Señoritas paseando por la Gran Vía, del fotógrafo Francesc Català-Roca, es una de las instantáneas más conocidas de la fotografía contemporánea española. Seis mujeres jóvenes caminando juntas a la altura de los años cincuenta, enlazadas por los brazos, por la Gran Vía madrileña. Conforman la imagen de la mujer española sacando cabeza después de los peores años de la primera posguerra.
Una de las retratadas, Carmen Gracia, nos dejó el pasado 28 de julio. Lo ha anunciado con un emotivo texto en redes su hijo, Javier Marín, con motivo del que hubiera sido su 92 cumpleaños.
“De izquierda a derecha, Mini, Pepita, Rosita, Carmen, Amalia y una amiga del barrio cuya identidad se diluye en el recuerdo, caminan, agarradas con los brazos enhebrados, en uno de sus paseos de fin de semana por la Gran Vía madrileña. Seguramente venían o iban a ver una película en alguno de los muchos cines que entonces poblaban la zona que ahora acoge los mayores musicales”, explica Javier, poniendo contexto a la instantánea.
En la imagen aparecen también Pepita, la hermana de Carmen y su prima pequeña. Aunque la fotografía es muy conocida, ellas no supieron de ella hasta muchos años después de ser tomada: “Fue fue en el año 92 cuando vio la fotografía por primera vez, en una de las tantas publicaciones antológicas que se hicieron alrededor de la Expo de Sevilla. Se lo contó a su hermana Pepita, también en la foto, y aunque les hizo ilusión, nunca le dieron demasiada importancia a pesar de que sus hijos y sobrinos a lo largo de los años les intentaban hacer ver la importancia de esa fotografía que había dado la vuelta al mundo (literalmente, gracias a las exposiciones del Instituto Cervantes). Hasta que la anécdota tomó el tamaño de un edificio al ser elegida la fotografía para conmemorar el 75º aniversario de El Corte Inglés. Al verse en las fachadas de los centros comerciales, estaciones de Metro, marquesinas de autobuses y a página completa en prensa de todo tipo, ya entendieron la importancia de la foto”, explica Javier en su cuenta.
En 2016 la conocida web Secretos de Madrid divulgó la identidad de alguna de las protagonistas de la instantánea. Después de ponerse en contacto con Javier, el hijo de Carmen, se entrevistaron con ella misma y con su tía Pepita. De la conversación con las octogenarias, que se produjo en la residencia donde vivía una de ellas, obtuvo más detalles, como la identidad de otras dos protagonistas: la prima Rosita, de 13 años y su amiga Mini.
La foto aparece datada en distintas fuentes en años muy diversos dentro de la década de los cincuenta. Hablamos por teléfono con Javier, que se encontraba en ese momento merendando con su tía Pepita, y nos dice que el año más probable es 1953, “porque ese año vino a Madrid mi tía Rosita, que aparece en la imagen”. Javier nos confirma que eran vecinas del barrio de Salamanca y que en sus momentos de ocio acudían al cine o a comer pipas al parque de El Retiro.
Aunque el acto de caminar en postura desenfadada por el centro de una gran ciudad hoy pueda parecer cotidiano, en los años cincuenta la irrupción en el espacio público de un grupo de mujeres solas, en pleno franquismo, aún podía resultar atrevida. Muchos años después (en 1968) un reportaje del programa de RTVE Luz verde mostraba lo difícil que para una mujer pasear por la Gran Vía sola.
Por eso, la imagen de aquellas mujeres en el epicentro de la modernidad española era impactante. “El de Carmen y sus compañeras es el ejemplo de mujer trabajadora que empezó su carrera con fichas de cartón y una máquina de escribir y acabó llevando el fichero en el ordenador”, explica su hijo Javier.
Carmen es, además, la única que llevaba algo de tacón, “se lo habían recomendado porque tenía el empeine alto”, explica su hijo, que heredó esta característica física de su madre. “También el culo alto, que se aprecia en la foto”, cuenta divertido para poner de manifiesto cómo es posible reconocer en una fotografía a los seres queridos aunque no esté su cara presente. Otros detalles, como el vestido estampado que a Pepita le había cosido su madre, permitieron que las protagonistas se reconocieran al ver la foto.
“Vivió su vida como una de tantas pioneras anónimas de este país, siendo la única mujer de su bloque de viviendas que conducía (y una de las pocas del barrio). También era de las pocas que 'siguió trabajando' después de casarse con Vicente, el vecino del tercero. En esa época, empezando los años 60, lo normal era dedicarse a sus 'labores', pero continuó su vida laboral en el Ministerio de Información y Turismo, después reconvertido a Ministerio de Cultura con tal dedicación y empeño que recibió la Medalla al Mérito en el Trabajo”, decía en su nota en redes.
Insistía, orgulloso, en el carácter adelantado de su madre, su tía y sus amigas, que apenas estrenaban la veintena. “En la residencia donde pasó sus últimos años le llamaban la abuela hacker por su manejo de la tablet, el móvil y el ordenador de las clases de informática, donde más que aprender, explicaba a sus compañeras. Durante el confinamiento se manejaba sola para hacer videoconferencias con la familia mientras que otras residentes requerían de asistencia para realizarlas”.
Mini, Pepita, Rosita, Carmen, Amalia y otra mujer cuya identidad aún se desconoce: mujeres cuyo caminar se hizo eterno a través de la mirada de Francesc Català-Roca. A menudo, los rostros que sostienen las fotografías míticas quedan en el anonimato para siempre. No ha sido el caso de Señoritas paseando por la Gran Vía.