El anuncio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de iniciar el proyecto denominado “Milla Canal”, un nuevo eje deportivo y cultural en Chamberí, ha sonado ambicioso y atractivo: más de un kilómetro de cultura, deporte y espacio público en un distrito denso, recuperación patrimonial, zonas verdes y accesos mejorados. Sin embargo, en política “ambicioso” no basta. Hay que preguntarse qué se ve, qué se oculta, qué se prioriza y, sobre todo, quiénes serán los beneficiados… y quiénes quedarán al margen.
Según el plan autonómico que hemos podido conocer por diversas manifestaciones oficiales, se trata de transformar las instalaciones deportivas del Canal de Isabel II: modernización de gimnasios, reubicación de pistas de tenis, nuevas canchas de pádel, vestuarios renovados, cafeterías y oficinas. También se promete más espacio verde con áreas para mayores, juegos infantiles y tenis de mesa; y reformar el actual edificio de administración, con protección patrimonial; así como paseos arbolados, terrazas ajardinadas y una “playa de piscina” de 2.500 m², además de un nuevo edificio denominado “Boix y Moret” que contará con salas deportivas, vestuarios, aseos, oficinas y otros espacios como una cafetería con terraza. A esto se une la restauración y la recuperación de la Fuente del Río Lozoya con la reciente apertura al público tras años de reivindicación ciudadana.
Todo ello con una inversión de algo más de 18 millones de euros, de acuerdo con el anuncio oficial, repartidos en varias fases que arrancarían en 2026, año para el que en el Proyecto de Presupuestos se destinan 1.785.000 euros junto a algunas referencias conexas destinadas a las Instalaciones Deportivas Canal Isabel II por un total de 300.000 euros, con primeras entregas en 2027.
No todo lo planteado es criticable. Integrar patrimonio histórico con nuevos espacios verdes, modernizar instalaciones muy utilizadas y crear zonas de convivencia intergeneracional son mejoras indudables y concordantes con reiteradas reivindicaciones vecinales. En un distrito con carencia de espacios libres, reforzar la accesibilidad y recuperar símbolos arquitectónicos ligados a la memoria del agua en Madrid supone un paso adelante.
Pero las dudas y las sombras son evidentes. Por una parte la inversión prevista de 18 millones parece insuficiente para un conjunto tan amplio, lo que abre la puerta a fases inconclusas o sobrecostes. Así mismo el mantenimiento para restaurar fuentes, edificios y jardines sin un plan estable de conservación solo garantiza un deterioro prematuro.
Otro elemento que exige explicación tiene que ver con garantizar la accesibilidad económica ya que la modernización puede traducirse en tarifas más altas que expulsen a familias y personas mayores del barrio y, por supuesto, estudiar y prever el impacto vecinal que supondrá el inicio y desarrollo del proyecto hasta que sea una realidad, periodo en el que cientos de usuarios habituales verán interrumpido su acceso a instalaciones sin que se haya explicado qué alternativas se ofrecerán.
Y un aspecto particularmente preocupante sobre el que merece poner atención, sobre todo para intentar corregirlo, es la ausencia de una mirada colaborativa. El eje de Islas Filipinas y Cea Bermúdez concentra instalaciones de primer nivel: Estadio Vallehermoso, Tercer Depósito, Centro Deportivo Municipal Vallehermoso–Go Fit, las propias del Canal y el Polideportivo del Parque Móvil. A ello se suma un ecosistema cultural con los Teatros del Canal, La Abadía o los Luchana. Y, sin embargo, todo funciona como compartimentos estancos, sin coordinación entre administraciones ni con el sector privado. Sin estrategia conjunta de programación, promoción ni gestión de públicos, Chamberí no logra consolidarse como un verdadero polo cultural y deportivo integrado.
¿Una Milla para todos o un escaparate político? es una incógnita que en beneficio de todos hay que resolver inmediatamente, y eso solo se resuelve abriendo los canales de diálogo y participación, hoy inexistentes, entre la Comunidad de Madrid y el tejido ciudadano, económico y político de Madrid en general y de manera particular del distrito de Chamberí.
Milla Canal podría convertirse en un referente para Chamberí y para Madrid. Pero para ello necesita transparencia, un plan de mantenimiento sostenible, coordinación real con el resto de las instalaciones y, sobre todo, garantías de accesibilidad universal. De lo contrario, el riesgo es que quede en un escaparate más, pensado para el brillo del anuncio político y no para el servicio real a la ciudadanía.