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El Ateneo de Madrid al que Ayuso retira las ayudas: la “casa abierta y progresista” de 200 años donde cabe hasta Vox

Luis Arroyo, presidente del Ateneo de Madrid, en una de las salas del edificio.

Guillermo Hormigo

Madrid —

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La mecha del Ateneo de Madrid se prendió a inicios del siglo XIX, con la invasión napoleónica de España. La resistencia contra los franceses derivó en la redacción de la Constitución de Cádiz de 1812, la primera de carácter netamente liberal en el país. Aquella Carta Magna sustituía la monarquía absoluta por la constitucional y garantizaba al pueblo un régimen de libertades que convertían al súbdito en ciudadano. Cuando Fernando VII volvió de su reclusión en Valençay (Francia), anuló toda esas conquistas políticas y reestableció el absolutismo. Y eso que su regreso fue largamente ansiado por gran parte de quienes redactaron aquel documento. El presunto garante de la libertad futura traicionó al pueblo que peleó por ella.

Con la restitución del régimen constitucional en 1820, durante el trienio liberal, el entonces llamado Ateneo Español (luego bautizado como Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid) comenzó su actividad. Desde ese momento, y pese a la persecución o limitación de su actividad en periodos no democráticos, la labor de esta sociedad privada declarada de interés público ha conformado un espacio de discusión e intercambio de ideas complementarias o contrapuestas. “Un lugar diverso y plural”, como lo define en conversación con Somos Madrid su actual presidente, Luis Arroyo.

En su programación reciente conviven, por citar algunos ejemplos, un seminario sobre la Navidad y la tradición belenista, otros dedicados a referentes intelectuales de la izquierda como Pasolini y Jorge Semprún o un acercamiento a la obra de Antonio Escohotado, gran exponente del pensamiento libertario en España que en su última etapa derivó a posiciones más próximas al liberalismo.

Pero si la libertad tuviera un coste en Madrid, en el Ateneo sería de 100.000 euros. Porque esas credenciales históricas no han impedido que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso retire su apoyo económico a la institución, eliminando una subvención que venía concediendo de forma ininterrumpida desde hace 15 años. Con Esperanza Aguirre al frente de la Comunidad de Madrid alcanzó los 350.000 euros, pero en el pasado ejercicio se estableció en los mencionados 100.000.

Ahora el Ejecutivo autonómico rechaza cualquier aportación, amparándose en una modificación de los criterios por los que se conceden ayudas nominativas (las que van dirigidas a entidades más que a iniciativas concretas). El consejero de Cultura, Mariano de Paco, justificó así la decisión ante Arroyo y posteriormente en público, animándole a “presentar proyectos”.

Arroyo lo considera “una injusticia contra libertad” y “un agravio”, ya que estas subvenciones nominativas no se han eliminado para ninguna otra organización o centro cultural de la región (desde el Círculo de Bellas Artes a academias de todo tipo de disciplinas). Asegura que así se lo confirmó el propio consejero, que en un primer momento le trasladó que la decisión fue tomada por la Junta de Gobierno que lidera Ayuso, aunque después se retractó y no quiso aclararle de qué instancia procedió. Paralelamente, el Ateneo sí ha recibido 150.000 euros del consistorio madrileño. La actual delegada de Cultura en el Ayuntamiento, Marta Rivera de la Cruz, fue la máxima responsable del ramo en la Comunidad durante la anterior legislatura.

De referentes republicanos a presidentes del PP

Desde la Junta Directiva contaban con la ayuda autonómica para los presupuestos de 2024, fijados en 1,4 millones de euros. No obstante, Arroyo matiza que la decisión no es tanto un golpe económico como “un impacto emocional y casi moral”. El sociólogo y politólogo madrileño, que trabajó como asesor para el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y más recientemente en la campaña de Reyes Maroto para las elecciones municipales, nunca ha escondido su trayectoria ni sus postulados políticos: “No creo que deba hacerlo si no estoy insultando a nadie. Más allá de mi ideología esta es una casa enormemente abierta por la que pasan figuras que piensan de forma muy distinta. Mis opiniones personales no merecen un castigo”.

El presidente del Ateneo recuerda que ha invitado a Ayuso en varias ocasiones, pero la presidenta madrileña nunca ha acudido. Una de estas ocasiones tuvo lugar en abril, en un acto que conmemoraba los 200 años de la institución y al que asistieron los reyes. En un punto de la conversación con este medio, que tiene lugar en una sala presidida por un retrato del dirigente republicano Manuel Azaña, Arroyo cuenta que cada vez que agradece a Felipe VI ser socio este le responde “orgulloso” con la misma coletilla: “Y de pago”. El Ateneo ya prepara una carta con la que invitará a la Princesa de Asturias a adquirir su membresía.

Es una muestra, dice, del eclecticismo que caracteriza el espíritu ateneísta. Pero hay muchas más. Iván Espinosa de los Monteros dio una conferencia en octubre de 2022, cuando todavía era uno de los pesos pesados de Vox, cuyo grupo en la Asamblea de Madrid se ha opuesto a la retirada de la subvención junto a PSOE y Más Madrid. El imponente salón de actos de este no menos imponente edificio (ubicado en el número 21 de la calle del Prado e inaugurado hace 140 años) acogió en septiembre la presentación de la biografía de Alfonso Guerra. Una cita en la que el exidirigente socialista y el expresidente Felipe González criticaron abierta y vehementemente la deriva del PSOE de Pedro Sánchez, con especial énfasis en la Ley de Amnistía.

El propio Luis Arroyo invitó a los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy a que se hicieran socios, y lo ha conseguido. Son dos de los 700 nuevos miembros que el Ateneo ha ganado durante su mandato, que inició en 2021 después de que su candidatura Grupo 1820 se impusiera en unos ajustados comicios.

2.400 socios, 800 actos y todo tipo de sensibilidades

Aterrizó con la intención de “abrir las puertas” de una institución que no dejaba de perder músculo desde alcanzar su cénit en los ochenta, cuando llegó a contar con 6.400 socios. Para ello han emprendido iniciativa como Las mujeres en su sitio, que intenta paliar una eterna cuenta pendiente de su Galería de Retratos: la escasa presencia femenina.

En estos dos años el Ateneo ha pasado de 1.700 a 2.400 socios, aún con la oposición interna de un ruidoso grupúsculo que ha llegado a acusarle de emplear prácticas dictatoriales, y pese a que la edad avanzada de muchos asociados hace que las bajas también sean continuas. Solo desde el pasado 15 de diciembre, día en el que la decisión de Ayuso se hizo pública, han recibido 50 altas.

Para integrarse en la sociedad ateneísta es necesario presentar el aval de tres socios, que puede otorgar la propia Junta Directiva previa valoración del currículo de la persona interesada. El precio de la membresía es de 77 euros por trimestre, más una entrada anual de 60€ (30 en el caso de jóvenes). En total, la cifra ronda los 300 euros anuales, aunque está sujeta a desgravaciones en la declaración de la renta que pueden cubrir el 70% de esa cantidad.

Algunos actos (hasta 800 se celebraron en 2023) parten de la propia Junta Directiva, pero su labor se centra más bien en la organización y coordinación de una actividad sociocultural que la excede por mucho. La mayoría son vehiculadas a través de las 26 secciones y 20 agrupaciones integradas en el Ateneo. Cada sección está formada por personas especializadas o interesadas en la disciplina en cuestión, desde de la filosofía al cine pasando por la cultura militar o el yoga. Las agrupaciones, en cambio, no están tan ligadas a un área de conocimiento específica: hay una de jóvenes, otra de novela histórica, una republicana o una agrupación en la que participan periodistas especializadas en la Casa Real.

Ni quienes integran estas comisiones, ni la mayoría de ponentes invitados, ni el propio Arroyo reciben retribución alguna por su trabajo. Sí lo hacen músicos que participan en los conciertos que el Ateneo acoge ocasionalmente y por supuesto sus 23 empleados. El personal de secretaría, administración, seguridad o limpieza es el segundo corazón ateneísta, junto a los socios. Entre sus funciones está velar por la imponente Biblioteca y sala de lecturas, que alberga más de 150.000 monografías.

Arroyo no quiere terminar la conversación sin remarcar que el Ateneo es hijo de “la tradición liberal, en la concepción original del término que todavía mantienen en Estados Unidos”. Habla de una condición “progresista, pero abierta, que ha convivido con todo tipo de tendencias”. Hay muchos ejemplos para ilustrarlo en un espacio por el que han pasado Lorca, Pérez Galdós, Pardo Bazán o todos los premios Nobel españoles. Recurre a un hecho sucedido en los albores de la II República: “Clara Campoamor pidió en el salón de actos que Alfonso XIII fuera detenido y juzgado. El propio rey, como todos los monarcas desde su predecesor y hasta el actual, era y siguió siendo socio del Ateneo”.

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