Un turista por cada tres habitantes: así cambió Malasaña el efecto Airbnb

Entender los efectos de la turistificación en un barrio es difícil si se miran grandes cifras. Para hacerlo es mejor detenerse en lo pequeño, en una calle o en un edificio. En Malasaña podríamos hacerlo en el portal de Madera 25. Allí, donde antes vivían vecinos, se instaló primero una empresa de gestión de viviendas turísticas que fue comprando las casas y acabó expulsando con su actividad a los pocos habitantes que quedaban. Ahora, el edificio está en obras y el futuro del inmueble se intuye turístico, aunque la normativa actual lo impida.

Casos como el de la calle de la Madera son los que están convirtiendo en Malasaña en un barrio para turistas. Un proceso que se está ejecutando por la puerta de atrás, sin respaldo legal y transformando en negocios sobre suelo residencial lo que hasta ahora eran viviendas. El boom turístico propiciado por páginas como Airbnb ha provocado que, a día de hoy, haya en Malasaña un turista por cada tres habitantes.

[Opinión: Las viviendas son para vivir, no para alojar turistas]

La cifra sale de un informe del Ayuntamiento de Madrid, que ha recopilado todas las plazas turísticas que se ofrecen en el barrio de Universidad. Son 10.899, de las que 4.419 pertenecen a viviendas turísticas que no existían hace apenas dos años, antes de que llegara la burbuja del efecto Airbnb.

Los 30.709 habitantes del barrio conviven con esta realidad a diario: muchos ven cómo han desaparecido sus vecinos -sobre todo los alquilados- y cómo a su portal llegan hornadas de nuevos turistas todas las semanas. También han podido comprobar cómo desaparecen los negocios tradicionales, que dejan paso a otros especializados en estos nuevos habitantes del barrio (el 25%, recordemos), que además consumen mucho más que los antiguos.

Más datos estadísticos del Ayuntamiento: la presión de la vivienda turística frente a las viviendas existentes es ya del 5% en Malasaña (frente al 0,5% de media en la ciudad de Madrid) y se calcula que la presión poblacional sobre el espacio público en Malasaña es enorme, de 1.622,73 habitantes por hectárea, superior incluso a la de la Puerta del Sol (ver cuadro adjunto).

Con estas cifras en la mano, el Ayuntamiento anunció la semana pasada una moratoria para frenar la implantación de más viviendas turísticas en Madrid, además de abrir un proceso de regulación de este fenómeno. “De momento lo que se ha presentado es un acuerdo con la comisión permanente del seguimiento del PGOUM”, puntualizan a Somos Malasaña fuentes del área de Desarrollo Urbano Sostenible.

Dentro de esta propuesta está la de que cada vivienda turística que opere en Madrid de forma profesional tenga que contar con licencia, que podrá conseguir siempre que cumpla las normativas de accesibilidad y seguridad.

Estas viviendas se podrán implantar en edificios del distrito Centro en los que los usos complementarios al residencial no superen el 50% de la edificabilidad, indican fuentes municipales. También se propone eliminar la obligatoriedad recogida en el PGOUM de que estas viviendas turísticas requieran de acceso independiente al de las casas residenciales.

En principio, el Ayuntamiento cuenta con un año para regular la actividad de viviendas turísticas, que actualmente no cuentan con cobertura legal en la capital si los alquileres se extienden más allá de los 90 días por año. Hasta enero de 2019 no se podrá solicitar ni conceder ninguna licencia específica para ello en 11 barrios de Madrid: todos los del distrito Centro (Malasaña entre ellos), además de los de Trafalgar (Chamberí), Palos de Moguer (Arganzuela), Recoletos y Goya (Salamanca) y  Argüelles (Moncloa-Aravaca).

Las organizaciones vecinales, mientras tanto, exigen al Ayuntamiento que extienda la moratoria turística a 40 barrios de Madrid. Los vecinos denuncian que los precios de los alquileres se han disparado por la desaparición de miles de viviendas del mercado a largo plazo, además de por prácticas de depredación llevadas a cabo por empresas de alquiler turístico.

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