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El movimiento por la vivienda logra suspender el desahucio de un vecino de Vallecas

Furgones de la Policía Municipal durante el intento de desahucio de Vallecas.

Diego Alonso Peña

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Los rayos del sol apenas empezaban a cubrir las calles de Vallecas, en Madrid, cuando a las 8.00 de la mañana de este miércoles tres furgones de la Policía Municipal se desplegaban en la Alameda del Valle. Todo por un nuevo desahucio que parecía que iba a producirse en el distrito, pero que finalmente ha sido paralizado gracias a la acción de la Plataforma Antidesahucios (PAH).

El padre de Daniel, el vecino que iba a ser desahuciado, adquirió en 2007 la vivienda en la que un par de decenas de policías esperaban órdenes para actuar por parte del juzgado. Tras diez años en los que logró pagar la mitad de una hipoteca de 200.000 euros, se quedó sin trabajo. Ante el acorralamiento y las deudas, decidió dejarlo todo, marcharse de España y viajar a Colombia.

Fue entonces cuando su hijo entró en la casa con el objetivo de renegociar con el banco. “Llevo viviendo aquí dos años, peleándome en los juzgados, estando empadronado aquí, pero es una pesadilla que parece no tener fin”, comenta Daniel. Las ojeras en su rostro marcan lo evidente. “Ayer dormí menos de cuatro horas y hoy con suerte una”, explica. “He salido de casa antes de las 8.00 para tirar la basura y, al abrir la puerta, ahí estaban dos policías, el susto y las revoluciones a mil por hora, claro, al bajar he visto el ambiente y pensaba que no había nada que hacer”, les explica a las dos miembros de la PAH de Vallecas encargadas de su caso y de mediar con las fuerzas de seguridad.

“Esto pinta horrible, el desahucio de producirse es a las diez de la mañana y estos [la policía] llevan aquí desde las 8.00, es el primer intento y vaya despliegue han hecho”, le explica uno de los vecinos que estaba en la zona a los recién llegados. “Deben de haber tomado nota, cuando se hace la convocatoria de las diferentes asociaciones en redes para intentar pararlo intentan llegar antes para que no podamos entrar”, explica una de las vecinas. “El anterior desahucio, en Llanera, lo logramos parar por eso, estábamos 60 personas dentro del edificio y fuera había más gente, pero en este caso somos poquísimos y no hay nadie dentro, se requiere de un milagro”, finaliza.

De 2017 a finales de 2021, la casa permaneció vacía. Daniel entonces vivía en Asturias, tras separarse de su pareja y perder el empleo decidió regresar a Madrid para instalarse en el piso de su padre. A los seis meses un trabajador de BuildingCenter le comunicó que el piso pertenecía a CaixaBank. “Cuando solicité una nota simple en el Registro de la Propiedad, me indicaron que el titular de la casa era mi padre, no el banco”, explica el joven que se empadronó en la vivienda “con la intención de renegociar las deudas de su padre y las cláusulas abusivas” de la hipoteca. El banco no quiso hacerlo y la situación se convirtió en una demanda al padre por un delito de usurpación de vivienda y otra a Daniel como “ignorado ocupante”. “Me han ofrecido que me vaya a un albergue, ¿es tan difícil de entender que es mi casa?”, comenta en una de las idas y venidas para ver la situación mientras los vecinos comentan perplejos las características del desahucio.

“Todas estas viviendas iban a ser sociales, pero la última administración decidió que eran privadas y desde entonces es territorio de los bancos y las especulaciones, en este caso incluso está la mitad de la hipoteca pagada”, comenta uno de los vecinos que llegó para intentar impedir el acontecimiento. “Llevo en esto toda la vida, me desahuciaron con mi madre a los 11 años y desde entonces aquí estamos intentando ayudar a los demás, me sé esto de memoria”, finaliza mientras da una última calada al cigarro al que recurre para calmar la tensión.

Todo dependía del juez, pese al gran despliegue policial que ocupaba la calle ante la expectante mirada del vecindario, el día anterior la PAH de Vallecas había conseguido el compromiso de CaixaBank para que se frenara el desahucio. “La solicitud de pararlo está encima de la mesa del juzgado, es cuestión de que lo aprueben, pero no nos queda otra que esperar”, explica una de las mediadoras. Las horas trascurrían y la noche que anunciaba un drama sin solución se tornaba en un día esperanzador. Pasadas las diez de la mañana, dos personas del juzgado que portaban consigo unas carpetas azules se acercaban el dispositivo policial. “Ahora se decide todo”, exclaman los vecinos. Tras minutos de incertidumbre, uno de los miembros de las fuerzas de seguridad se acerca para dar la notica: se ha suspendido.

Pese a que el pasado mes de diciembre el Gobierno prorrogó hasta 2025 la suspensión de los desahucios y lanzamientos para hogares vulnerables sin alternativa habitacional, los requisitos que exigen son en muchos casos muy exigentes y no todos los pueden cumplir. Daniel ha conseguido este miércoles permanecer en su hogar, sin embargo es consciente de que su lucha no ha terminado y durante las próximas semanas seguirá peleando en los juzgados de Madrid con la esperanza de que el susto de la mañana no pueda convertirse en algo más grave en un futuro: un desahucio.

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