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Toni Cantó deja la Oficina del Español con solo dos convenios firmados y tras un enfrentamiento con su jefa

El exdirector de la Oficina del Español, Toni Cantó, en una imagen de archivo. EFE/ Luca Piergiovanni

Peio H. Riaño

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En un año de funcionamiento, la Oficina del Español ha conquistado un récord de una pericia previsible. Antes del abandono de sus responsabilidades y un salario de 75.000 euros anuales, Toni Cantó (PP) logró la firma de un par de convenios. Pero solo uno de ellos ha sido digno de reconocimiento dentro y fuera de la casa que dirige Marta Rivera de la Cruz, la consejera de Cultura, Turismo y Deportes de la región. El puesto que le creó Isabel Díaz Ayuso (PP), presidenta de la Comunidad de Madrid, ha logrado pasar desapercibido hasta para el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM). De hecho, desde la propia Consejería de Cultura tampoco han sido capaces de indicar a este periódico los logros conquistados por la Oficina fantasma, cuya actividad ha asumido ahora la propia Rivera de la Cruz.

La amortización del cargo y el sueldo asignado es prueba de las prioridades lingüísticas del gobierno de Díaz Ayuso en materia cultural. El único convenio promovido por Cantó y reivindicado desde los dominios de Rivera de la Cruz sucedió a finales de 2021. Entonces llegaron a un acuerdo por el que la Federación Española de Asociaciones de Escuelas de Español de Madrid (FEDELE) se comprometía a “la promoción y defensa” de la lengua española en la región desde sus redes sociales por 113.000 euros. Con ese dinero convertirían, además, a la Comunidad en un destino idiomático, gracias a la captación de agencias de estudiantes de todo el mundo. 

La rúbrica del acuerdo sirvió a la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte para lanzar una nota de prensa en la que se reconocía a Marta Rivera de la Cruz el extraordinario logro. En la nota no se aclaraba cómo tenían pensado alcanzar sus objetivos ni detallaban en qué consistía la relación. El contenido de lo firmado no era la única ausencia sobresaliente: el propiciador de la firma había desaparecido del anuncio. Cantó apenas era una cita perdida en medio del texto, aunque en la foto sí aparecía junto a la consejera y el presidente de FEDELE.

Un alma en pena

La tensa relación entre Rivera de la Cruz y el protector del español era pública y notoria. Cuando la Oficina de Cantó se preparaba para celebrar su otro hito en este año de trabajo, el Festival de la Hispanidad, Cantó tuvo que rebajar su perfil a mero invitado para no hacer sombra a su jefa. Se inventaron un evento de un centenar de actividades al que apoyaron con 850.000 euros para reclamar un legado que estaba siendo atacado por el “indigenismo” en varios países latinoamericanos, dijo Ayuso. 

En la presentación pudo verse el desencuentro entre los antiguos amigos, cuando en el Congreso de los Diputados defendían los colores de otro equipo, Ciudadanos. La novelista se encargó de subrayar que cuando llegó el actor a su cargo –una semana después que ella– “ya había una hoja de ruta muy clara”. Es decir, la consejera aclaraba a los medios allí presentes la escasa participación que había tenido Cantó, con un salario de 75.000 euros anuales, en el gran evento de su Oficina. 

Por supuesto, Cantó no tragó con eso y le contestó dolido: “Bueno, la programación la han llevado los técnicos y la he llevado yo. Yo les he hecho algunas propuestas que me apetecían y las hemos puesto en común Gonzalo, Ruperto [Merino] y yo”. “Oye y yo también, eh”, le replicó Marta Rivera de la Cruz. “Y tú también, Marta, tú también”, accedió, sumiso, Cantó ante su jefa. Los antiguos compañeros de pasillo, en Alcalá 31, lo recuerdan como “un alma en pena que vagaba por la Consejería de Cultura, ninguneado”. 

En pleno auge hispano, el mismo Cantó explicó en la Asamblea de Madrid que su trabajo tenía que ver con “reivindicar con orgullo nuestro legado histórico”. En ese legado orgulloso, Cantó matizó ante los diputados que cuando España llegó a “aquel continente”, lo liberó. Por eso no eran colonizadores “ni nada parecido”, porque los españoles “liberaron” a “tantísimos miles de personas que estaban sojuzgados por un poder que era absolutamente brutal y salvaje”. “Era incluso caníbal”, añadió desde la tribuna de comparecientes. Y para rematar el día en que se cubrió con la mayor de las glorias españolas, sostuvo que “eran capaces de matar a 70.000 personas en una sola ceremonia”. 

El finalista del programa Mask Singer de Antena 3 ha tenido una actividad tan escasa que sus hojas de servicio publicadas por el portal de transparencia de la Comunidad de Madrid están en blanco. Algo más de 200 euros en taxis y poco más. “No ha generado gastos”, puede leerse. Este periódico se ha puesto en contacto con Toni Cantó, en vano, para que haga balance de su paso por la oficina que Ayuso le creó tras su salida de Ciudadanos. Desde el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM) indican que se reunieron dos veces con él, pero no llegaron a firmar ningún convenio.

Una mancha indeleble

Mientras seguía en activo también fue desplazado de otro de sus grandes proyectos: el primer concurso de ortografía y gramática para colegios, cuya final se celebró en mayo y con la que los vencedores disfrutaron de un viaje entre Galicia y Cádiz a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano, conocido porque la Guardia Civil incautó 127 kilos de cocaína en 2014. 

Con la marcha del actor, Rivera de la Cruz se deshace de otro responsable molesto que cuestionaba su gestión. Unos meses antes de la marcha de Cantó, la ex directora General de Deportes, Coral Bistuer, fue cesada en marzo por “desajustes internos” con la consejera. La exdeportista, que cobraba un salario de casi 94.000 euros, ha sido sustituida por Fernando Benzo (PP), ex secretario de Estado de Cultura con Mariano Rajoy, cesado a su vez como director de Madrid-Destino por el alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida, cuyo lugar ocupa el artífice del ERE de Telemadrid, Ángel Martín Vizcaíno. 

La escasa labor realizada en un año por este área que Cantó se esforzó en probar que no era un “chiringuito”, se esfuma con la marcha de su único componente a la televisión vinculada a la ultraderecha valenciana. El recuerdo del legado del político uno y trino (UPyD, Ciudadanos y PP) es evitado incluso por la Real Academia Española (RAE). La institución presidida por el jurista Santiago Muñoz Machado, prefiere no mezclarse con el ausente. A pesar de que la RAE fue una de las primeras visitas que realizó Cantó, desde la RAE han insistido en evitar nombrar al intermediario que llevó en enero de 2022 a Isabel Díaz Ayuso a la firma con Muñoz Machado, muy afín a las ideas de la presidenta en materia de hispanidad.  

Este convenio sería la segunda aportación a la Oficina si alguien reconociera a Toni Cantó como valedor del mismo. No es así. Ayuso y Muñoz Machado estrecharon la mano para garantizar “el fomento del español” en la región y para difundir “el conocimiento de la historia y función de la RAE dentro de la red de centros educativos”. La RAE ha logrado que Ayuso vaya a acreditar como actividad de formación –de más de diez horas y reconocida con un crédito– la asistencia de los maestros de la Comunidad a los eventos ofertados por la institución. 

Cuando a Cantó se le preguntaba qué tal las cosas por la Oficina, respondía que su trabajo principal era atraer a estudiantes de español a Madrid. Sin embargo, su preferencia era la “batalla cultural”. En las cuestiones de identidad es donde se sintió más cómodo tratando con la cultura. Inventó una fotografía para Isabel Díaz Ayuso a la que llamó “El sueño de Madrid”, un evento que homenajeó a una decena de migrantes latinoamericanos. Los migrantes ejemplares fueron seleccionados por un comité que tuvo en cuenta cuatro cualidades: “La capacidad de integración, la perseverancia en lograr un objetivo, deseo constante de superación y talento”. Toni Cantó había anunciado en julio que presentaría en septiembre su nuevo programa de actividades, pero murió Isabel II y anunció su dimisión. 

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