega para vivir”. Consiguió acceder a un centro especial público, -“que también tiene una lista de espera que es una barbaridad”, apunta- donde recibe talleres de psicomotricidad y relajación, pero no es suficiente.
Necesita un tratamiento específico para sus dolores y reclama mayores medios para la sanidad pública. “Los ratios de médicos actuales son patéticos, no se puede atender así. La sanidad es lo más importante”, subraya con contundencia. Por ello, también se queja de los continuos cambios de médicos de Atención Primaria que sufre, aunque todos ellos le dicen que “hay que esperar”. De hecho, las derivaciones a la Unidad del Dolor solo se pueden hacer desde otro especialista, lo que, como denuncia Marea Blanca, “añade meses de espera desde que se acude al centro de salud”.
Tal y como alerta Marea Blanca, y como hizo Marta en algunas ocasiones, esta situación empuja a los pacientes a costearse, cuando se lo pueden permitir, consultas privadas para mejorar su calidad de vida. “Los pobres siempre lo tenemos peor”, apunta esta mujer. Así, desde hace cinco años que sufrió el ictus y más de seis meses que aumentaron los dolores, vive un día a día que describe como “muy duro” y con muchas dificultades, como la de no tener ascensor en casa, mientras espera una cita en la Unidad del Dolor para la que ni siquiera tiene fecha.
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