Manuela Malasaña 18: así expulsa el mercado a decenas de familias del centro de Madrid

Si alguien desea conocer el significado del término 'gentrificación', mejor que acudir a consultarlo al diccionario de la Real Academia de la Lengua, donde no lo encontrará todavía, lo mejor es que se dé un paseo por la calle que da nombre popular al barrio de Universidad, Manuela Malasaña. Allí, tras fijarse en que en esta vía sólo queda ya un comercio tradicional -Electricidad BR- deberá pararse ante el edificio del número 18 y recordar lo que está a punto de leer.

El número 18 de la calle Manuela Malasaña es un edificio ancho -de siete balcones- y cuatro plantas de altura que tiene la peculiaridad de tener abiertas de par en par sus puertas de entrada la mayor parte del día, permitiendo ver desde la calle un trozo de patio que da acceso a los pisos de una escalera interior con fachada de corrala. Fuera, una placa indica que allí vivió la escritora, diputada y feminista María Lejárraga, si bien lo que más importa ahora no son sus habitantes pasados sino los presentes, esos que aparcan bicicletas y carritos de bebé en su interior y que van a tener que buscar un nuevo lugar donde vivir según se les vayan acabando sus respectivos contratos de alquiler. El nuevo propietario del inmueble, una empresa vinculada a dos conocidos apellidos, Cortina y Koplowitz, les está comunicando, poco a poco, que no los quiere allí.

El edificio consta de un total de 42 viviendas más dos bajos comerciales. De uso residencial, está edificado sobre una parcela de 487 metros cuadrados y tiene 2.358 metros cuadrados construidos. Los pisos irán siendo remodelados por completo a medida que vayan venciendo los contratos de quienes los habitan en la actualidad, según ha podido saber Somos Malasaña. Luego, volverán de inmediato al mercado del alquiler, pero convertidos en viviendas de lujo y con unas mensualidades el doble o el triple de caras que las actuales. Los vecinos actuales que podrán tardar más en  irse del edificio lo harán en el año 2020.

Aunque en el catastro figura 1900 como año de construcción de Manuela Malasaña 18, en su puerta de entrada hay un enrejado con fecha de 1880. La última remodelación del inmueble se produjo en 1990, poco después de que éste fuera adquirido -en 1987- por la sociedad que hasta hace muy poco era su propietaria y que estaba compuesta por dos familias, los Rueda (3 hermanos) y los Alonso (2 hermanos), dueños del mismo al 50%.

La antigüedad del edificio se deja notar en los pisos que lo componen, según cuentan distintos vecinos, si bien quizá sea esa característica la que permitía que la renta que pagaban estuviera bastante por debajo de lo que se paga hoy en día por viviendas de similar tamaño en cualquier otra parte del barrio.

Francisco Lobón es un joven que vive en el 4º exterior del inmueble desde hace cuatro años, comparte piso de tres habitaciones grandes con unos compañeros y pagan por él 960 euros mensuales que se podrán convertir en 1.500 euros o 2.000 euros cuando se tengan que marchar el próximo octubre y, reformado, se vuelva a alquilar. La renta actual que paga Conchi por el piso de sólo 30 metros cuadrados en el que vive con su marido y sus dos hijos es de 400 euros; su contrato también finaliza en octubre y los nuevos propietarios podrán pedir por él el doble, tras arreglar la vivienda.

Como los ejemplos de Francisco y Conchi hay 40 más en un edificio de pisos de tamaño muy diferente, lleno de familias y con una gran comunidad de ciudadanos de origen filipino; gente de clase trabajadora, muchos de ellos empleados en negocios de hostelería del mismo barrio. También vive en él una portera que nació en el inmueble, heredó el trabajo de su madre -recién fallecida-, y que prefiere no hablar de todo este asunto porque aún desconoce los planes de sus nuevos jefes sobre su inmediato futuro.

En sólo un mes, nuevos dueños y burofaxes

En sólo un mes, nuevos dueños y burofaxes

Decor II Proyectos Inmobiliarios SL es la empresa que ha adquirido el edificio de Manuela Malasaña 18. Nacida hace solo un año, cuenta como administradores mancomunados con Oliver García Leo y Palcok 2002 SL, empresa de intermediación financiera propiedad de los hermanos Alberto y Pedro Cortina Koplowitz, hijos de los multimillonarios Alicia Koplowitz (Omega Capital, la sicav Morinvest...) y Alberto Cortina (Alcor Holding -ACS-, Ence...). Alberto Cortina Koplowitz es, además, director ejecutivo de las empresas de su madre, con las que Palcok 2002 comparte sede social.

Los hechos se han precipitado en cuestión de un mes. Hace sólo 30 días, aproximadamente, los Alonso, propietarios al 50% del edificio, como ya hemos apuntado, decidieron vender su parte. Los Rueda, que en principio no habrían estado interesados en deshacerse de su mitad, acabaron cediendo hace una semana ante distintas presiones de sus socios y también vendieron. Como consecuencia inmediata hay dos vecinos, cuyos contratos finalizan en junio, que ya han recibido burofaxes comunicando que no se les renovará su alquiler.

En los bajos del edificio hay dos negocios, Tabacos expendiduría 886 y el restaurante La Musa. A ellos es posible que les afecte el cambio de propiedad del edificio de manera distinta. Mientras el estanco, en esa ubicación desde 1970 y con un alquiler de renta antigua, no sabe aún nada sobre su futuro, el restaurante, con una renta actualizada y un contrato de larga duración, sí tiene asegurada su continuidad.

El cambio de propiedad de un edificio en un barrio cualquiera de una ciudad cualquiera no es nada extraño ni noticiable. Y, por supuesto, en esta operación de la que nos hacemos eco no hay nada ilegal. Ni siquiera es algo anómalo. En Malasaña, como en otros tantos sitios, ha pasado en otras ocasiones, seguirá ocurriendo y es probable que, como aquí va a suceder, este tipo de ventas impliquen también el obligado desplazamiento de un número nada despreciable de vecinos fuera de lo que hasta ahora ha sido el área en la que han estado viviendo, porque no van a poder encontrar alquileres similares a lo que venían pagando en otros inmuebles del barrio.

Sin embargo, hay personas que consideran importante que se hable de estos movimientos. Entre ellas se encuentra un grupo de actuales inquilinos de Manuela Malasaña 18. Saben que la ley está de parte de quienes les muestran el camino de salida de las casas en las que aún viven, pero desean irse dando a conocer su caso: un ejemplo más de gentrificación, de aburguesamiento de ciertas zonas céntricas de grandes ciudades. Estos vecinos quieren que cuando alguien se dé cuenta de cómo cambia Malasaña y se pregunté qué está pasando con el barrio puedan encontrar respuestas escritas -como este artículo- a sus dudas.

  • (Si conoces un caso similiar al de Manuela Malasaña 18 en Malasaña, cuéntanoslo escribiendo a contacto@somosmalasana.eldiario.es)