La dimisión de la directora de Salud Pública agrava la crisis en el Gobierno de Ayuso, partido por la mitad

A primera hora del miércoles, Isabel Díaz Ayuso expresó sus dudas sobre que Madrid estuviese preparada para entrar en la siguiente fase de la desescalada. El vicepresidente de la región, Ignacio Aguado, había dicho un día antes que sí lo estaba. La reunión del Consejo de Gobierno para tomar una decisión definitiva incluyó un abandono repentino de la presidenta madrileña para acudir a un acto en un hospital que incluyó un directo en televisión. Su número dos mostró su perplejidad –y también sus quejas– en la rueda de prensa posterior.

El cisma entre PP y Ciudadanos ha alcanzado su cénit este jueves con la dimisión de la directora de Salud Pública en plena crisis del coronavirus, después de negarse a firmar el informe para solicitar a Sanidad que Madrid entre en la siguiente pantalla de la desescalada. En su carta de dimisión, adelantada por Servimedia, Yolanda Fuentes afirma que no está de acuerdo con la petición a Sanidad porque no está basada en “criterios de salud”. El Ejecutivo regional remitió su informe con más de un día de retraso. En ese documento alega un descenso del 84% en el número de hospitalizados y el consejero pide “máxima prudencia a los madrileños”.

Yolanda Fuentes ha abandonado su puesto en el lapso de tiempo que ha pasado entre que Madrid anunciaba su intención de entrar en la fase 1 y el envío del informe que justificase esa decisión ante el Ministerio de Sanidad, retrasado por la crisis interna en el Gobierno regional. El de Madrid era el único Gobierno autonómico que a última hora de este jueves no lo había remitido. La documentación no se ha presentado hasta pasadas las diez de la noche del jueves, cuando el plazo expiraba el miércoles a las 18h.

Minutos después de que la Cadena SER adelante la dimisión, Ayuso ha anunciado en una entrevista en Cuatro que ya tiene sustituto para la dimisionaria y que será Antonio Zapatero, el hasta ahora director del hospital que la Comunidad de Madrid instaló en Ifema para hacer frente a la pandemia, que se ha convertido en el instrumento de la propaganda de Ayuso. La regidora ha evitado agradecer el trabajo de la que ha sido hasta ahora su directora de Salud Pública y que ha estado en la gestión directa de la pandemia en la región.

De hecho, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha tratado de presentar la dimisión como “una reorganización” de la Consejería de Sanidad. Fuentes del entorno de Ayuso aseguran a este periódico que esta “reestructuración” de la Consejería de Sanidad “lleva en marcha desde hace dos semanas”. “Fuentes posiblemente no sabía nada y eso ha pesado en la dimisión”, defienden a la vez que reconocen que la ya exdirectora de Salud Pública estaba en contra de pasar a la fase 1.

Zapatero estará ahora al frente de la estrategia de la región contra la COVID-19, que incluye el diseño de un plan para las residencias de mayores. El internista, sin experiencia previa en Salud Pública, pasa a ocupar una nueva viceconsejería de Sanidad y también dirigirá el área que deja Fuentes con su dimisión.

Desde el Gobierno regional algunas voces niegan a este periódico que se estuviera preparando una reestructuración. En Ciudadanos recuerdan además que cualquier nombramiento o reorganización en el Ejecutivo debe pasar por Consejo de Gobierno y la de Zapatero no estuvo en el orden del día del celebrado este miércoles. Tampoco en la reunión que se celebró por la tarde donde Díaz Ayuso dio el visto bueno a solicitar al Ministerio de Sanidad pasar a la siguiente fase del desconfinamiento.

La dimisión de Fuentes es la guinda al cisma que ha generado entre los socios de Gobierno la estrategia de desescalada. El plan del Gobierno contempla que sean las comunidades autónomas quienes soliciten pasar de una fase a otra, entre caso de la 0 a la 1, para que después sea el Ministerio de Sanidad quien evalúe si cumplen los requisitos para ello.

PP y Ciudadanos llegaron a la reunión en la que debían decidir si Madrid solicitaba entrar en la nueva fase con posturas encontradas que habían dejado patentes en sus declaraciones públicas. Ayuso había deslizado que la región no estaba preparada para avanzar en la desescalada porque aún debía reducir el número de camas de UCI ocupadas. Sus declaraciones eran la respuesta a las de Aguado, quien había dicho que Madrid “podía y debía” pasar a la fase 1 para no estar “eternamente” confinada.

Tras el Consejo de Gobierno, truncado a media celebración por la salida de Ayuso a su acto público, la Comunidad de Madrid hizo oficial que iba a solicitar su pase a la fase 1. Eso sí, “con mucha prudencia”. Fuentes de Presidencia han revelado este jueves que Fuentes, que debía elaborar y firmar el documento para justificar ese salto de fase, estaba en contra. También se oponía el Consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, que también se opuso a que los menores saliesen a dar paseos, reconocen fuentes del Ejecutivo regional.

Desde el entorno de la presienta madrileña aseguran que Aguado complicó todo el proceso con sus declaraciones públicas. “Entró como elefante en cacharrería y destrozó todo”, afirman, al tiempo que apuntan que el vicepresidente tiene un conocimiento limitado de cómo enfrenta la región el coronavirus porque no forma parte del comité de crisis creado para ello.

Desde Presidencia señalan que Madrid cumple con los requisitos de Sanidad –a pesar de las dudas expresadas por Ayuso hace unos días– pero insisten en que el paso de una fase a otra es un proceso delicado, en el que ninguna decisión es fácil porque hay pocas certidumbres, y en el que debe hacerse un complicado balance entre la crisis del coronavirus y la económica. “Es un difícil equilibro entre la pandemia sanitaria y la pandemia de hambre”, sostienen, y apuntan a que la región suma miles de parados cada día mientras se acaban las reservas de los bancos de alimentos.

Desde Ciudadanos rechazan que Aguado fuera el único que presionaba para saltar de fase y apuntan a que en esa misma tesis se situaba Javier Fernández Lasquetty, consejero de Hacienda y Función Pública y que ocupó la cartera de Sanidad en la época de Esperanza Aguirre. “Y no fue el único, hubo más”, defienden.

El conflicto de la desescalada es un episodio más, sin duda el más grave, de un enfrentamiento que sus protagonistas se esfuerzan poco por ocultar. Desde que la crisis del coronavirus azotó Madrid, los dos partidos que gobiernan la región viven un profundo distanciamiento que comenzó cuando Ciudadanos empezó a sentirse desplazado de la gestión de la pandemia.

A partir de entonces todo fueron encontronazos. A finales de marzo, la presidenta regional quitó las competencias de los geriátricos al consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, para transferírselas al de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, del PP. La gestión de las residencias, ahora bajo la lupa de la Justicia, se convirtió en el principal foco de conflicto, con Vox reclamando la destitución de Reyero y Aguado advirtiendo de que Ayuso no le podía cesar. La presidenta madrileña ha confirmado hoy que todas las competencias sobre los geriátricos pasan ahora a manos de Antonio Zapatero.

La situación se agravó cuando Ayuso tumbó a mediados de abril una propuesta de Ciudadanos para relajar el confinamiento de los niños. Poco después llegaron las diferencias sobre el acercamiento del PSOE, que reclama en Madrid un gran acuerdo de reconstrucción. De fondo afloraban también las discrepancias sobre el modelo impositivo con el que afrontar la crisis: la presidenta apostaba por bajar impuestos mientras su vicepresidente se mostraba reacio.

La tensión entre los dos socios de Gobierno en Madrid se ha vivido este mismo jueves cuando el PP ha vetado una pregunta del portavoz en la Asamblea de Ciudadanos, César Zafra, a su jefe de partido, Ignacio Aguado. Zafra preguntaba sobre el posible pacto con los socialistas, que defiende Aguado, y Presidencia ha decidido que fuera el consejero de Hacienda, Javier Fernández Lasquetty, quien respondiera en lugar del dirigente de Ciudadanos, algo que ha afeado públicamente el propio Zafra.

La manera de afrontar la desescalada ha ensanchado el distanciamiento entre PP y Ciudadanos, que tienen a los líderes de ambos partidos chocando públicamente y a sus responsables de prensa tratando de imponer el relato de que uno se impone al otro en prácticamente cada decisión que toma el Gobierno de la Comunidad de Madrid.

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