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El día que un joven Lorca visitó la Dehesa de la Villa y escribió un poema sobre las cabras

Federico García Lorca

Luis de la Cruz

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Cuando uno piensa en el Madrid de García Lorca, lo hace irremediablemente en la colina de los Chopos, donde estaba la Residencia de estudiantes (en los Altos del Hipódromo); o en la biblioteca del Ateneo, en los teatros donde estrenó y los cafés que frecuentó. Pero no lo hace en lo que entonces eran las afueras de Madrid, como la Dehesa de la Villa.

Sin embargo, tenemos constancia de una visita temprana al paraje que, además, inspiraría la escritura del poema El Macho Cabrío, publicado en su Libro de poemas. Lo cuenta su antiguo amigo José Mora Guarnido en Federico García Lorca y su mundo, escrito en Montevideo en 1957:

 “Un domingo de mañana, con el escultor Juan Cristóbal, habíamos ido los tres a la Dehesa de la Villa, con el objeto de que aquél tomase apuntes de unos machos cabríos para el grupo decorativo del monumento a Ganivet que estaba preparando y que más tarde se erigió en los jardines de la Alhambra. Habían desfilado ante nosotros varios hermosos ejemplares, con sus barbas de sátiros, su profunda mirada, su prestigio, su grave majestad de ídolos; toda aquella mañana de sol entre pinares, habíamos estado hablando de aquel tema —sátiros, centauros, brillante imaginería greco-francesa de Rubén— y el tema golpeó con premura irresistible y forma prefijada en la mente del poeta, que al día siguiente nos buscó para recitarnos lo que había compuesto”.

Los tres granadinos se conocían de la tertulia el Rinconcillo del Café Alameda, que reunía en su ciudad natal a una serie de jóvenes intelectuales de diferentes disciplinas. Allí, Federico les leía sus primeros versos de juventud, muy impregnados del modernismo de Rubén Darío, mientras estudiaba la carrera de abogacía. Muchos de estos jóvenes, incluido el propio Lorca, recalaron en la capital, donde siguieron frecuentándose.

Federico llegó a Madrid en la primavera de 1918 y se alojó en la casa de huéspedes donde residía el propio Mora Guarnido antes de recalar en la Residencia de Estudiantes. En su misma habitación, de hecho, en el número 36 de la calle de Calle San Marcos.

La visita del trío granadino a la Dehesa de la Villa en busca de machos cabríos para documentar el trabajo del escultor data de 1919, como explica Ian Gibson en su biografía del poeta, aunque no saldría de imprenta hasta 1921. El monumento a Ángel Ganivet, en el que un hombre desnudo domina un macho cabrío, bocetado a base de ejemplares del norte de Madrid, se inauguró en 1921 en el Bosque de la Alhambra.

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